Que me he comportado bien. Muy bien. Que ya tengo la compra de la semana ordenitada en el refrigerador. Que por fin, hasta he planificado el menú para los próximos 7 días. Que hasta he planchado (y no hace falta que nadie se santigüe ante tal confesión). Que he aparcado en línea recta sin invadir la plaza del vecino. Que hasta fui generosa con la propina del café. Hasta me puse el guante al cargar la gasolina. Que entregué todo a tiempo y tecleé un “gracias” en cada mail. Que recordé hasta la tabla completa del 9 antes de decir lo que el impulso me dictaba. “Sé racional”, “sé racional” me repetía mi otro yo laboral. Y hasta le hice caso. Así que sí. Que me lo merezco. Que me tomo el avión. Que no será por “vacaciones”, ni tampoco por “puente”. Que esta vez va por mi (fonte: ABC)