Segundo
o El Confidencial, "el presidente de
la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, claudicaba esta misma semana. “Al
Gobierno le falta relato”, admitía. Una declaración que ponía el foco en la
política de comunicación del Gobierno días después de que el propio
Ejecutivo escenificara su ruina. Fue el viernes 26 de abril, cuando el
triunvirato Sáenz de Santamaría-Montoro-Guindos sacaba bandera blanca en
la lucha contra las cifras de paro sin encomendarse siquiera al peor estratega
mediático. Ahora bien, por sorprendente que parezca, el mejor ejemplo de esa
falta de pericia no está pasando de puertas afuera. Se vive entre bambalinas.
Esta misma semana las televisiones esperaban ser convocadas por el Ejecutivo
para conocer el futuro de los canales en disputa tras la sentencia del Supremo que anula el último reparto de la
TDT en la era Zapatero. Tendrán que esperar Y es que rumbo a
cumplir el año y medio en Moncloa, la política de comunicación del gabinete
Rajoy no ha servido para forjar amistad alguna con los grupos de medios.
Incluso los más afines en esencia hablan sotto voce de la torpeza del
Ejecutivo, con una mezcla de resignación y enfado. “Entienden que todo el mundo
les ataca. El Gobierno está molesto con Lara por los planteamientos de
La Sexta, con la línea editorial de Telecinco, muy enfadados con los ataques
que perciben por parte de El Mundo… Nadie se libra”, explica un alto
ejecutivo del sector. Un sentimiento exacerbado por el affaire Bárcenas
y que desembocó en una medida de impacto superlativo, como es la decisión del
Gobierno de aplicar a rajatabla el fallo del Supremo que les arrebata
nueve canales. La sentencia del Alto Tribunal, conocida a finales de noviembre,
abrió un periodo de negociación entre el Gobierno y los medios afectados para
buscar una solución. El sector sigue afirmando, a día de hoy, que existen
fórmulas jurídico-administrativas para evitar la ‘quita’. Sin embargo, el
Ejecutivo se plantó la penúltima semana de marzo. Harto de la campaña que
observaba en los medios y agotándose los plazos para tomar una decisión,
anunció en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 22 que
aplicará la resolución del Supremo tal cual. Argumenta que
no tenía más remedio que asumirla, una aseveración que desmiente de plano su
búsqueda durante semanas de un pacto con las cadenas. Es decir, algo pasó entre
noviembre y marzo, con la financiación del PP copando diarios e
informativos. Qué fue? Algún ministro se
sonríe hoy cuando se le pregunta. Otros
hablaron off-the-record en esos días. Y no dudaban en culpar a un “medio quebrado” de sus desdichas, en
clara referencia al Grupo Prisa, editor de El País. “Hemos sido demasiado buenos”, venían a decir, avanzando una
suerte de castigo. Con su adhesión al Supremo, los gurús y el
círculo más próximo a Mariano Rajoy terminaban de dinamitar la proverbial
indiferencia en cuestiones mediáticas que se ha atribuido desde hace años
al actual presidente del Gobierno. Una tesis que ya puso en cuestión la
decisión del Consejo de Ministros de autorizar la absorción de La Sexta por
Antena 3 con la opinión en contra de las autoridades de Competencia.
Cuestionable desde el punto de vista técnico, aquella medida podía entenderse
desde el punto de vista estratégico, al beneficiar a un grupo sobre el papel amigo,
como era Antena 3.
Hacia
la tercera guerra mundial?
La
pregunta ahora, sin embargo, es si el Gobierno obtiene algún beneficio al
promover un enfrentamiento con todos los grupos de medios sin excepción. Con un
agravante, la sentencia deja tocados a dos grupos en los que el PP debería
haber encontrado abrigo. Por un lado, Vocento, editora de ABC, sobre
el papel el principal paladín del Ejecutivo popular desde el punto de vista
ideológico. Por otro, Unidad Editorial, propietaria de El Mundo. Ambos
pierden dos de sus cuatro canales con sus cuentas en números rojos y en plena
debacle de la publicidad. Eso sí, con cierta habilidad, los tambores de guerra
que inicialmente se oyeron en ambas casas –también en el resto del sector-
dejaron paso a una calma chicha. “No se puede ir contra un gobierno”, expone
uno de los editores con más amplia trayectoria en el sector. De hecho, los
principales ejecutivos esperan en estos días una llamada de la Secretaría de
Estado de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información para darles a conocer
el nuevo plan del dividendo digital -hoja de ruta en la que deberá
detallarse el futuro de sus canales- antes de que sea remitido al Consejo
Asesor (Catsi). Están convencidos de que, en ese interregno, tienen margen
para el acuerdo con la interlocución principal puesta en Sáenz de Santamaría.
No en vano la puesta en marcha del dividendo digital y la eliminación de las
frecuencias no se producirá antes del 1 de enero de 2014.
“Será complicado. Es un camino difícil, pero…”, subrayan en busca de un halo de
luz. De hecho, la existencia de ese año de margen avala la hipótesis que muchos
directivos manejan: el Gobierno solo ha buscado atar en corto a los grupos y
terminará cediendo. Con un segundo frente que aterra a las televisiones: que el
Ejecutivo recupere la publicidad en TVE y rebaje drásticamente un botín
publicitario ya de por sí menguante. El nivel de inquietud lo prueba que esta
misma semana la patronal (Uteca) publicara un estudio encargado sobre la
cuestión. Con dos ideas fuerza: a) las cadenas irían a pérdidas si se toma esa
medida, y b) se puede hacer una televisión pública de calidad con 600 millones.
“Si se toca eso, hablamos de la tercera guerra mundial”, no duda en
aseverar un ejecutivo. Si la política de comunicación del Gobierno no es lo
suficientemente hábil como para solventar esos dos asuntos de manera pactada
con el sector, la tregua habrá acabado. Es
en esta gran fotografía donde cabe incluir el constructivo discurso de Feijóo.
“¿Usted me pregunta si le falta relato al Gobierno? En mi opinión sí, le falta.
Es muy difícil en una época de crisis como ésta hacer un relato. Los políticos
nos quejamos siempre de lo mismo, de que no nos entienden", aseguraba el
dirigente gallego hace apenas días. Un argumento más o menos certero al que, no
obstante, le falta la mitad de la películas. Y es que, con todo lo que se
vislumbra por delante, el problema del Gobierno en los próximos meses no
radica sólo en saber explicarse. Si no logra recomponer su relación con el
cuarto poder más pronto que tarde, lo que puede suceder es que nadie quiera
entenderle"