La ampliación de licencias de multinacionales devuelve vitaminas al
fisco venezolano, pero persisten graves cuellos de botella ante el colapso del
crédito y las sanciones. Los venezolanos vieron el pasado mes de junio cómo los
precios aumentaban un 8,5%, según el cálculo del Observatorio Venezolano de
Finanzas. La inflación acumulada en el país, hasta la mitad del año, es, de
acuerdo con el mismo organismo, del 100,75%. Y hay cierto consenso entre los
analistas económicos en que pueda alcanzar un 200% a fines de año. El promedio
de tres dígitos, si bien tiene proporciones aterradoras, es muy inferior al que
sufrió el país en su historia reciente, por ejemplo en 2018, el momento cumbre
de la hiperinflación y del éxodo masivo de ciudadanos.
Luego del histórico derrumbe de la economía registrado entre 2014 y
2020, que se llevó consigo el 80% de su Producto Interno Bruto como
consecuencia de una caída drástica de la producción petrolera, Venezuela busca
desesperadamente espacios para expandirse. Y esa expectativa, de momento,
parece condenada a tener un techo: su propia crisis política.
La economía venezolana crece, apuntalada en una mejora de su PIB petrolero, pero a un ritmo claramente insuficiente. A finales del año pasado se registró una depreciación cambiaria que casi congela de nuevo la actividad productiva, agravada por nuevos hechos de corrupción en el Gobierno. El país necesita tener varios años con tasas de crecimiento de dos dígitos para poder recobrar su vieja fisonomía.
Hoy, el inventario acumulado ha hecho posible que muchas cadenas
comerciales –Farmatodo, Central Madeirense, Excelsior Gamma, Beco-- enfrenten
las adversidades haciendo ofertas, tocados por la necesidad de mover su mercancía.
Las importaciones, tradicionalmente muy altas, han tenido un descenso. La
contracción del consumo ha puesto contra la pared a muchos usuarios, que deben
escoger cuál necesidad atender, y que por eso con frecuencia abandonan la
lealtad a las marcas. Los productos nacionales, menos abundantes, son también
más caros.
El salario mínimo mensual equivale a apenas 5 dólares. Las escalas
salariales del sector privado son mucho más razonables, y a menudo
complementadas con bonos en dólares, pero se quedan cortas. Nicolás Maduro ha
decretado aumentos de bonos complementarios que entrega el Gobierno, junto a
bolsas de comida. Son muchas las personas que tienen dos y tres trabajos, cada
uno de ellos muy mal pagado. Comienza a ser frecuente encontrar gente que vive
del dinero enviado por sus parientes en el exterior.
En los agentes económicos hay alguna expectativa ante el impacto del
llamado “efecto Chevron”, ahora que esta multinacional ha obtenido licencia
para ampliar sus operaciones en el país y ha aliviado las arcas venezolanas.
La alicaída producción de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) parece recobrar
algún vigor con las gestiones de Pedro Tellechea. Las compañías mixtas
Sinovensa y Petromonagas han recuperado terreno. Es claro el interés de otras
operadoras internacionales de crudo por obtener licencias de producción en el
marco de las sanciones internacionales. El país se acerca a los 800.000
barriles diarios de producción, lejos de sus tradicionales 3 millones de
barriles del pasado. Las licencias a Eni y Repsol a la producción de gas
nacional tendrán un impacto positivo en el fisco. El Gobierno de Maduro ha
mejorado su recaudación en impuestos y aplica una dura voracidad fiscal a
algunas actividades económicas.
“Al entrar 2023, vino un frenazo en las ventas y eso tumbó las ilusiones
de mucha gente. Veníamos de un excelente año. Se han venido recuperando, pero
por debajo de lo esperado, y mucho menos que en tiempos anteriores”, afirma
Rafael Montaña, empresario dedicado a la comercialización de alimentos, especialmente
café a nivel nacional. “El empresario de este momento lucha es por mantenerse
en el marcado, así sea en las mismas condiciones”.
El mercado de la que fue la cuarta economía latinoamericana se ha
reducido dramáticamente desde 2014. César Petit, economista exjefe del
Departamento de Análisis Económico del Banco Central de Venezuela, hoy analista
financiero de la firma BancTrust and Co, afirma que, en un nuevo contexto de
incertidumbre política, muchos planes de inversión privada pueden postergarse.
Tamara Herrera, economista y directora de la firma Síntesis Financiera,
opina que la puesta en vigor del Impuesto a las Transacciones Financieras, a
finales del de 2022, tuvo un grave efecto en el desempeño económico. “El mayor
de los problemas del país es que necesitamos incentivos para invertir, y
financiamiento interno y externo. Nada de eso existe”, afirma. “Sin crédito
bancario no hay producción ni consumo. Las necesidades de fondo de la economía
requieren cambios profundos”.
En medio del filtro informativo promovido por el Banco Central de
Venezuela y las autoridades del país, los actores económicos trabajan para
crear sus propios monitores de análisis e incorporar técnicos que les permitan
elaborar una data confiable en torno a donde están parados.
“Este equipo de asesores ecuatorianos que asiste al gobierno mantiene
desde 2018 los mismos cuatro elementos de política económica, alternando la
intensidad de uno y otro”, afirma Herrera. “El enfoque es restringir la
cantidad de bolívares en la circulación para que la gente no compre dólares y
bajar la presión del tipo de cambio. La hiperinflación pasó, pero esta política
tiene efectos recesivos, y las tasas inflacionarias siguen muy altas”.
Las diferencias entre el nivel de vida de Caracas y el interior del país
son muy notorias. En la capital se sienten mucho menos los problemas con los
servicios públicos. “Para llegar a lo que antes vendía en una semana, debo
trabajar un mes”, afirma Euclides Do Nascimiento, hijo de emigrantes
portugueses que administra una bodega en Boleíta, zona industrial al este de
Caracas. “Viene mucha gente al negocio a pedir comida, ayuda. No puedo
complacer a todo el mundo, les tengo que decir que se vayan.”
“No parece muy probable que venga una nueva flexibilización de las sanciones internacionales”, observa Petit. “Si María Corina Machado sigue subiendo en las encuestas y Maduro se ve perdido en unas elecciones, pueden venir una radicalización que cree una crisis y afecte las operaciones de Chevron. En ese caso, el efecto inflacionario sería inmediato” (El Pais, texto do jornalista ALONSO MOLEIRO)
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