"Había llegado a ese punto de emoción en el que
se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los
sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida
estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme”. Con estas palabras, el
escritor francés Stendhal expresó la fascinación que le produjo en 1817 su
visita a Florencia. Forman parte de su libro ‘Nápoles y Florencia: Un viaje de
Milán a Reggio’, y casi dos siglos después de su publicación, sigue siendo uno
más de los muchos que han enmudecido ante la belleza del centro histórico de la
capital de Toscana. Belleza cultural y gastronómica, en tanto que nadie puede
marcharse sin probar sus cantuccini, su Chianti o platos como la Pappa al
pomodoro (un potaje con tomate y pan), la Ribollita (otro tipo de guiso) o la
Panzanella (ensalada de pan que se come fría en verano). Y todo ello por no
hablar de los ricos helados toscanos (ABC)