Segundo o El Pais, "entre sudor, colchonetas y musculosos compañeros entrena Maya Houdroge, libanesa de 32 años que pasó parte de su infancia en Sierra Leona. De voz y gestos dulces, a los 9 años empezó con el kárate y desde entonces no ha dejado las artes marciales. Dejó su trabajo en una tienda de ropa para ser entrenadora personal. Sus guantes de boxeo, sus pantalones e incluso el llavero que cuelga de su mochila son rosas. Pero en cuanto entra en el cuadrilátero, sus enormes ojos negros enmarcados por pestañas postizas y sus cejas cuidadosamente depiladas se transforman. “Durante las competiciones de muay thai no lo pienso. Sé que me pueden herir, romper huesos, pero una vez estoy delante de la contrincante solo pienso en ganar”, asegura Houdroge. Vive sola y está soltera, lo que le crea presión por parte de la sociedad libanesa y la familia. En cuanto a las artes marciales, han acabado por aceptarlo. “Mis amigos están muy orgullosos, y mis compañeros del gimnasio son como mi familia”. Cuando el entrenamiento termina, Houdroge se arregla el pelo, se enfunda en el vestido y se sube a sus tacones. “La feminidad no está reñida con el deporte. Yo no he sido educada en un ambiente sectario y, aunque soy musulmana, rehúyo de la sectarización libanesa. Pero en las artes marciales somos aún minoría”. Hace dos días, un joven intentó agredirla. Lejos de correr, Houdroge dejó caer su mochila, empuñó su pesado llavero y amenazó al joven, que salió pitando calle abajo"