sexta-feira, fevereiro 04, 2011

Egipto: o discurso de Mubarak

"Os hablo durante unos días críticos que están poniendo a prueba a Egipto y a su pueblo y podrían arrastrarnos a lo desconocido. El país atraviesa unos momentos difíciles y vive una dura experiencia que comenzó cuando los nobles jóvenes y ciudadanos quisieron ejercer su derecho a manifestarse y protestar de forma pacífica, expresando sus preocupaciones y sus aspiraciones, pero enseguida cayeron en la trampa de otros que pretendían extender el caos, la violencia y la confrontación, y violar y atacar la legitimidad constitucional.
Las protestas dejaron de ser un fenómeno noble y civilizado de práctica de la libertad de expresión para convertirse en unos choques desafortunados, movilizados y controlados por fuerzas políticas que querían agravar y empeorar la situación. Amenazaron la seguridad y la estabilidad de la nación mediante actos provocadores, robos, saqueos, incendios, bloqueos de carreteras y ataques contra instalaciones vitales, propiedades públicas y privadas, y llegaron a irrumpir en edificios diplomáticos.
Estamos viviendo, todos, unos días dolorosos, y lo más doloroso de todo es el miedo que se ha apoderado de la gran mayoría de los egipcios y ha causado preocupación y angustia por lo que pueda depararles el futuro a ellos, sus familias y su país.
Los sucesos de los últimos días nos exigen, como pueblo y como gobernantes, que escojamos entre el caos y la estabilidad, y que creemos unas circunstancias nuevas y una nueva realidad egipcia en la que nuestro pueblo y nuestras Fuerzas Armadas tendrán que trabajar con prudencia y pensando en el interés de Egipto y sus ciudadanos.
Queridos hermanos y ciudadanos, he tomado la iniciativa de formar un nuevo Gobierno con nuevas prioridades y nuevos deberes, que respondan a las demandas de nuestros jóvenes y su misión. He confiado al vicepresidente la tarea de mantener un diálogo con todas las fuerzas y facciones políticas sobre todos los temas planteados, relacionados con la reforma política y democrática, las enmiendas constitucionales y legislativas necesarias para hacer realidad esas demandas legítimas y restablecer la ley y el orden, pero algunas fuerzas políiticas se han negado a ese diálogo y se aferran a sus propias agendas sin tener en cuenta la delicada situación actual de Egipto y su pueblo.
En vista de este rechazo al diálogo, que es un llamamiento que sigue abierto, dirijo hoy mis palabras al pueblo, musulmanes y cristianos, viejos y jóvenes, campesinos y obreros, todos los hombres y mujeres egipcios en el campo y en la ciudad, en todo el país.
Nunca he buscado el poder; la gente conoce las difíciles circunstancias en la que asumí mi responsabilidad y lo que he ofrecido a mi país tanto en la guerra como en la paz. Soy un hombre procedente de las Fuerzas Armadas y no está en mi naturaleza traicionar la confianza depositada en mí ni abandonar mis responsabilidades y deberes.
Mi responsabilidad fundamental hoy es la seguridad y la independencia de la nación, para garantizar un traspaso pacífico de poder en una condiciones que protejan Egipto y a los egipcios y les permitan entregar esa responsabilidad a quienes decidan escoger en las próximas elecciones presidenciales.
Puedo decir, con toda sinceridad y al margen de la situación actual, que no tenía intención de volver a presentarme para un nuevo mandato presidencial. Ya he dedicado suficientes años de mi vida al servicio de Egipto y mi pueblo.
Estoy totalmente decidido a terminar mi tarea y asegurar el traspaso de su custodia y su bandera... protegiendo su legitimidad y respetando la Constitución.
En los meses que me quedan me esforzaré en tomar las medidas necesarias para garantizar el traspaso pacífico del poder.
De acuerdo con mis poderes constitucionales, pido al Parlamento que debata en sus dos Cámaras la modificación de los artículos 76 y 77 de la Constitución, relativa a las condiciones para ser candidato a la Presidencia de la República y la duración del mandato presidencial. Para que las dos Cámaras del Parlamento actual puedan debatir estas enmiendas constitucionales y las modificaciones legislativas asociadas a ellas, con las leyes complementarias que permitan la participación de todas las fuerzas políticas en esas discusiones, pido al Parlamento que se adhiera a los dictámenes y veredictos de los jueces sobre los casos más recientes que han sido objeto de demandas legales.
Confío en que el nuevo Gobierno actúe de manera que garantice los derechos legítimos del pueblo, que su actuación exprese sus aspiraciones de reforma política, social y económica, con un esfuerzo para crear oportunidades de empleo, facilitar la lucha contra la pobreza y lograr que la justicia social sea una realidad.
En este contexto, encargo al aparato policial que cumpla con su deber de servir al pueblo, proteger a los ciudadanos con honor e integridad y con absoluto respeto a sus derechos, su libertad y su dignidad.
Exijo asimismo a las autoridades judiciales y supervisoras que tomen de inmediato las medidas necesarias para seguir persiguiendo a los delincuentes e investigar a quienes provocaron el caos de seguridad y a quienes han cometido robos, saqueos, han causado incendios y han aterrorizado a los ciudadanos.
Ésta es la promesa que hago al pueblo para mis últimos meses de mandato.
Pido a Dios que me ayude a cumplir esta promesa para culminar mi dedicación a Egipto y a su pueblo de manera satisfactoria para Dios, la nación y su pueblo.
Queridos ciudadanos, Egipto saldrá de esta situación más fuerte, más seguro, más unido y más estable. Y nuestro pueblo saldrá más consciente de cómo lograr la reconciliación y con más empeño en no poner en peligro nuestro futuro y nuestro destino.
Quien hoy os habla, Hosni Mubarak, está orgulloso de los largos años que ha dedicado a servir a Egipto y su pueblo. Esta amada nación es mi país, es el país de todos los egipcios, he vivido en esta tierra y he luchado por ella y la he defendido, su soberanía y sus intereses, y en esta tierra pienso morir, y la historia me juzgará, como a otros, por mis méritos y mis defectos.
La nación permanece. Los visitantes pasan, pero el Egipto antiguo es eterno, y su bandera y su custodia pasan de una generación a otra. Nos toca a nosotros garantizarlo con orgullo y dignidad"
(fonte: El Pais)

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