Escreve o ABC que "el príncipe Alberto II ha
lanzado el más ambicioso de los proyectos urbanísticos de la historia de
Mónaco, uno de los más ambiciosos en la historia de las artes del lujo de
nuestra civilización: construir para su principado una nueva ciudad, un
nuevo «barrio» residencial, acuático y parcialmente submarino, ecológico,
destinado a negocios cosmopolitas y el ocio de ultra lujo. Mónaco es, con el
Vaticano, uno de los Estados más diminutos del mundo. Sus fronteras
geográficas con Francia son evidentemente intangibles. Tras el «boom»
inmobiliario de los años 60 y 70 del siglo XX, el príncipe Alberto heredó un
diminuto reino parcialmente «asfixiado» por los rascacielos y concibió, muy
pronto, antes de su coronación, el mes de julio de 2005, un mega proyecto
urbanístico: ampliar en el mar el terreno urbanizable, robando al Mediterráneo
entre 300.000 y 350.000 metros cuadrados, una superficie considerable para un
Estado de apenas 2 kilómetros de superficie. Los primeros proyectos presentados por una cierta élite
de la arquitectura y el urbanismo más internacional datan del 2007 y el 2008.
El estallido de la crisis financiera mundial paralizó repentinamente los
trabajos. El príncipe Alberto deseaba y desea que el nuevo Mónaco del siglo XXI
tenga una doble financiación, pública y privada, por un montante de varios
millardos de euros.
Cinco años aparcado
Tras cinco años de espera, los consejeros financieros del
príncipe, en París, Londres y Nueva York, estiman que ha llegado el momento de
relanzar el proyecto de extensión de Mónaco en el barrio/bahía de Portier, entre
la reserva acuática de Larvotto y la reserva natural de Spéluges. Hace
cinco años, trece grandes grupos internacionales aspiraban a licitar ofertando
proyectos propios. El príncipe Alberto ha relanzado el proyecto. Y los grandes
constructores mundiales son invitados a licitar, hasta finales de julio,
cumpliendo un pliego de cargos muy estricto y ambicioso. Mónaco espera ganar al
Mediterráneo unos 350.000 metros cuadrados de terreno urbanizable, parcialmente
submarinos. En esa superficie está previsto construir espacios de juego y
recreo, un barrio de negocios y uno o varios barrios residenciales, con pisos y
mansiones de ultra lujo. Hasta ahí, el proyecto es muy tradicional. La gran
novedad que aspira a aportar el príncipe Alberto es dar a esa ampliación varias
dimensiones ultra modernas, ecológicas, medioambientales y submarinas.
El Mónaco del siglo XXI seguirá siendo un enclave estratégico en la geografía
mundial del lujo. Pero también será un Mónaco ecologista, a su manera.
Transporte sin emisiones
Los Ferrari, Bentlety y automóviles de gran lujo tendrán un acceso privilegiado, claro está. Pero... los vehículos «ecológicos» tendrán ciertos privilegios fiscales. El nuevo gran barrio de Mónaco será una ciudad de nuevo cuño parcialmente submarina. Habrá espacios de ocio y recreo submarinos, que deberán respetar a un draconiano pliego de cargos. Mónaco tiene dos reservas ecológicas submarinas. La nueva ciudad construida de nuevo cuño deberá respetar esas reservas. Y los «transportes públicos» deberán responder a normas ecológicas muy estrictas.
«Ecochic»
60.000 de los 350.000 metros cuadrados estarán
consagrados a residencias de gran lujo, construidas con normas medioambientales
muy estrictas: una protección excepcional contra terremotos (Mónaco es
una zona de cierto riesgo sísmico), una elevación limitada a los seis pisos,
zonas verdes muy abundantes, producción propia de electricidad. La
dimensión ecológica del nuevo Mónaco será capital. Pero deberá ser compatible
con la eficacia comercial y financiera más estricta. Lafinanciación será
pública y privada, en condiciones que irán negociándose, lentamente. La
construcción de la parte submarina del proyecto está evaluada en unos mil
millones de euros. La totalidad del proyecto pudiera superar los 15.000
millones de euros. Mónaco espera asociar a los constructores a la futura
gestión comercial del proyecto, ofreciéndoles la explotación de una parte
significativa de los nuevos espacios comerciales, los servicios consagrados a
ocio y al gran lujo.
Una revolución
El príncipe Rainiero, el padre del príncipe Alberto,
salvó Mónaco de la ruina económica lanzando los grandes proyectos urbanísticos
de los años 60 y 70 del siglo pasado, con los que se ponía fin al Mónaco
legendario y difunto de los príncipes rusos y la alta aristocracia, europea que
fueron los clientes del Mónaco anterior a la Segunda Guerra Mundial. El
príncipe Alberto heredó un principado definitivamente consagrado a los
servicios, la alta finanza y el lujo de nuevo cuño. Y espera consumar una
nueva y pacífica revolución del modelo económico nacional, inventando una nueva
ciudad con terrenos robados al Mediterráneo. Durante el «boom» inmobiliario de
la segunda mitad del siglo pasado, la ecología era una inquietud
sencillamente insignificante. Desde
su coronación, el príncipe Alberto subrayó que las actividades filantrópicas y
humanitarias, la ecología y el arte, tendrían una importancia significativa
en la construcción del nuevo Mónaco del siglo XXI. Se trata de prioridades
estratégicas de nuevo cuño en uno de las encrucijadas del lujo de la historia
de nuestra civilización"