Los cursis lo llaman signo declinante. En el bar,
donde las cosas se nombran señalándolas con el dedo, a la pérdida de chispa se
la despacha con menos fanfarria. O con mayor crudeza. Basta decir 'stacabao con
palillo entre los dientes para poner a un jugador en el disparadero. Así
ejecuta a veces la voluntad popular. Con Alzheimer hacia sus propios mitos.
Cristiano Ronaldo cumplirá 31 años en febrero y el runrún viene Castellana
abajo cada vez más fuerte. ¿Y si...? ¿Ya no es capaz de...? ¿A qué esperan
para...?Horas después del 8-0 al Malmoe y en un dúplex de ésos de aparcamiento
con estanque, mobiliario de importación y cristaleras desde donde las Cuatro
Torres parecen un animal disecado, CR7 hace justo lo contrario de lo que había
estado haciendo en los últimos meses: se relaja. Tal vez intuya que lo que
viene ahora le será menos favorable sobre el césped. Que bajo su apariencia de
prototipo perfecto empieza a verse al héroe mortal. Si es así, no lo
exterioriza. Él sigue dedicándose a sus cosas. A ser Cristiano Ronaldo. Y
advierte: que no le esperen en las ligas menores de Qatar o Estados Unidos. El
día que diga adiós en un estadio lo hará «con dignidad».De momento, el jugador
que durante la última década ha interpretado cada partido como una ópera de
Wagner, el único delantero con kriptonita frente al mejor Barça de siempre, el
dueño de tres Balones de Oro, confiesa sentirse «muy a gusto» en el Real Madrid
y en España. Lo dice sentado en un sofá con camisa blanca, vaqueros oscuros y
zapatillas dejémoslo en poco discretas. Tiene tan buen cutis como mi sobrino
pequeño y a unos metros es difícil comprobar si huele a perfume o a coco, como
Beckham. Por cierto: el dúplex no es el suyo, pero vale para hacerse una idea.
Un campeón como tú, que juega más de 60 partidos por
temporada al máximo nivel, ¿ha decidido qué va a hacer en el futuro?
No al 100%, pero tengo mucho de lo que ocuparme. El
futuro se construye desde joven. Desde los 27 años desarrollo mi línea de ropa,
y quiero que mi marca siga creciendo porque el fútbol va a terminar en cinco,
seis, siete, 10 años.
¿Y entonces?
Después hay otra vida. Pienso que al principio me va a
costar un poco, pero si ahora me preguntas si quiero ser entrenador, digo que
no. Tampoco directivo de un club, ni presidente.
Alguien que lo tiene todo, ¿qué echa de menos en su
día a día?
(Pensativo) Es difícil... Tengo una vida muy
condicionada porque vivo para el fútbol, me gusta estar bien y hacer las cosas
bien. Con eso no quiero dar la impresión de estar quejándome. No. Mi vida es
top, pero pienso que voy a disfrutar más cuando termine la carrera, cuando
tenga tiempo para hacer lo que me gusta.
¿Qué te falta?
Tú puedes decir: tienes un trabajo de puta madre,
dinero, coches, casas... Pero eso no lo es todo. Un ejemplo: este sábado hay un
combate de boxeo en Las Vegas y me gustaría coger a mi familia y mis amigos e
ir a verlo. Y no puedo porque no tengo tiempo. No me puedo lamentar ahora
porque me estoy sacrificando, entre comillas. Pero después quiero vivir como un
rey.
Una furgoneta nos lleva desde Alonso Martínez hasta La
Finca, el País de Oz del famoseo madrileño. Somos tres periodistas de otros
tantos países para entrevistar a Cristiano. Ninguno ha tenido antes enfrente a
alguien que ingresa al año cerca de 80 millones de euros y acaba de pagar 19
para tener su propio avión, así que el trayecto recuerda más a cualquier
despegue espacial que a la cortinilla de Los Soprano: hay miradas laterales y
uñas mordidas. Al llegar al lugar del encuentro todavía no sabemos que pasarán
más de tres horas hasta que el Superman portugués aparezca. Entretanto, nos
confinan con Wi-Fi, catering de proporciones familiares y un billar al que
nadie le apetece jugar.Cuando por fin lo tenemos enfrente, Cristiano atiende
durante 20 minutos. Presenta CR7 Drive, la nueva bebida de Herbalife para
mejorar la hidratación y la resistencia. Responde sobre los beneficios del
producto desarrollado con su colaboración para la multinacional especializada
en nutrición deportiva, pero también se pronuncia con sinceridad sobre otras cuestiones
que seguramente esquivaría en zona mixta, donde no hay tiempo ni ganas para
confidencias. Se le nota aliviado tras reconducir su relación con Benítez y
superar unos dolores en la rodilla izquierda. O quizás liberado por el estreno
de su película documental, donde se ve su lado más íntimo y vulnerable. Le
felicitamos por el enésimo récord goleador y guiña un ojo.
¿Cómo haces para soportar la presión?
La sobrellevo mejor por la vida difícil que he tenido,
de eso no tengo ninguna duda. Salir de casa a los 11 años para ir a un mundo
diferente, primero a Lisboa y luego a Manchester, fue muy difícil. De los 11 a
los 18 años gané estabilidad. La persona que soy se debe al tiempo que pasé sin
mi familia y a los tiempos difíciles. Era un adolescente, pero tuve que hacer
las cosas como un hombre, hasta el punto de tener que plancharme mi propia
ropa. Nunca pensé que a los 11 años tendría que hacerlo. Mi fuerza mental
empezó en esos momentos. Ser la persona que soy, tener lo que tengo, mi
patrimonio, mi vida, después de estas dificultades, es fantástico.
Escribió el mitólogo Joseph Campbell que la gran
pregunta de nuestro tiempo es si elegiremos las máquinas o la humanidad. En el
cambio de actitud de CR7 hay un momento clave: la ceremonia del Balón de Oro de
2013, cuando se le vio casi incapaz de dar las gracias al recoger el trofeo.
Entonces sólo pudo atropellar palabras y sorber lágrimas durante dos minutos y
medio. Lágrimas de rabia por lo que había sufrido para imponerse a Messi,
cuatro años consecutivos en lo más alto. Lágrimas de orgullo por el hijo que
corrió a abrazarle ante una audiencia planetaria. Lágrimas de felicidad, no
como las que derramaba por teléfono en su primer año en el Sporting de Lisboa,
cuando pedía que lo llevasen de vuelta a Madeira porque en la escuela hasta la
profesora se burlaba de su acento tan cerrado. En su frustración, llegó a
estrellar una silla contra una pared de clase. Sólo la insistencia de su madre
y su padrino le convencieron de que permaneciese en la Academia. Y de allí, al
triunfo absoluto.Atrás quedaba Quinta Falcao, el barrio en el que nació y se
crió el personaje más popular del mundo en las redes sociales (más de 188
millones de seguidores en Facebook, Twitter e Instagram). «Salió de la pobreza.
De pequeño quería ganar a cualquier juego, tenía ese instinto de competir para
sobrevivir, para escapar de allí», confirma Luca Caioli. El periodista milanés
le siguió el rastro para escribir Cristiano Ronaldo. Una ambición sin límites
(Ed. Córner) «Empecé con una mala imagen de él, de prepotente, y acabé teniendo
una buena, porque tras su caparazón descubres sus historias de vida». Coincide
con él Manuel Pereira, el veterano corresponsal en España del diario A Bola.
«En su película habla de cosas que dicen mucho a su favor. Cosas que las
familias esconden él las expone ahí claramente: que su padre fue borracho, que
su madre no quiso tenerlo y estuvo a punto de abortar, que su hermano fue
drogadicto...».La marcha de CR7 dejaría la Liga coja. Cristiano es un referente
por su vitrina, colmada como la de muy pocos, pero también por su insistencia
en que todo esté impecable, ya se trate del flequillo o la disposición en un
rondo. Y sobre todo Cristiano es Cristiano por su obsesión con ser siempre el
número uno. En eso nadie le supera. «Ganar es lo más importante para mí. Es tan
simple como eso», suelta al principio de su documental a modo de declaración de
intenciones. «Hay gente que me quiere, hay gente que me odia, que dice que soy
arrogante, que soy vanidoso o esto o lo otro. Es parte de mi éxito. Estoy hecho
para ser el mejor». «Quiere jugarlo todo, el muy bruto, y va a quemar la vela
por los dos extremos», subraya uno de los periodistas que mejor lo conoce. «La
pregunta es: ¿hasta cuándo podrá mantener este nivel?», apunta Pereira. «Ya
está en el límite», le responde Caioli.Nada es suficiente para el tipo que
celebra cada gol con una especie de abucheo a sí mismo. Incluso David Navarro,
el central del Levante que por poco lo deja tuerto de un codazo, aplaude su
dedicación: «Es un perfeccionista». Hace dos años Cristiano se compró una
criosauna con la que se recupera a -200ºC del desgaste de cada partido.
Pedaleando en una bici estática en el fondo de una de sus piscinas se le vio al
volver del Mundial de Brasil, del que se despidió prácticamente sin haber
aparecido por culpa del tendón rotuliano y una selección mediocre. El problema
es que sus machaques en el gimnasio se interpretan desde la grada como egoísmo
cada vez que decide ahorrarse una carrera. O cuando insiste en anclarse en el
centro del área, lejos de la banda en la que ha sido Depredador III. En esos
momentos da la impresión de jugar sólo para el Cristiano Fútbol Club.Ahora que
se entreabre la puerta, uno de los entrenadores que lo ha tenido en el Real
Madrid reflexiona: «¿En el fondo quién ha conquistado de verdad el Bernabéu? Di
Stéfano y Raúl. Gente que demostraba esfuerzo, que lo daba todo en el campo.
Cristiano nunca conquistará del todo el Bernabéu». Tampoco ayuda que al marcar
de penalti en un 4-1 se quite la camiseta para lucir tableta, por mucho que sea
en pleno subidón en una final de Champions. «Culturista», le ha atizado estos
días Alfredo Relaño, director de As, para quien «ya no es exactamente un
futbolista, sino un Narciso que juega al fútbol». Guti coincidió un año a su
lado en el coliseo blanco y sin embargo opina que «hay Cristiano para rato».
«Un jugador de su edad no ha llegado aún a su tope. Además, la experiencia te
permite ganar por otro lado», añade.Con todo, el gran cortocircuito entre los
abonados blancos y el luso se produjo tras su última fiesta de cumpleaños, el
pasado 15 de febrero. Venía el equipo de perder 4-0 frente al Atlético y
aquella juerga con el cantante Kevin Roldán se interpretó como una traición. La
buena sintonía de CR7 con los dueños del Paris Saint-Germain sirve igualmente
para explicar el desencanto hacia una figura que en cualquier otro club sería
indiscutible. «Cristiano está bajo la lupa», escribió Santiago Segurola en
Marca tras los 10 goles al Rayo. Ni siquiera semejante tunda evitó el ruido de
fondo.
¿Cómo ves el enfrentamiento entre los que te quieren y
los que no?
No lo veo como una batalla. Todo el mundo puede pensar
lo que quiera. Yo me voy a la cama todos los días con la conciencia tranquila y
duermo bien. No podemos vivir obsesionados con lo que otros piensan de
nosotros. Si no, no viviríamos. Ni siquiera Dios agradó a todo el mundo.
¿Crees que tus gestos en el campo, para bien o para
mal, han marcado la imagen que se tiene de ti?
Obviamente que sí, pero me salen con naturalidad, no
los planeo, los hago porque no me gusta perder. Y a veces me arrepiento. Mucha
gente dice que nunca se arrepiente de lo que hace. Es mentira. Yo al menos me
arrepiento muchas veces. Pero eso también explica la persona que eres. Si soy
así, si todo lo que he conseguido en el fútbol ha sido por ser así, no se me
puede pedir que cambie. Si se me pide mejorar, lo acepto. Pero cambiar es muy
complicado.
Convivir con Cristiano, que lo mismo reclama cariño a
la afición («Estoy triste») que le dedica algún foda-se («Hay que joderse»), es
más fácil de lo que se piensa. Sus aspavientos y reproches nunca van más allá
del terreno de juego. Si él tiene algo que decir, lo hace directamente con la
persona involucrada. La tirantez con Casillas tras una crítica de Sara
Carbonero en televisión se resolvió tras una charla entre ellos. En la caseta,
donde confiesa que mayormente se habla de relojes, bolsos y chicas -con
apuestas incluidas sobre quien es capaz de seducir a ésta u otra presentadora-,
sus grandes aliados son Pepe y James. Aunque él es detallista con todos. Tras
ganar la Décima, regaló a cada compañero un reloj Bulgari de 8.000 euros. Y al
principio de cada temporada obsequia lo último en tecnología (teléfono
inteligente o tableta) a cada miembro del cuerpo técnico y departamento de
fisioterapia.Sus colaboraciones con ONG y proyectos benéficos prefiere no
airearlas. Nada salió en prensa de la vez que abrió la tienda del Bernabéu en
pleno Puente de diciembre para pagar de su bolsillo unas camisetas para unos niños
en riesgo de exclusión social. Cristiano reconoce que quiere crear una
fundación para ayudar a los más pequeños. «Es algo que estamos estudiando y
que, sinceramente, me gusta. Yo no creo que el papel social sea una obligación
de un jugador de fútbol. La gente no puede pensar: "Tiene dinero, tiene
que ayudar". No estoy obligado a hacerlo. Pero me siento bien ayudando a
otros poco o mucho. Dios me da el doble. Después de haber sido padre miro la
vida de manera diferente», admite con madurez de treintañero quien fue tachado
de frívolo en el pasado, cuando se dejaba 3.500 euros en productos cosméticos
en el control de seguridad de un aeropuerto. O cuando, quejoso, decía: «He
estado en Manhattan y no me ha reconocido nadie».El nacimiento de Cristiano
Ronaldo Junior -anunciado en Facebook en 2010 por sorpresa y sin divulgar el
nombre de la madre- es una de las grandes nebulosas en la vida de alguien
paradójicamente tan expuesto al juicio público. La otra es la ruptura con la
modelo rusa Irina Shayk, su pareja durante cinco años. Pero volvamos al niño.
«Yo me pongo en su lugar. Ya sabes cómo son de crueles en el colegio. Mil veces
le habrán preguntado ¿quién es tu madre? ¿Qué contestará él? ¿Qué le habrán
contado en su casa?», se preocupa Oliveira por el hijo de su compatriota.En su
cinta autopromocional, a Cristiano se le ve proyectar continuamente al pequeño
a modo de miniyo. Hay varios pasajes que le arquearían las cejas a Sir Alex
Ferguson, su entrenador y a la vez tutor en Inglaterra. En uno de esos momentos,
Cristiano pone a prueba al chaval preguntándole qué coche falta en un garaje
casi de emir (Porsche, Rolls-Royce, Mercedes, Ferrari...). «Voy a ser portero.
¿Vale, papá?». «No, no quiero». «Pero yo sí». «¿Portero? ¿Estás de broma o
qué?», le afea en otra ocasión. Según constata un corresponsal en Lisboa, las
fotografías de CR Junior -y la actividad de su padre en su ático de lujo de la
Avenida da Liberdade- son asuntos de interés nacional.
¿Qué tipo de padre aspiras a ser para él?
El mejor posible. Para mí lo más importante es la
educación. Eso es algo que voy a intentar que nunca le falte. Lo demás es una
incógnita. Un niño que crece en una casa con todo... Es complicado, porque yo
no he crecido así. Puede que a él le vaya a costar un poquito ver el mundo real,
pero yo me siento bien dándoselo todo. Si les das una buena educación a tus
hijos, lo demás lo puedes controlar.
Hace algunas temporadas, en la víspera de un partido
en Andalucía, Cristiano cenaba con el resto de la plantilla mientras la tele
emitía un encuentro del Barça. Messi marcó dos goles y para su némesis fue
demasiado: lanzó la servilleta con rabia, arrastró la silla para atrás y enfiló
su habitación sin decir una palabra. «Ver a Messi con el Balón de Oro cuatro
veces seguidas fue difícil para mí. Después de que ganara el segundo o el
tercero seguidos, dije: "No vengo más"», le confiesa al director
Anthony Wonka. Esa rivalidad enfermiza ya no existe. Da la impresión de que los
dos últimos grandes peloteros salidos de la calle, dos hijos del desarraigo,
han descubierto que es preferible ser Bird y Magic que Fischer y Spassky. «La
relación ha mejorado mucho. Fue muy divertido ver a Cristiano antes de la
entrega del último Balón de Oro decirle a Messi 'mi hijo es fan tuyo' y ver
también al otro emocionarse. Al final incluso los aficionados han superado esta
dicotomía», enfatiza Caioli.No se ha ido (todavía), y sin embargo la saudade
asoma por la esquina. Algunos periodistas rememoran cómo era el ídolo con
mechas ante el que 90.000 personas se postraron bíblicamente el día de su
presentación en Concha Espina. La estrella que tenía tiempo de pachanguear o
que podía tomarse un café en el aeropuerto sin su séquito. En opinión de
Pereira, «el Cristiano actual no tiene nada que ver con el que llegó a Madrid
hace seis años. Ha aprendido muchísimo. Todo lo que dice está muy pensado. No
es alguien que se arriesgue en los pasos que tiene que dar».Ahora a CR7 le toca
asumir que incluso para él hay límites. Después se apagarán los focos y...
«Quiero vivir como un rey», anuncia con intención de hacerse invisible entre la
multitud de Las Vegas o en aguas de Formentera. De diluirse en la leyenda. Su
desafío final (entrevistado jornalista do El Mundo, JOSE MARÍA ROBLES,com a
devida vénia)
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