segunda-feira, janeiro 31, 2011

Opinião: "La revolución de Al Yazira"

"Pocas revoluciones han podido seguirse minuto a minuto por televisión. La revuelta tunecina llegó a todas las salas de estar del mundo árabe gracias a que Al Yazira inundó los boletines de noticias con imágenes de las manifestaciones de Túnez, alimentó su Twitter constantemente y apostó por Facebook antes que nadie. "Desde el principio, los acontecimientos en Túnez se volvieron una prioridad y decidimos seguirlos paso a paso. Quizá no previmos que iba a caer Ben Ali, pero encontramos que había algo especial en lo que ocurría, empezando por la historia de Mohamed Buazizi", explica Mohamed Krichen, periodista tunecino y uno de los presentadores estrella de la cadena qatarí. Al Yazira fue la primera televisión que ofreció imágenes de la inmolación de Buazizi, el acto desesperado que inflamó las protestas de miles de jóvenes tunecinos que condujeron a la caída del presidente, Zin el Abidin Ben Ali, el pasado 14 de enero. "Encontramos que la gente trataba de romper la censura con vídeos grabados con teléfonos móviles colgados en internet. Decidimos difundirlos pese a su mala calidad, pues lo importante era el contenido", añade Krichen.
La voz de la oposición
Tras esta crucial decisión editorial, Buazizi se convirtió en símbolo de todos los árabes, desde Mauritania a Jordania. "Me entristece su final, pero Buazizi será inolvidable para los tunecinos, porque les dio la oportunidad de poner fin a esta dictadura", afirma este periodista que ha seguido la revolución como enviado especial. El canal llegó a tener un equipo de 40 personas destacado en la capital tunecina y ha montado un estudio en uno de los hoteles más céntricos de la ciudad. Allí se acercan cada día figuras de la oposición que antes ni soñaban con salir en la televisión. "Al Yazira ha jugado un gran papel porque ha llenado el vacío del panorama periodístico y ha permitido expresarse a los tunecinos", comenta Imed Aissa, un médico que no se ha separado de la televisión. Con él coincide Balkis Mechri, vicepresidenta de la Liga Tunecina de Derechos Humanos, aunque le hace algún reproche. "Los medios de comunicación en Túnez no dejaban salir a la luz el discurso crítico, repetían el mensaje oficial. Al Yazira nos permitió expresar nuestra opinión como tunecinos, pero luego se especializó en difundir la corriente islamista", estima. "Es imposible hacerlo todo a la perfección al 100%. Pero hay que distinguir entre la cobertura de nuestros periodistas y las entrevistas a invitados. En un boletín de noticias, la información se elabora de manera profesional. Pero cuando invitas a un opositor, un periodista o un ciudadano, no puedes controlar lo que dice", puntualiza Krichen. Es indudable que, tras el papel jugado en Túnez, el canal qatarí ha demostrado tener una influencia política más allá de las ondas. Los regímenes autoritarios árabes lo saben bien y por eso sus periodistas tienen prohibido trabajar en países como Marruecos, Argelia, Irak o Kuwait
Acoso al corresponsal
El Túnez de Ben Ali no iba a ser menos y la cadena tuvo que esperar a la fuga del 'rais' para que sus enviados especiales pudieran entrar en el país. Lotfi Hajji, su corresponsal permanente, era frecuentemente acosado por las autoridades, que le prohibían trabajar libremente. No en vano Hajji es militante en favor de los derechos humanos y presidente del Sindicato de Periodistas Tunecinos. La cobertura del canal panárabe en Túnez "marca la madurez de Al Yazira como fuerza política que puede jugar un papel en los cambios del orden político", escribe Rami G. Khouri, editor del diario libanés 'The Daily Star'. "Siguiendo su evolución de los últimos 15 años, desde su nacimiento en 1996, se ha convertido en un instrumento de expresión emocional y de solidaridad entre los espectadores árabes que se sienten frustrados por su incapacidad de practicar su ciudadanía", añade. Muchos otros regímenes árabes están ahora alerta ante cualquier atisbo de descontento popular, asustados por lo que se les pueda venir encima después del éxito de la revolución en Túnez. Pero sobre todo, tienen miedo de Al Yazira. "Antes ya no les gustábamos, pero ahora nos van a odiar más", opina Krichen
(pela jornalista do El Mundo, Rosa Meneses, com a devida vénia)

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