La amenaza del régimen chavista, que el domingo dejó claro por boca del general Vladimir Padrino López que los opositores “nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela”, enturbiando así cualquier horizonte electoral, dio un nuevo impulso a uno de los desafíos centrales de Juan Guaidó. El jefe del poder legislativo, reconocido como presidente interino por más de 60 países frente a Nicolás Maduro, lleva desde enero de 2019 tratando de provocar una ruptura de las fuerzas militares. El apoyo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es una condición esencial en un escenario de transición. Sin embargo, el control de los altos mandos ha impedido que los uniformados den la espalda al Gobierno, con la salvedad de varias decenas de deserciones de cargos estratégicos, algunas de ellas muy relevantes, como la del general Cristopher Figuera, director del servicio secreto, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).
Horas después de que el ministro de Defensa arengara a las tropas durante un acto castrense con ocasión del 209º aniversario de la firma de la independencia, en el que vinculó la permanencia en el poder del régimen a “una fuerza armada como antimperialista, revolucionaria, bolivariana”, Guaidó se dirigió a los soldados para pedir su apoyo a través de una carta abierta. Tras apelar al libertador, Simón Bolívar, manifestó que “la institución militar debe ser el baluarte de las instituciones republicanas y factor de armonía y progreso, es por ello que no debe estar sometida a parcialidades políticas ni al servicio exclusivo de una persona”. “Debe ser motivo”, agregó, “de repudio que el general Padrino López haya afirmado hoy, día de nuestra independencia, que las fuerzas democráticas no serán poder político en Venezuela mientras exista FANB como la que hoy tenemos”.
Estas declaraciones, en opinión del presidente de la Asamblea Nacional, “reflejan lo que la tiranía y sus cómplices pretenden de la institución militar: convertirla en secuestradora de la soberanía popular”. “El juramento que cada uno de sus efectivos realiza hace de la patria el ideal más sublime de su vida y en consecuencia asume valerosamente su defensa y desarrollo, buscando siempre tener una organización moderna, flexible y esencialmente profesional”. Con esas premisas, mientras en las filas del Ejército cunde el malestar por las precarias condiciones de vida a las que están condenados los uniformados, les llamó a apartarse de Maduro. “Los militares venezolanos no pueden seguir subordinándose a un individuo acusado de narcotráfico, que cede nuestra soberanía a oficiales y agentes de inteligencia extranjeros (cubanos y rusos) y grupos irregulares como el que atenta contra muchos oficiales y poblaciones indígenas de nuestro país.
“Ustedes más que nadie saben que la situación es insostenible”, prosigue Guaidó. “No tenemos gasolina, alimentos o medicinas; los servicios públicos no funcionan; y si sumamos las consecuencias que podría dejar la pandemia de covid a nuestra amada patria el escenario futuro es aterrador.... El tirano pretende que los militares venezolanos sean el instrumento represor de este bando de canallas. Ustedes no están aislados de esta realidad. Muchos de sus familiares sufren las consecuencias. Incluso, sus compañeros de armas son víctimas de la violencia y muchos otros son víctimas de injustos encarcelamientos, torturas y hasta asesinatos, como el del capitán Acosta Arévalo”, escribió en referencia a la muerte de un capitán de corbeta de la Armada en julio del año pasado.
Los intentos de alentar una rebelión siempre han fracasado pese a que en los últimos dos años se produjeran asonadas y acciones militares como la que el 30 de abril de 2019 acabó con la liberación de Leopoldo López de su arresto domiciliario -y de la que, según varias fuentes, el propio Padrino López estaba al tanto- o la incursión marítima desbaratada por el chavismo a principios del pasado mes de mayo. Este último episodio, en el que murieron al menos siete personas y en el que participaron varios desertores además de dos mercenarios estadounidenses, le costó duras críticas a Guaidó, que en cambio se desvinculó rotundamente de esos hechos. La huida hacia adelante del régimen, que al mismo tiempo llama a participar en unas elecciones parlamentarias convocadas para el 6 de diciembre pero advierte a la oposición de que nunca ganarán, ha disparado la indignación de las fuerzas democráticas del país. Y el líder opositor volvió a jugar una carta, probablemente la única decisiva para forzar un cambio de régimen en Venezuela al margen de los intentos de diálogo, que hasta ahora han fracasado (El Pais)
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