Braulio González cuida coches en uno de los accesos al Parque Nacional El Ávila, que domina Caracas, en Venezuela. En una mañana de domingo logra juntar dos billetes de 50.000 bolívares –equivalentes a dos centavos de dólar—y tres paquetes de galletas. “La gente no tiene sencillo”, dice resignado en referencia a los billetes. Por eso, González tiene anotado en un papel sus datos bancarios, disponibles para aquel que se anime a hacerle una transferencia como propina. González, asegura, vive de su trabajo. Camino a una nueva jornada laboral, Zoraida Chirinos, residente de las zonas obreras de Petare, se detiene en un banco: necesita efectivo para pagar el autobús. Luego de una fila de media hora, recibirá un billete de 500.000 bolívares, unos 25 centavos de dólar. Por estos días, cuenta, es frecuente que los cajeros automáticos no tengan efectivo. Olga Bravo, de 80 años, tuvo que llamar a su hijo para que acudiera a su rescate en el estacionamiento de un centro comercial del este de la ciudad: no disponía de efectivo y no había puntos electrónicos para tarjetas de débito. Solo aceptaban “pago móvil”, un mecanismo que ella desconocía.
La escasez de
dinero en efectivo en Venezuela, ya sean bolívares o dólares, complica hasta el
extremo las transacciones más elementales y produce con frecuencia escenas como
las de González, Chirinos o Bravo. La hiperinflación se ha devorado tres
familias de billetes emitidos durante los últimos seis años. Las piezas en
efectivo representan hoy apenas el 2% de toda la liquidez monetaria en el país.
La autorización oficial sobre el uso del dólar ha paliado la escasez, pero no
ha resuelto el problema: es muy difícil obtener cambios para billetes de 10 o
20 dólares. Aquel que tenga un billete de mediana o alta denominación debe
saber que probablemente le convenga gastar todo el monto, en lugar de aquello
que necesite.
“A esta situación
hemos arribado porque el Gobierno de Nicolás Maduro se ha empeñado el financiar
el déficit fiscal de las cuentas del Estado a través de la emisión de dinero
inorgánico. La creación de liquidez genera una especie de tsunami: en 2019, por
ejemplo, creció 5.000%”, dice Rodrigo Cabezas, economista de la Universidad del
Zulia y exministro de Finanzas de Hugo Chávez. “Venezuela es la única economía
del mundo en hiperinflación en este momento”, agrega José Manuel Puente,
economista y académico de las Universidades de Oxford y Salamanca. “La emisión
del propio billete, la tinta y los mecanismos de seguridad para imprimirlos
terminan siendo más costosos que el valor nominal de cada pieza”, agrega.
La autorización
para el uso del dólar no ha mejorado las cosas en una economía que sufre
sanciones internacionales y una industria petrolera quebrada por el despilfarro
y la corrupción. No existe en el país un sistema de transacciones
internacionales, como Western Union, que agilice las remesas de la diáspora.
Ante los cuellos de botella generados por su propia impericia, el gobierno de
Maduro ha impulsado los sistemas de pago digital, que ahora están muy
extendidos. Algunos de ellos, incluso, funcionan para los programas de
subsidios estatales, como sistema Patria o la Billetera Móvil. A ellos se suma
el uso de criptomonedas y los sistemas de pago por internet. El comercio se ha
ido habituando al sistema, con transferencias acreditadas con fotografías que
se envían por wasap. La clase media atiende sus necesidades haciendo pagos con
el sistema automatizado Zelle, de la banca internacional.
“La economía
produce pocos dólares, hay muy poca inversión extranjera en el país”, afirma
Leonardo Vera, miembro de la Academia Venezolana de Economía y agrega: “Hay
países donde el dinero electrónico ha avanzado mucho y los requerimientos de
efectivo son bajos. Pero en países donde la economía informal es elevada y hay
problemas con el empleo, las necesidades de efectivo puede ser muy altas, y ese
es nuestro caso”. “Hasta finales del siglo pasado y los primeros trece del
actual”, dice el exministro Cabezas, “la participación de los billetes en el
total de la liquidez de la nación era de 10%. En América Latina el promedio es
de 14%. En la economía nacional están faltando 64 billones de bolívares en
emisión de monedas y billetes; unas 16.000 millones de piezas.”
Para Víctor
Álvarez, economista y también exministro en tiempos de Hugo Chávez, “la
dolarización que está en curso no es un proceso oficial”. “No se trata de una
substitución absoluta de dólares por bolívares luego de un cálculo matemático.
Habitualmente esos procesos se dan luego de un acuerdo con la Reserva Federal
de los Estados Unidos, que es quien imprime los billetes una vez que una nación
decide dolarizar su economía. Las autoridades venezolanas están sancionadas por
el Departamento del Tesoro. Los dólares que ingresan a Venezuela tienen un
origen variado: repatriación de capitales, remesas, exportaciones privadas, lo
poco que pueda entrar por la producción de oro y petróleo, y finalmente, lo que
entra por lavado de dinero.”
El Banco Central
de Venezuela acaba de emitir tres nuevos billetes de 200.000, 500.000 y un
millón de bolívares. Ninguno de ellos llega a valer un dólar. El Gobierno
chavista fomenta ahora el ingreso de capitales y flexibiliza las normas de la
economía. Para el exministro Cabezas, no será suficiente. “No será posible una
mejora en la economía que nos permita detener la recesión, parar la
hiperinflación y recuperar la industria petrolera si no hay un cambio político
en Venezuela”, dice (El Pais)
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