El verano pasado,
se abrió en Caracas un nuevo supermercado —o bodegón, como se les conoce—
repleto de productos iraníes. Fue una estridente señal de colaboración entre
Venezuela e Irán, dos países sancionados por Estados Unidos que buscan
fortalecer sus economías e ingresos en los márgenes de la geopolítica. Para
muchos venezolanos, la tienda es una más de muchas que ofrecen productos
importados. Para otros, quienes esperan que las prohibiciones de Washington
cumplan con el objetivo de presionar al Gobierno de Nicolás Maduro para que
salga, el anuncio sembró una duda: ¿puede Venezuela terminar como Irán?
El país del medio
oriente lleva décadas paliando sanciones de EE UU. Ni las protestas sociales,
ni las dificultades para integrarse al comercio internacional han logrado el objetivo
que busca el Gobierno estadounidense: que Irán renuncie a sus armas nucleares.
Si bien el propósito de las sanciones a Venezuela es otro, la lógica es
similar: se trata de apretar a los Gobiernos por la vía económica hasta que
cedan. Con Venezuela e Irán trabajando juntos, es inevitable cuestionar el
impacto que las sanciones han tenido en el país latinoamericano. El martes, un
senador estadounidense instó a la Administración del presidente Joe Biden a
permitir intercambios de combustible diésel entre empresas privadas y
Venezuela, argumentando que la prohibición está empeorando la grave crisis
humanitaria del país sudamericano.
“El colapso económico de Venezuela precede a las sanciones”, dice tajante Ricardo Hausmann, profesor de Economía del Desarrollo de la Universidad de Harvard y exministro de Planificación del país en la década de los noventa. La caída acumulada de la economía venezolana bajo el chavismo es del 75% hasta la fecha, apunta, pero para 2017, año en que EE UU impone las primeras sanciones, la caída ya era de 65%. “El impacto de las sanciones tiene que ver con cuánto hubiese seguido cayendo Venezuela sin sanciones con respecto a cuánto cayó con sanciones; y esa diferencia es difícil de asignar”.
Caída petrolera
Las sanciones se
enfocan en limitar los ingresos del Gobierno, incluyendo las rentas petroleras.
En julio de 2017, Trump tomó un paso inicial y bloqueó los activos del Gobierno
de Maduro en EE UU, además de prohibir que los bonos de deuda venezolanos
cotizaran en el mercado estadounidense. Hay quienes argumentan que fue esto lo
que ocasionó una dramática caída en la producción petrolera, pero es imposible
separar esto de la decisión que tomó el gobierno en 2018 de despedir a la
mayoría de los gerentes de la empresa del estado Petróleos de Venezuela
(PDVSA), incluyendo al presidente, y reemplazarlos con militares, dice
Hausmann: “Obviamente, eso tuvo un efecto sobre la producción”.
El Gobierno de EE
UU admitió en un reporte publicado el mes pasado que las sanciones fueron un
factor entre varios que han contribuido al declive de la economía venezolana.
“Las sanciones, particularmente aquellas impuestas a la compañía petrolera
estatal en 2019, probablemente contribuyeron al declive más pronunciado de la
economía venezolana, principalmente al limitar los ingresos de la producción de
petróleo”, dice el reporte de la Oficina de Rendición de Cuentas (GAO, por sus
siglas en inglés). “Sin embargo, la mala gestión de la petrolera estatal de
Venezuela y la caída de los precios del petróleo son otros factores que también
han afectado el desempeño de la economía durante este periodo”.
La segunda ronda
de sanciones impuestas en 2019 no prohíben directamente a las empresas a hacer
negocios con PDVSA. Lo que el Gobierno de EE UU hizo fue congelar las cuentas
de la filial de la empresa en su territorio, a través de la cual hace negocios
en el extranjero. Si una empresa quiere hacer negocios con PDVSA lo puede
hacer, pero las ganancias permanecen en los bancos en EE UU, no pueden llegar
al Gobierno de Maduro.
Esta ronda de
sanciones, dice Hausmann, terminaron liberalizando la economía. “Las sanciones
prohibieron a la gente hacer negocios con el gobierno venezolano, no con
venezolanos de a pie”, explica. Hasta el año 2019, el Gobierno había
monopolizado la importación y, a partir de las nuevas sanciones “no tuvo más
alternativa que liberalizar la importación, liberalizar los precios, unificar
el tipo de cambio de facto, eliminar los controles”. Esto tuvo un impacto
directo en la comida, medicinas y bienes que los ciudadanos pueden importar al
país.
De puntillas
Lo que es difícil
de cuantificar es el “sobre cumplimiento” de las sanciones por parte de
organismos privados internacionales, cosa que afecta a la inversión y a la
ayuda humanitaria en medio de una grave crisis de desnutrición y salud que
afecta a siete millones de personas con necesidades extremas, dice Tamara
Herrera, directora y economista jefe de Síntesis Financiera, firma
independiente de análisis en Caracas. “¿Quiénes están perjudicados por las sanciones?
Bueno, el sector privado nacional ha sufrido, en distinto grado, el problema
del sobre cumplimiento. La ayuda humanitaria también”.
Es decir, una
organización interesada en exportar productos, en invertir o en enviar ayuda
humanitaria lo piensa dos veces, porque la falta de transparencia por parte del
Gobierno venezolano, así como los requerimientos de EE UU para asegurarse de
que no están en violación de las sanciones, termina ahuyentando el capital o la
ayuda, explica Herrera. “Es un efecto de exceso de cumplimiento a manera de
prevención que no está estipulado en las sanciones,” dice la especialista, “las
empresas tienen que andar de puntillas”.
El Departamento
del Tesoro de EE UU y del Estado han tomado medidas para “mitigar las
consecuencias negativas”, de acuerdo con el reporte de la GAO. El Tesoro emitió
licencias que permiten varios tipos de transacciones de asistencia humanitaria
en Venezuela y mantiene un centro de llamadas y una cuenta de correo para que
organizaciones pueden recibir asistencia con problemas de cumplimiento
relacionados con las sanciones.
El presidente Joe
Biden y su administración “han dicho que habrá una revisión completa de los
programas de sanciones anteriores y los efectos adversos en temas humanitarios,
especialmente de los últimos cinco años y eso incluirá a Venezuela, porque
Venezuela ha sido uno de los países más sancionados junto a Siria, Corea del
Norte y China”, dice Jason Bartlett, investigador asociado del Centro para la
Nueva Seguridad Americana (CNAS son sus siglas en inglés) en Washington. El
CNAS es alma mater de varios consejeros a la Administración de Biden y de
Barack Obama.
“También, yo creo
que habrá un cambio en la manera en que se usan las sanciones”, dice Bartlett
al teléfono desde Washington. “Y esto es algo que la administración y sus
designados, desde antes de ser nombrados, han mencionado, que las sanciones son
una herramienta de política, no son una política en sí. Entonces, si se usa las
sanciones únicamente como su política exterior, eso no es una estrategia. Estas
deben desempeñar solamente un papel complementario”.
Las sanciones
“eternas”
Bartlett, quien
enfoca su trabajo en países sancionados, advierte que los lazos comerciales y
de cooperación entre Irán y Venezuela no deben necesariamente apuntar a que el
país latinoamericano aguantará las sanciones por décadas, como Irán. “Si bien
ambas economías son petroleras, tienen diferencias importantes”, explica. “La
economía de Irán está mucho más diversificada que Venezuela y ese es un tema
muy importante, porque si la mayoría de estas sanciones están dirigidas a este
sector puede haber un impacto más fuerte”.
“También estamos
viendo algunas similitudes en la manera en que Maduro está usando este dolor
económico como una forma de justificar su régimen y justificar su control y
usarlo como una forma de propaganda, lo que puede ser una indicación de que las
sanciones están siendo efectivas si el régimen está preocupado, tratando de
mantener el apoyo de la gente”, agrega Bartlett.
La posibilidad de
que el Gobierno de Venezuela se adapte a las sanciones y termine como Irán “es
un escenario preocupante definitivamente”, dice Hausmann. ”También así estuvo
Cuba con sanciones forever. Pero lo cierto, lo científicamente cierto, es que
las tres veces que se sentaron a negociar el único peso que tenía la oposición
eran las sanciones, no hay nada que el régimen de Maduro quiera de la oposición
venezolana que pude obtener en una negociación, salvo las sanciones” (El Pais)
Sem comentários:
Enviar um comentário