Venezuela padece
un acelerado aumento de contagios de la covid-19. El país parece encaminado a
alcanzar de nuevo los niveles más álgidos del tiempo de la cuarentena,
registrados en agosto pasado. Los centros hospitalarios públicos y clínicas
especializadas privadas están al límite de su capacidad. Para contener la
situación, el Gobierno de Nicolás Maduro ha decretado un cerco sanitario sobre
Caracas y los Estados Miranda, Vargas y Bolívar, y ha habilitado de nuevo
espacios que permitan atender una alta cantidad de pacientes, como El Poliedro
de Caracas, el domo para conciertos masivos y exposiciones más grandes de la
ciudad.
Maduro, que ya se
ha vacunado así como casi todos los funcionarios del Gobierno, ha declarado de
nuevo a Venezuela “en emergencia” y estableció como prioridad “desarrollar
nuevas capacidades hospitalarias”.
Las cifras oficiales reconocen 146.000 casos de la covid 19 y 1.400 fallecidos. El registro de algunos cálculos médicos no oficiales plantea que la cantidad de contagiados es cinco veces superior. El Gobierno no dispone de medios para hacer suficientes pruebas, según han afirmado médicos independientes. El promedio de contagios diarios, de acuerdo con el epidemiólogo José Félix Oletta, es de 2.500 personas. A la cabeza de un sistema público de salud precario y carcomido por la corrupción, el Gobierno trabaja de prisa para poder tener disponibles nuevas camas hospitalarias.
Para los expertos
consultados por EL PAÍS, el actual aumento de casos es una consecuencia
inevitable de la decisión oficial de decretar la apertura de actividades en las
fiestas navideñas ante el repliegue del virus observado hasta entonces. En diciembre,
por primera vez en varios meses, la población pudo desplazarse sin
restricciones por ocio o para visitar familiares.
Venezuela teme por
la llegada de la variante brasileña del virus, una mutación más contagiosa. “En
un mes, esa variante estará en plena actividad transmisora en nuestro país y
nuestra capacidad de vacunación estará lejos de garantizar la inmunidad de
rebaño”, afirma Rafael Orihuela, médico experto en salud pública y miembro del
Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela. Datos
del Ministerio de Ciencia y Tecnología reportan hasta el momento 56 casos de
esta variante, concentrados casi todos en los Estados donde está decretado el
cerco epidemiológico.
“Estamos entrando
a la segunda ola de contagios. Con toda claridad, la capacidad de los centros
asistenciales está a punto de ser rebasada, tenemos muchos pacientes buscando
camas de hospitalización. Quisiéramos poder atenderlos a todos, pero es
imposible”, relata María Eugenia Landaeta, jefa del Departamento de
Infectología del Hospital Universitario de Caracas. “Los concentradores y
bombonas de oxígeno, así como los anticoagulantes, están agotados en Caracas en
este momento. Los centros de salud se han copado demasiado rápido”, agrega el
médico epidemiólogo y exministro de Salud, José Félix Oletta
Luego de pasar
tres meses bajo cuarentena, a partir de julio del año pasado los venezolanos
organizaron su vida en función del sistema “7x7” decretado por Maduro: una
semana con el comercio y la movilidad restringida seguida de otra con
actividades normales. La actual explosión de contagios, observa Oletta, guarda
relación con el relajo general en las normas de estas últimas semanas. Salvo
las rutas a la Isla de Margarita en carnavales, en Venezuela siguen vetados la mayoría
de los vuelos comerciales internos.
Maduro ha
anunciado una fase masiva de vacunaciones para el mes de abril. Sus ministros
han declarado que esperan tener al 70% de la población vacunada a finales de
2021, meta que muchos expertos ponen en duda. Al país han ingresado unas
700.000 vacunas rusas y chinas que están siendo aplicadas con criterios opacos
y con un claro filtro político. Oletta afirma que con eso se ha cubierto el
0,5% de la población. La lentitud en el proceso de vacunación, recuerda por su
parte Rafael Orihuela, dejaría libre el terreno para las mutaciones del virus.
Caracas veta a
AstraZeneca
La posibilidad de
frenar la epidemia en Venezuela se ha complicado tras el veto oficial a la
vacuna de AstraZeneca. El país sudamericano sigue los pasos de países europeos
como Dinamarca, Francia y España que han suspendido temporalmente la vacuna por
11 casos de trombosis venosa cerebral tras administrar más de 17 millones de
inoculaciones. La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, afirmó: “Venezuela
no dará permiso a la vacuna AstraZeneca para ser utilizada en nuestra
inmunización en razón a las situaciones que se han presentado”.
A principios de
febrero, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señaló que ya tenía
reservadas para Venezuela entre 1,4 y 2,4 millones de dosis de la vacuna
desarrollada por Oxford y AstraZéneca, a través del mecanismo Covax. La OPS
tiene acceso a otros fabricantes con los que podría entregar las 12 millones de
dosis a las que podría tener acceso Venezuela.
Fue necesario un
acuerdo político entre el Gobierno de Nicolás Maduro y el equipo del opositor
Juan Guaidó, que todavía controla los fondos congelados en el extranjero con
los que Venezuela podría pagar los productos. Un total de 18 millones de
dólares permitirían asegurar la llegada de más vacunas, que se espera sea para
mayo. Hace tres semanas se acordó la creación de una Mesa Técnica para trazar
el plan de vacunación bajo control de Unicef y OPS. La última semana se vacunó
a los maestros. Venezuela necesita 40 millones de dosis para alcanzar la
inmunidad del 70% de su población (El Pais)
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