Bajo un rótulo del Centro de Gobierno de Juan Guaidó —el presidente interino reconocido por unos 60 países— y flanqueado por una bandera venezolana, el líder opositor ha estado acompañado por su padre , Leopoldo López Gil, eurodiputado del PP; su esposa, Lilian Tintori; y sus hijos. López ha iniciado sus palabras agradeciendo “a Dios, a los españoles y al Gobierno de Pedro Sánchez” su libertad. “Yo no quería salir de Venezuela. Las circunstancias me han llevado a ello. Recojo las palabras de Rómulo Betancourt [expresidente de su país]: Volveremos. Los venezolanos en el exilio vamos a regresar a Venezuela”.
López, que no ha
querido dar información sobre su salida del país, aunque ha negado cualquier
clase de pacto entre los Gobiernos español y venezolano para su libertad,
apenas ha facilitado detalles sobre su rocambolesca aventura para abandonar Venezuela,
aunque sí ha especificado que viajó en un vuelo comercial, no privado. Como
explicación a su discreta llegada al aeropuerto de Madrid, ha señalado que se
trataba de una sorpresa para sus hijos: “Llegué en avión comercial, pedí que me
pudieran sacar discretamente; lo que me hacía más ilusión era dar una sorpresa
a mis hijos”.
Lo que sí ha hecho
López durante su extensa comparecencia ante los medios es desgranar sus planes
para su nueva etapa política como comisionado presidencial para el Centro del
Gobierno de Guaidó: “Impulsar que en Venezuela se pueda materializar una
elección presidencial libre, justa, verificable; hacer que los responsables de
las violaciones de derechos humanos puedan ser sometidos a la justicia
internacional y buscar todos los mecanismos para poder aliviar el sufrimiento
de nuestro pueblo, garantizar la ayuda humanitaria y económica en una de las
crisis más profundas del planeta”.
Un López en plena
forma, vestido con traje y corbata azul, ha cerrado filas con Juan Guaidó, ha
hablado de unidad y se ha ratificado en continuar la lucha. “Nos caemos y nos
levantamos; el que se cansa pierde”. A preguntas de este diario sobre el
horizonte de la oposición al régimen de Maduro, no ha dejado lugar a dudas:
“Quiero decirle, para la tranquilidad de los venezolanos, que Guaidó se va a
quedar en Venezuela, y está dispuesto a ir preso y más”. Sin embargo, su salida
del país latinoamericano pone un tanto en suspenso los planes del bloque de
partidos que busca forzar la renuncia de Maduro y abre un escenario incierto
sobre el liderazgo del frente opositor, cada vez más fragmentado. Juan Guaidó
anunció días atrás que no concurrirá a las elecciones legislativas del próximo
6 de diciembre, por considerar que no se dan suficientes garantías
democráticas, y que en su lugar convocará una consulta popular alternativa a
esos comicios —cuestionados también por la Unión Europea— el 12 de diciembre.
Esa iniciativa ha sido confirmada por López.
El ex preso
político, que ha dicho que residirá en la capital de España como un exiliado
más, ha anunciado que en cuanto el coronavirus se lo permita iniciará una gira
internacional para recabar apoyos para la causa. Aseguró que el presidente
Sánchez, con el que se reunió en la tarde ayer en la sede del PSOE, ha
coincidido en calificar a Maduro de dictador y subrayó: “Nadie va a reconocer
los resultados de las elecciones”. En una alusión velada a Podemos, socio de
coalición del Gobierno español, López ha afirmado: “Quienes no acaben de
entender que quien asesina, encarcela y reprime es un dictador como Maduro
deben de revisar su propio concepto de la democracia y de los derechos humanos.
No nos vamos a callar”.
Odisea
López llegó a
Madrid el pasado domingo para reunirse con su familia en un vuelo procedente de
Miami, con una identificación falsa, ya que solo disponía de una fotocopia de
su DNI. Su odisea comenzó viajando por tierra desde la capital venezolana hasta
la costa del país, desde donde se trasladó por vía marítima a la isla holandesa
de Aruba y de allí en vuelos regulares a la capital española.
La huida de López,
acogido en la Embajada española en Caracas desde que el 30 de abril de 2019
rompió el arresto domiciliario al que estaba sometido para participar en un
fallido alzamiento contra Maduro ha acabado en España. El régimen chavista
acusó al actual embajador español, Jesús Silva, que fue relevado hace un mes de
su cargo y será sustituido próximamente, de organizar la huida “del delincuente
Leopoldo López” y el ministro de Exteriores venezolano, Jorge Arreaza, señaló
en un comunicado que Madrid había violado la Convención de Viena. Sin embargo,
la reacción de Caracas ha sido esta vez mucho menos ruidosa que en incidentes diplomáticos
pasados entre los dos países. El Ejecutivo español, por su parte, se limitó a
asegurar que la salida del dirigente opositor se debía a “una decisión personal
y voluntaria”.
El régimen
chavista, que retuvo durante unas horas a siete empleados de la Embajada
española, ha tomado represalias contra el entorno familiar de López. Una
familiar de su hermana mayor, Diana, ha sido detenida hoy —y liberada horas
después— por la policía bolivariana. También se ha registrado un apartamento en
la playa de su hermana.
López, fundador
del partido Voluntad Popular, pasó tres años en la cárcel militar de Ramo
Verde, de los 14 a los que fue condenado por su participación en la oleada de
protestas contra el régimen de Maduro, entre febrero y marzo de 2014, en las que
murieron 43 personas y 3.000 resultaron heridas.
Tras su fuga, ya
forma parte de la diáspora venezolana en Madrid, donde residen otros opositores
como Antonio Ledezma, quien fue alcalde metropolitano de Caracas. La capital
española hace ya tiempo que se convirtió, junto con Bogotá y Miami, en uno de
los principales polos de la disidencia venezolana (El Pais)
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