Las distorsiones en el tipo
de cambio contenido artificialmente por el Gobierno han dejado una nueva semana
negra de devaluaciones en el país petrolero. Esta semana, Nicolás Maduro
celebraba las cifras de dos dígitos de la recuperación económica de los
primeros trimestres de 2022 frente a todo el gremio empresarial reunido en el
Palacio de Miraflores. En la calle, los venezolanos pasaban una semana de
tensión viendo cómo el dólar se disparaba día tras día y con ello los precios.
Ha habido rumores de saqueo y el cierre de negocios a los que el Gobierno
vuelve a tildar de especuladores. Una nueva semana negra en la economía del
país sudamericano, que luego de siete años de caída estrepitosa del PIB,
empezaba a dar señales de vida.
El tipo de cambio oficial aumentó un 12% de un día para otro esta semana y acumula un 35% de incremento solo en el mes de agosto. La política de contención con la que el equipo económico de Maduro ha doblegado a la inflación hace aguas. El Gobierno chavista ha aplicado una estrategia de alto costo. Por un lado, el mercado crediticio ha sido arrinconado con la imposición de un elevado encaje legal que ha dejado sin financiamiento al sector productivo y a más de un millón de tarjetahabientes sin opciones de comprar, para así reducir la oferta de bolívares. También ha sacrificado el salario de los trabajadores. Con inyecciones de dólares al mercado, en las que se han quemado las reservas internacionales, ha logrado hacer desaparecer la hiperinflación y, durante este año, mantener el cambio estable, hasta ahora.
En casi todo 2022 el dólar
se ha mantenido a una tasa alrededor de los cuatro bolívares, cuando en
realidad las estimaciones de los economistas señalan que debería estar por
encima de los 20. Esta semana ha alcanzado los nueve bolívares, un salto abrupto
que también dispara la incertidumbre. “El tipo de cambio en Venezuela está muy
sobrevaluado. Hay crecimiento en los precios, pero el tipo de cambio se
retiene, porque el Ejecutivo vende divisas baratas. Eso crea un dique que se
iba a romper tarde o temprano. Y esto que está pasando es el deslizamiento a un
tipo de cambio de equilibrio que debería reflejar lo que realmente ha perdido
en poder de compra el bolívar”, explica Manuel Sutherland, director del Centro
de Investigación y Formación Obrera.
El economista Leonardo Vera
recuerda que el tipo de cambio es un termómetro. “Tener una represión salarial
y anclar el tipo de cambio cuando no tienes más municiones de divisas no es lo
más acertado. Tenemos el encaje bancario más alto del mundo, lo que también ha
ralentizado la recuperación, y además un mercado cambiario inadecuado, donde no
hay muchos incentivos para que los privados inyecten dólares y el único
oferente es el Banco Central de Venezuela”. Lo que ha pasado esta semana ha
mostrado que la incipiente recuperación tiene techo y que la estabilidad del
cambio no ha logrado que la gente confíe nuevamente en el bolívar. “Un esquema
así revienta en cualquier momento”.
Este coletazo cambiario
viene de marzo. Después de 10 meses sin ningún ajuste, el Gobierno decidió
incrementar en 1.700% el insignificante salario mínimo, que pasó de un dólar
mensual a 28 dólares, en su equivalente en bolívares. Para asumir los
compromisos laborales de ese incremento no planificado en el gasto anual, el
Gobierno dictó una norma administrativa desde la Oficina Nacional de
Presupuesto (Onapre) que rebanó las cláusulas y beneficios de las
contrataciones de la administración pública, donde trabajan unos tres millones
de venezolanos. Esta medida encendió aún más la mecha de la conflictividad
laboral en una Venezuela empobrecida.
Desde entonces se han
producido protestas contra la norma, pero en agosto escaló el descontento. El
Gobierno se vio obligado a ceder ante un escenario de protestas diarias y
masivas en todo el país de maestros y profesores universitarios que exigieron
recibir su bono vacacional completo y respetar los acuerdos gremiales. Así,
tuvo que depositar 3.000 millones de bolívares a las nóminas públicas, lo que
produjo una corrida por comprar dólares escasos.
Maduro atraviesa este bache
con una caída de la producción petrolera, por problemas operativos en PDVSA
además de las sanciones, y un retroceso del precio del crudo. En julio
Venezuela reportó a la OPEP la producción de 629.000 barriles diarios, el nivel
más bajo este año, casi 30% menos que al cierre de 2021, cuando la industria
daba señales de reactivación y el líder chavista se atrevió a plantearse la
meta de cerrar 2022 con una producción cercana a los dos millones de barriles
de petróleo al día.
Hasta hace muy pocos años,
comerciar en dólares era ilegal en Venezuela, donde el Gobierno impuso
restricciones a la venta de divisas por 15 años. En 2019 una apertura no
decretada terminó de empujar una dolarización obligada por la debacle
económica. A la crisis cambiaria de esta semana, el chavismo ha salido a la
ofensiva. Maduro llamó al pueblo “al combate del dólar paralelo”, aunque el
oficial también vivió el alza. El fiscal Tarek William Saab amenazó con imputar
a los comerciantes que vendieran a una tasa distinta a la del Banco Central de
Venezuela. Una declaración que reeditó los temores de los años de los controles
de precios y la fiscalización agresiva de comercios. El Tribunal Supremo de
Justicia, a donde los trabajadores acudieron para exigir la derogación de la
llamada norma Onapre, esta semana desestimó sus demandas y multó a quienes
introdujeron la solicitud de nulidad, un grupo de pensionados y jubilados de
una institución pública.
Si bien algunos sectores y regiones han experimentado un crecimiento, impulsado básicamente por un aumento en la capacidad de consumo, Vera vislumbra que lo que ha pasado esta semana puede comprometer las previsiones positivas para el cierre de 2022. A principios de esta semana negra, la Cepal pronosticó un 10% de crecimiento para Venezuela y la colocó de segunda en la región golpeada por los coletazos de la pandemia y el alza de los combustibles. “Vienen pasando cosas que no auguran que tengamos un crecimiento tan vigoroso como el que se ha previsto: la producción petrolera está estancada o cayendo, los salarios en dólares no han crecido los últimos tres meses”, apunta el profesor de la Universidad Central de Venezuela. “Un país que ha caído tanto, no necesita crecer un trimestre sino una década” (El Pais, texto da jornalista Florantonia Singer)
Sem comentários:
Enviar um comentário