La emergencia del coronavirus ha sacudido la profunda crisis política de Venezuela. El país afronta la pandemia con un sistema sanitario diezmado por la mala gestión y la falta de recursos, mientras millones de personas no pueden permitirse cumplir la cuarentena decretada por las autoridades porque sus ingresos dependen de la economía informal y necesitan salir para abastecerse. La gravedad de la situación ha reactivado la iniciativa del jefe del legislativo, Juan Guaidó, que planteó la conformación de un Gobierno de unidad nacional sin la presencia de Nicolás Maduro.
Se trata de la primera vez que el líder opositor, que lleva más de un año de pulso con el mandatario chavista, propone con claridad un acuerdo entre todas las fuerzas políticas. Su referencia habitual a un Gobierno de transición y a unas elecciones con garantías no podía concretarse al margen del consenso político. Esa idea siempre fue implícita. Pero al mismo tiempo era un tabú, sobre todo para el ala más radical de la oposición, que no ha dejado de demandar una intervención de Estados Unidos.
La urgencia generada por la Covid-19, que ha puesto en evidencia el colapso del país, ha propiciado un giro de las premisas. “A quienes me apoyan y han apoyado en este camino, debo decirles que debemos ser realistas”, manifestó Guaidó el fin de semana. “Para que sea posible y para que sea sostenible, un Gobierno de emergencia nacional no puede estar conformado sólo por quienes piensan como nosotros. Y tampoco puede estar conformado sólo por nosotros y quienes hoy sostienen a la dictadura; debe ser amplio e incluir a todos los sectores políticos y sociales necesarios para afrontar esta grave emergencia que se nos viene”, dijo.
Solo hay una condición, según el dirigente venezolano, y es que Maduro no esté al frente, lo que de entrada dificulta enormemente ese camino, al menos a corto plazo. En las filas opositoras consideran que las acusaciones de narcotráfico formuladas la semana pasada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos inhabilitan al sucesor de Hugo Chávez y a su entorno. Washington puso, además, precio a sus cabezas, ofreciendo 15 millones de dólares por información que lleve a la detención de Maduro y 10 millones por líderes oficialistas como Diosdado Cabello o el ministro de Defensa, Vladimir Padrino.
La decisión de la justicia estadounidense ahondó el aislamiento del régimen y cerró la puerta a los intentos de cooperación bilateral que Caracas estaba ensayando con la vecina Colombia para tratar de contener los efectos del coronavirus a lo largo de una frontera de más de 2.200 kilómetros. El propio Maduro reconoció la dimensión de la urgencia y la falta de liquidez del Gobierno en una inédita petición de ayuda. El mandatario solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) un crédito de 5.000 millones de dólares. El organismo rechazó la concesión del préstamo porque entre sus miembros no hay acuerdo sobre el reconocimiento del régimen. El mero hecho demuestra la soledad del Gobierno y multiplica la vulnerabilidad, sanitaria y económica, de la población ante el virus. De momento, según las cifras oficiales, se han registrado 129 contagios y tres muertes.
En las últimas semanas, el chavismo y la oposición habían dado algunos pasos hacia una negociación. Hasta llegaron a pactar el proceso de renovación del Consejo Nacional Electoral con vistas a la celebración de los comicios parlamentarios previstos este año. Sin embargo, el régimen no deja de acosar a Guaidó y a sus colaboradores. El líder opositor denunció el domingo por la noche un registro en su vivienda. “De nuevo la dictadura en mi casa, con la misma excusa […] un supuesto contagio del virus. El objetivo: aterrorizar”, mantuvo.
La propuesta de un Gobierno de unidad supone para el núcleo duro del chavismo el enésimo desafío. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no está dispuesto a dejar caer a Maduro, quien pese a la presión de la oposición y de la comunidad internacional –más de 50 países siguen reconociendo a Guaidó como presidente interino– mantiene el control de los resortes del Estado y sobre todo de las Fuerzas Armadas. Este lunes el dirigente bolivariano dirigió una carta “a los líderes del mundo” en la que atribuye a Estados Unidos la responsabilidad de la emergencia sanitaria que sufre Venezuela en plena pandemia. “En lugar de enfocarse en las políticas de cooperación mundial”, escribe Maduro, “ha rechazado las solicitudes de la comunidad internacional para que se levanten o flexibilicen las ilegales sanciones que impiden a Venezuela acceder a medicamentos, equipos médicos y alimentos”. Al habitual repertorio antiimperialista, el mandatario venezolano añadió una acusación concreta: “Ha prohibido la realización de vuelos humanitarios desde Estados Unidos hacia Venezuela para repatriar a centenas de venezolanos atrapados en la crisis económica y sanitaria que vive el país del norte” (El Pais)
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