terça-feira, janeiro 05, 2016

Cristiano Ronaldo ao El Mundo: "No voy a cambiar"

Los cursis lo llaman signo declinante. En el bar, donde las cosas se nombran señalándolas con el dedo, a la pérdida de chispa se la despacha con menos fanfarria. O con mayor crudeza. Basta decir 'stacabao con palillo entre los dientes para poner a un jugador en el disparadero. Así ejecuta a veces la voluntad popular. Con Alzheimer hacia sus propios mitos. Cristiano Ronaldo cumplirá 31 años en febrero y el runrún viene Castellana abajo cada vez más fuerte. ¿Y si...? ¿Ya no es capaz de...? ¿A qué esperan para...?Horas después del 8-0 al Malmoe y en un dúplex de ésos de aparcamiento con estanque, mobiliario de importación y cristaleras desde donde las Cuatro Torres parecen un animal disecado, CR7 hace justo lo contrario de lo que había estado haciendo en los últimos meses: se relaja. Tal vez intuya que lo que viene ahora le será menos favorable sobre el césped. Que bajo su apariencia de prototipo perfecto empieza a verse al héroe mortal. Si es así, no lo exterioriza. Él sigue dedicándose a sus cosas. A ser Cristiano Ronaldo. Y advierte: que no le esperen en las ligas menores de Qatar o Estados Unidos. El día que diga adiós en un estadio lo hará «con dignidad».De momento, el jugador que durante la última década ha interpretado cada partido como una ópera de Wagner, el único delantero con kriptonita frente al mejor Barça de siempre, el dueño de tres Balones de Oro, confiesa sentirse «muy a gusto» en el Real Madrid y en España. Lo dice sentado en un sofá con camisa blanca, vaqueros oscuros y zapatillas dejémoslo en poco discretas. Tiene tan buen cutis como mi sobrino pequeño y a unos metros es difícil comprobar si huele a perfume o a coco, como Beckham. Por cierto: el dúplex no es el suyo, pero vale para hacerse una idea.
Un campeón como tú, que juega más de 60 partidos por temporada al máximo nivel, ¿ha decidido qué va a hacer en el futuro?
No al 100%, pero tengo mucho de lo que ocuparme. El futuro se construye desde joven. Desde los 27 años desarrollo mi línea de ropa, y quiero que mi marca siga creciendo porque el fútbol va a terminar en cinco, seis, siete, 10 años.
¿Y entonces?
Después hay otra vida. Pienso que al principio me va a costar un poco, pero si ahora me preguntas si quiero ser entrenador, digo que no. Tampoco directivo de un club, ni presidente.
Alguien que lo tiene todo, ¿qué echa de menos en su día a día?
(Pensativo) Es difícil... Tengo una vida muy condicionada porque vivo para el fútbol, me gusta estar bien y hacer las cosas bien. Con eso no quiero dar la impresión de estar quejándome. No. Mi vida es top, pero pienso que voy a disfrutar más cuando termine la carrera, cuando tenga tiempo para hacer lo que me gusta.
¿Qué te falta?
Tú puedes decir: tienes un trabajo de puta madre, dinero, coches, casas... Pero eso no lo es todo. Un ejemplo: este sábado hay un combate de boxeo en Las Vegas y me gustaría coger a mi familia y mis amigos e ir a verlo. Y no puedo porque no tengo tiempo. No me puedo lamentar ahora porque me estoy sacrificando, entre comillas. Pero después quiero vivir como un rey.
Una furgoneta nos lleva desde Alonso Martínez hasta La Finca, el País de Oz del famoseo madrileño. Somos tres periodistas de otros tantos países para entrevistar a Cristiano. Ninguno ha tenido antes enfrente a alguien que ingresa al año cerca de 80 millones de euros y acaba de pagar 19 para tener su propio avión, así que el trayecto recuerda más a cualquier despegue espacial que a la cortinilla de Los Soprano: hay miradas laterales y uñas mordidas. Al llegar al lugar del encuentro todavía no sabemos que pasarán más de tres horas hasta que el Superman portugués aparezca. Entretanto, nos confinan con Wi-Fi, catering de proporciones familiares y un billar al que nadie le apetece jugar.Cuando por fin lo tenemos enfrente, Cristiano atiende durante 20 minutos. Presenta CR7 Drive, la nueva bebida de Herbalife para mejorar la hidratación y la resistencia. Responde sobre los beneficios del producto desarrollado con su colaboración para la multinacional especializada en nutrición deportiva, pero también se pronuncia con sinceridad sobre otras cuestiones que seguramente esquivaría en zona mixta, donde no hay tiempo ni ganas para confidencias. Se le nota aliviado tras reconducir su relación con Benítez y superar unos dolores en la rodilla izquierda. O quizás liberado por el estreno de su película documental, donde se ve su lado más íntimo y vulnerable. Le felicitamos por el enésimo récord goleador y guiña un ojo.
¿Cómo haces para soportar la presión?
La sobrellevo mejor por la vida difícil que he tenido, de eso no tengo ninguna duda. Salir de casa a los 11 años para ir a un mundo diferente, primero a Lisboa y luego a Manchester, fue muy difícil. De los 11 a los 18 años gané estabilidad. La persona que soy se debe al tiempo que pasé sin mi familia y a los tiempos difíciles. Era un adolescente, pero tuve que hacer las cosas como un hombre, hasta el punto de tener que plancharme mi propia ropa. Nunca pensé que a los 11 años tendría que hacerlo. Mi fuerza mental empezó en esos momentos. Ser la persona que soy, tener lo que tengo, mi patrimonio, mi vida, después de estas dificultades, es fantástico.
Escribió el mitólogo Joseph Campbell que la gran pregunta de nuestro tiempo es si elegiremos las máquinas o la humanidad. En el cambio de actitud de CR7 hay un momento clave: la ceremonia del Balón de Oro de 2013, cuando se le vio casi incapaz de dar las gracias al recoger el trofeo. Entonces sólo pudo atropellar palabras y sorber lágrimas durante dos minutos y medio. Lágrimas de rabia por lo que había sufrido para imponerse a Messi, cuatro años consecutivos en lo más alto. Lágrimas de orgullo por el hijo que corrió a abrazarle ante una audiencia planetaria. Lágrimas de felicidad, no como las que derramaba por teléfono en su primer año en el Sporting de Lisboa, cuando pedía que lo llevasen de vuelta a Madeira porque en la escuela hasta la profesora se burlaba de su acento tan cerrado. En su frustración, llegó a estrellar una silla contra una pared de clase. Sólo la insistencia de su madre y su padrino le convencieron de que permaneciese en la Academia. Y de allí, al triunfo absoluto.Atrás quedaba Quinta Falcao, el barrio en el que nació y se crió el personaje más popular del mundo en las redes sociales (más de 188 millones de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram). «Salió de la pobreza. De pequeño quería ganar a cualquier juego, tenía ese instinto de competir para sobrevivir, para escapar de allí», confirma Luca Caioli. El periodista milanés le siguió el rastro para escribir Cristiano Ronaldo. Una ambición sin límites (Ed. Córner) «Empecé con una mala imagen de él, de prepotente, y acabé teniendo una buena, porque tras su caparazón descubres sus historias de vida». Coincide con él Manuel Pereira, el veterano corresponsal en España del diario A Bola. «En su película habla de cosas que dicen mucho a su favor. Cosas que las familias esconden él las expone ahí claramente: que su padre fue borracho, que su madre no quiso tenerlo y estuvo a punto de abortar, que su hermano fue drogadicto...».La marcha de CR7 dejaría la Liga coja. Cristiano es un referente por su vitrina, colmada como la de muy pocos, pero también por su insistencia en que todo esté impecable, ya se trate del flequillo o la disposición en un rondo. Y sobre todo Cristiano es Cristiano por su obsesión con ser siempre el número uno. En eso nadie le supera. «Ganar es lo más importante para mí. Es tan simple como eso», suelta al principio de su documental a modo de declaración de intenciones. «Hay gente que me quiere, hay gente que me odia, que dice que soy arrogante, que soy vanidoso o esto o lo otro. Es parte de mi éxito. Estoy hecho para ser el mejor». «Quiere jugarlo todo, el muy bruto, y va a quemar la vela por los dos extremos», subraya uno de los periodistas que mejor lo conoce. «La pregunta es: ¿hasta cuándo podrá mantener este nivel?», apunta Pereira. «Ya está en el límite», le responde Caioli.Nada es suficiente para el tipo que celebra cada gol con una especie de abucheo a sí mismo. Incluso David Navarro, el central del Levante que por poco lo deja tuerto de un codazo, aplaude su dedicación: «Es un perfeccionista». Hace dos años Cristiano se compró una criosauna con la que se recupera a -200ºC del desgaste de cada partido. Pedaleando en una bici estática en el fondo de una de sus piscinas se le vio al volver del Mundial de Brasil, del que se despidió prácticamente sin haber aparecido por culpa del tendón rotuliano y una selección mediocre. El problema es que sus machaques en el gimnasio se interpretan desde la grada como egoísmo cada vez que decide ahorrarse una carrera. O cuando insiste en anclarse en el centro del área, lejos de la banda en la que ha sido Depredador III. En esos momentos da la impresión de jugar sólo para el Cristiano Fútbol Club.Ahora que se entreabre la puerta, uno de los entrenadores que lo ha tenido en el Real Madrid reflexiona: «¿En el fondo quién ha conquistado de verdad el Bernabéu? Di Stéfano y Raúl. Gente que demostraba esfuerzo, que lo daba todo en el campo. Cristiano nunca conquistará del todo el Bernabéu». Tampoco ayuda que al marcar de penalti en un 4-1 se quite la camiseta para lucir tableta, por mucho que sea en pleno subidón en una final de Champions. «Culturista», le ha atizado estos días Alfredo Relaño, director de As, para quien «ya no es exactamente un futbolista, sino un Narciso que juega al fútbol». Guti coincidió un año a su lado en el coliseo blanco y sin embargo opina que «hay Cristiano para rato». «Un jugador de su edad no ha llegado aún a su tope. Además, la experiencia te permite ganar por otro lado», añade.Con todo, el gran cortocircuito entre los abonados blancos y el luso se produjo tras su última fiesta de cumpleaños, el pasado 15 de febrero. Venía el equipo de perder 4-0 frente al Atlético y aquella juerga con el cantante Kevin Roldán se interpretó como una traición. La buena sintonía de CR7 con los dueños del Paris Saint-Germain sirve igualmente para explicar el desencanto hacia una figura que en cualquier otro club sería indiscutible. «Cristiano está bajo la lupa», escribió Santiago Segurola en Marca tras los 10 goles al Rayo. Ni siquiera semejante tunda evitó el ruido de fondo.
¿Cómo ves el enfrentamiento entre los que te quieren y los que no?
No lo veo como una batalla. Todo el mundo puede pensar lo que quiera. Yo me voy a la cama todos los días con la conciencia tranquila y duermo bien. No podemos vivir obsesionados con lo que otros piensan de nosotros. Si no, no viviríamos. Ni siquiera Dios agradó a todo el mundo.
¿Crees que tus gestos en el campo, para bien o para mal, han marcado la imagen que se tiene de ti?
Obviamente que sí, pero me salen con naturalidad, no los planeo, los hago porque no me gusta perder. Y a veces me arrepiento. Mucha gente dice que nunca se arrepiente de lo que hace. Es mentira. Yo al menos me arrepiento muchas veces. Pero eso también explica la persona que eres. Si soy así, si todo lo que he conseguido en el fútbol ha sido por ser así, no se me puede pedir que cambie. Si se me pide mejorar, lo acepto. Pero cambiar es muy complicado.
Convivir con Cristiano, que lo mismo reclama cariño a la afición («Estoy triste») que le dedica algún foda-se («Hay que joderse»), es más fácil de lo que se piensa. Sus aspavientos y reproches nunca van más allá del terreno de juego. Si él tiene algo que decir, lo hace directamente con la persona involucrada. La tirantez con Casillas tras una crítica de Sara Carbonero en televisión se resolvió tras una charla entre ellos. En la caseta, donde confiesa que mayormente se habla de relojes, bolsos y chicas -con apuestas incluidas sobre quien es capaz de seducir a ésta u otra presentadora-, sus grandes aliados son Pepe y James. Aunque él es detallista con todos. Tras ganar la Décima, regaló a cada compañero un reloj Bulgari de 8.000 euros. Y al principio de cada temporada obsequia lo último en tecnología (teléfono inteligente o tableta) a cada miembro del cuerpo técnico y departamento de fisioterapia.Sus colaboraciones con ONG y proyectos benéficos prefiere no airearlas. Nada salió en prensa de la vez que abrió la tienda del Bernabéu en pleno Puente de diciembre para pagar de su bolsillo unas camisetas para unos niños en riesgo de exclusión social. Cristiano reconoce que quiere crear una fundación para ayudar a los más pequeños. «Es algo que estamos estudiando y que, sinceramente, me gusta. Yo no creo que el papel social sea una obligación de un jugador de fútbol. La gente no puede pensar: "Tiene dinero, tiene que ayudar". No estoy obligado a hacerlo. Pero me siento bien ayudando a otros poco o mucho. Dios me da el doble. Después de haber sido padre miro la vida de manera diferente», admite con madurez de treintañero quien fue tachado de frívolo en el pasado, cuando se dejaba 3.500 euros en productos cosméticos en el control de seguridad de un aeropuerto. O cuando, quejoso, decía: «He estado en Manhattan y no me ha reconocido nadie».El nacimiento de Cristiano Ronaldo Junior -anunciado en Facebook en 2010 por sorpresa y sin divulgar el nombre de la madre- es una de las grandes nebulosas en la vida de alguien paradójicamente tan expuesto al juicio público. La otra es la ruptura con la modelo rusa Irina Shayk, su pareja durante cinco años. Pero volvamos al niño. «Yo me pongo en su lugar. Ya sabes cómo son de crueles en el colegio. Mil veces le habrán preguntado ¿quién es tu madre? ¿Qué contestará él? ¿Qué le habrán contado en su casa?», se preocupa Oliveira por el hijo de su compatriota.En su cinta autopromocional, a Cristiano se le ve proyectar continuamente al pequeño a modo de miniyo. Hay varios pasajes que le arquearían las cejas a Sir Alex Ferguson, su entrenador y a la vez tutor en Inglaterra. En uno de esos momentos, Cristiano pone a prueba al chaval preguntándole qué coche falta en un garaje casi de emir (Porsche, Rolls-Royce, Mercedes, Ferrari...). «Voy a ser portero. ¿Vale, papá?». «No, no quiero». «Pero yo sí». «¿Portero? ¿Estás de broma o qué?», le afea en otra ocasión. Según constata un corresponsal en Lisboa, las fotografías de CR Junior -y la actividad de su padre en su ático de lujo de la Avenida da Liberdade- son asuntos de interés nacional.
¿Qué tipo de padre aspiras a ser para él?
El mejor posible. Para mí lo más importante es la educación. Eso es algo que voy a intentar que nunca le falte. Lo demás es una incógnita. Un niño que crece en una casa con todo... Es complicado, porque yo no he crecido así. Puede que a él le vaya a costar un poquito ver el mundo real, pero yo me siento bien dándoselo todo. Si les das una buena educación a tus hijos, lo demás lo puedes controlar.

Hace algunas temporadas, en la víspera de un partido en Andalucía, Cristiano cenaba con el resto de la plantilla mientras la tele emitía un encuentro del Barça. Messi marcó dos goles y para su némesis fue demasiado: lanzó la servilleta con rabia, arrastró la silla para atrás y enfiló su habitación sin decir una palabra. «Ver a Messi con el Balón de Oro cuatro veces seguidas fue difícil para mí. Después de que ganara el segundo o el tercero seguidos, dije: "No vengo más"», le confiesa al director Anthony Wonka. Esa rivalidad enfermiza ya no existe. Da la impresión de que los dos últimos grandes peloteros salidos de la calle, dos hijos del desarraigo, han descubierto que es preferible ser Bird y Magic que Fischer y Spassky. «La relación ha mejorado mucho. Fue muy divertido ver a Cristiano antes de la entrega del último Balón de Oro decirle a Messi 'mi hijo es fan tuyo' y ver también al otro emocionarse. Al final incluso los aficionados han superado esta dicotomía», enfatiza Caioli.No se ha ido (todavía), y sin embargo la saudade asoma por la esquina. Algunos periodistas rememoran cómo era el ídolo con mechas ante el que 90.000 personas se postraron bíblicamente el día de su presentación en Concha Espina. La estrella que tenía tiempo de pachanguear o que podía tomarse un café en el aeropuerto sin su séquito. En opinión de Pereira, «el Cristiano actual no tiene nada que ver con el que llegó a Madrid hace seis años. Ha aprendido muchísimo. Todo lo que dice está muy pensado. No es alguien que se arriesgue en los pasos que tiene que dar».Ahora a CR7 le toca asumir que incluso para él hay límites. Después se apagarán los focos y... «Quiero vivir como un rey», anuncia con intención de hacerse invisible entre la multitud de Las Vegas o en aguas de Formentera. De diluirse en la leyenda. Su desafío final (entrevistado jornalista do El Mundo, JOSE MARÍA ROBLES,com a devida vénia)

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