Li no ABC que “cuando pensamos que pocas cosas pueden
sorprendernos, nuestro habitual periplo por los temas más candentes de la
blogosfera suele demostrarnos que estamos equivocados. El artículo que queremos
compartir hoy, publicado en el blog «Medciencia», es un claro ejemplo de ello,
ya que nos muestra cómo un vagón de tren puede convertirse en un amasijo de
hierros sin que aparentemente exista una causa que lo explique. Para descubrir
el origen de este espectacular fenómeno, tenemos que irnos hasta Siberia,
donde, según cuenta la leyenda, algunos incautos creyeron que un poderoso
monstruo invisible era el responsable de aplastar los vagones vacíos en los que
se transportaba el gas y petróleo. Solía actuar por las noches y aseguraban que
era tan silencioso que nadie notaba su presencia. Sin embargo, el responsable
de reducir a un amasijo de hierros retorcidos unos tanques tan grandes y
gruesos no era ningún monstruo, sino un curioso fenómeno físico relacionado con
la presión del aire que provoca la implosión —o explosión hacia adentro— de
vagones vacíos y que han sido limpiados con prisa. Para que se produzca un
fenómeno que ofrece imágenes tan espectaculares como las de este vídeo es
necesario que se se cree un vacío muy grande en el interior de los tanques. Eso
es posible gracias a la combinación del sistema con el que se limpian y las
habituales bajas temperaturas de Siberia. Así, lo que ocurría es que los
vagones se limpiaban con agua caliente a mucha presión. Cuando los tanques se
cerraban herméticamente justo al terminar la operación, conservaban una gran
cantidad de calor y de vapor de agua en su interior. Al caer la noche y bajar
la temperatura exterior de forma considerable, el aire caliente y el vapor del
interior se contraían, disminuyendo la presión existente en el interior del
tanque. Ese vacío era suficiente para provocar la espectacular implosión y
dejar los vagones reducidos a chatarra. Lo más fascinante de este fenómeno es
que puede ser reproducido en cualquier casa con total seguridad, algo que suele
gustar a los niños. Para ello, solo necesitamos una lata de refrescos vacía, un
recipiente grande lleno de agua muy fría y una tetera con agua hirviendo. Los
pasos necesarios para completar este sencillo experimento pueden consultarse en
el artículo del blog «Mediciencia» y garantizan una implosión instantánea y
casi tan espectacular como la de los vagones de tren siberianos. La sorpresa
está garantizada. Seguro que no solo los más pequeños de la casa disfrutarán
con esta actividad”