Enrique
Metinides se ha movido en mundos que la mayoría de nosotros no podríamos ni
imaginar: los puntos peligrosos de la ciudad durante la noche; las calles
secundarias, las obras en construcción, los clubes, las prisiones; la luz de
neón de la sala de espera del hospital, y los interiores de numerosas
ambulancias. [...] Vivía en una calle
con tres salas cinematográficas. Ir a las sesiones matinales solo costaba unos
cuantos pesos. Me saltaba las clases y me sumergía en películas de gánsteres.
Me sentaba en la primera fila y absorbía todo lo que veía. [...] Aprendí sobre
el dramatismo y la luz al mirar esas películas. Miraba una escena de crimen
como si mirara una película. No solo fotografiaba el cuerpo, sino también a los
detectives [...] mientras realizaban su trabajo. [...] Intentaba captar toda la
escena en un solo encuadre, no solamente el cuerpo o el arma, sino toda la
historia. [Enrique Metinides] En la fotografía, trabajadores de la Cruz Roja
llevan a una mujer joven, que de camino a una fiesta, se encontró con la escena
de un crimen. Fonte – El Confidencial