domingo, setembro 14, 2025

Canarias encadena cinco años como la tercera región con mayor tasa de suicidios

El Archipiélago es la tercera comunidad con la mayor tasa de suicidios del país, según datos del Observatorio de Derechos Sociales de Canarias (Odesocan). En las Islas, el número de autólisis no ha parado de crecer en los últimos ocho años. Si en 2018 se registraban cerca de 9 suicidios por 100.000 habitantes, en 2025 esta cifra ha aumentado hasta los 12, el tercer peor dato de España, solo por detrás de Asturias (13,55) y Galicia (13,11). La tasa de suicidios se disparó de manera considerable en 2021. Fue en ese entonces cuando el Archipiélago se desmarcó de otras regiones y se situó entre las tres comunidades con peores datos. Desde ese año, las cifras de Canarias no han hecho más que empeorar, situándose en 2025 en máximos históricos. Por sexos, los hombres (18) consuman el triple de suicidios que las mujeres (6,07). Sin embargo, son ellas quienes conviven con más trastornos relacionados con la salud mental. En concreto, estos problemas afectan a cuatro de cada diez féminas (40%), un porcentaje que cae hasta el 24% en el caso de los varones.

Cada vez más frecuente en jóvenes

Aunque la autolisis ha sido siempre un problema detectado con mayor frecuencia entre adultos, lo cierto es que cada vez es más recurrente entre la población joven. Es más, en los últimos años se ha triplicado el número de intentos de suicidios entre niños y jóvenes del Archipiélago. En este sentido, el psicólogo y profesor de la Universidad Europea de Canarias, Roberto García, advierte que las nuevas generaciones toleran menos la frustración, una cuestión que podría explicar el aumento de estos pensamientos suicidas. «Cada vez somos más modernos, tenemos más tecnologías y más redes sociales, todo eso se junta a una mala alimentación, a un estrés terrible y a la incapacidad de concentrarse teniendo tantos estímulos. El resultado, que muchos chicos piensen que su vida no tiene solución», argumenta.

Primer plan de acción

Para abordar esta problemática y reducir las 3.846 muertes registradas en 2024 a nivel nacional, el Ministerio de Sanidad creó un Plan de Acción para la Prevención del Suicidio 2025-2027. Se trata de la primera vez que se desarrolla una herramienta de este tipo, con presupuesto propio, indicadores propios y vocación de permanencia.

Más allá de las estrategias a largo plazo, muchas instituciones públicas también aprovechan este Día Mundial para la Prevención del Suicidio, celebrado este miércoles, para intensificar la lucha contra estas conductas, a través de campañas como Siempre hay razones para vivir, impulsada por las direcciones generales de Salud Pública y de Salud Mental y Adicciones del Servicio Canario de la Salud (SCS). Sin embargo, García considera que las medidas de prevención son solo parches. «Si quieres reducir la tasa de suicidios, haz que la gente tenga trabajos más estables y mejor remunerados, demuéstrales que sus impuestos repercuten en su educación o en el sistema sanitario», defiende.

Cambiar de enfoque

Desde su perspectiva, se está enfocando mal esta problemática: «Lo primero es preguntarnos qué está ocurriendo y por qué, después lo que tenemos que hacer es cambiar el modelo social; si los canarios perciben que tienen calidad de vida, la tasa se reducirá de manera notable» , explica el docente. En este sentido, advierte que el suicidio no tiene un perfil definido, tampoco tiene una personalidad o un gen. Por ello, abordarlo a través de manuales o protocolos es poco efectivo, pues según señala, «todas las respuestas están en la persona». Para García, lo ideal sería que el plan de prevención se basara en la individualización, es decir, que estudiara la historia detrás de cada caso, para conocer cómo es su personalidad o cómo le han afectado ciertas vivencias. «Aunque el motivo que los impulse a acabar con su vida sea el mismo, cada persona es diferente, no se puede tratar a todo el mundo por igual», añade.

Un trato más humano

El psicólogo también apuesta por que, más allá del abordaje clínico, haya un acompañamiento, para que las personas se sientan escuchadas. «No es una cuestión que se resuelva de arriba a abajo. Nosotros, como sociedad, no tenemos que esperar por la acción política; nuestras conductas también deben avanzar hacia un trato más humanizado y una mayor cooperación», destaca (El Dia, texto da jornalista Claudia Morín)

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