Segundo o ABC, “en el
aniversario del atentado de Ali Agca, Juan Pablo II sorprendía al mundo al
desvelar el tercer secreto de Fátima, guardado por la Iglesia más de 80 años. El
13 de mayo de 2000 fue una fecha histórica para los creyentes. Fue el día en
que Juan Pablo II ordenó desvelar el tercer misterio escrito por Lucía, la
mayor y única superviviente de los tres pastorcillos a los que se supuestamente
se les apareció la Virgen de Fátima en 1917. Por orden extresa del Vaticano, el
misterio había sido mantenido en secreto durante 83 años, a pesar de que la
hermana Lucía sólo había pedido que no se revelase antes de 1960, pues «para
entonces sería más claramente entendido». La Iglesia, sin embargo, alargó aquel
plazo 40 años más. Pero fue allí, en el mismo lugar donde la Virgen había
confiado sus mensaje a los niños, y ante más de medio millón de feligreses,
donde el Papa sorprendió a todos: la tercera profecía hablaba de un «Obispo
vestido de blanco» que «subía a una montaña empinada, en cuya cumbre había una
gran cruz de maderos toscos», donde resultaba «muerto por un grupo de soldados
que le disparaban varios tiros de arma de fuego y flecha». Curiosamente, el
Papa polaco no solo escogió su visita a Fátima, con motivo de la beatificación
de Francisco y Jacinto Marto –los dos pastorcillos más pequeños, muertos a
causa de la gripe española en 1918–, para desvelar tan esperado misterio, sino
que lo hizo precisamente el día del noveno aniversario del atentado que él
mismo había sufrido por parte de Ali Agca, el turco que le disparó en Roma
hiriéndole en la mano, brazo y abdomen. La profecía, parece ser, hablaba de él.
Las apariciones de la Virgen
Según la tradición, el 13 de
mayo de 1917, la Virgen se les apareció a Francisco (9 años), Jacinta (7) y
Lucia (10) en la Cueva de Iria, en el paraje agreste que rodea a la apartada
aldea de Aljustrel, a donde habían acudido a cuidar del ganado. Allí les confió
los tres secretos que los dos más pequeños se llevaron poco después a su tumba.
Según las interpretaciones realizadas por la Iglesia, el primer secreto
anunciaba el final de la Primera Guerra Mundial y el estallido de una segunda
guerra más devastadora. El segundo presagiaba la caída del comunismo en Rusia y
la transformación de aquella gran nación que había contribuido a la difusión
del ateísmo. Sólo quedaba el tercer secreto, que pasó por muchas manos antes de
hacerse público en el 2000, mientras Fátima se convertía en uno de los centros
de peregrinación católica más importantes del siglo XX.
El secreto del sobre
El obispo de Leiria no quiso
abrir el sobre sellado que le había enviado Lucia en 1944. Lo guardó pidiendo
que se entregara al Patriarca de Lisboa después de su muerte, como así sucedió.
El sobre llegó al Vaticano en 1957, en la etapa final del Pontificado de Pío
XII, que falleció un año después, posiblemente sin leerlo. Su sucesor, Juan
XXIII, solicitó el texto y pidió ayuda para interpretarlo, aunque luego decidió
mantener el mensaje en secreto, aun habiéndose sobrepasado la fecha dada por
Lucía. «No me hables de eso», zanjó el Pontífice en una ocasión, cuando el
cardenal Silvio Oddi le preguntó por las razones por las que no lo hacía
público. A Juan Pablo II, sin saber muy bien las razones, también le costó dar
aquel paso tan esperado por la cristiandad, en concreto, otros 22 años más”