Un león en el
jardín, un coche cubierto de metales preciosos o máquinas de oro para llevar
unas pepitas encima, por lo que pueda pasar. La vida de los habitantes de Dubái
no es como la del resto de los mortales, no reparan en gastos y su riqueza está
al mismo nivel de su ostentosidad. Si no lo creen, véanlo ustedes mismos (ElConfidencial)