terça-feira, junho 30, 2009

A colecionadora de maridos...

Escreve o jornalista do El Mundo, Eduardo Suárez, que "no se puede decir que Emily Horne tenga madera de mantis pero sí que es una depredadora de tomo y lomo. A sus esposos no los devora literalmente pero los abandona súbitamente y sin dar señales, empujada por un extraño afán de coleccionismo. Hasta aquí todo más o menos normal si no fuera porque Horne ni siquiera se toma la molestia de iniciar los trámites de divorcio, despedirse de los cuñados y los suegros, y recoger sus efectos personales. Ella prefiere despedirse a la francesa. Básicamente no despedirse. Una política que está a punto de acarrearle consecuencias penales después de que su quinto esposo la denunciara por bigamia y decidiera llevarla a los tribunales. Su caso ha desembocado en un juzgado de Manchester, que el lunes lo dejó visto para sentencia y muy probablemente la castigará a mediados de julio con una pena de cárcel. Ella alega un trastorno maníaco depresivo. Su historia es tan rocambolesca que parece una comedia de enredo. Se casó por primera vez el día que cumplió los 18 años con el soldado Paul Rigby. Un hombre con el que técnicamente sigue casada pero con el que no aguantó ni siquiera un año. Rigby fue destinado al extranjero y cuando volvió se encontró con que su esposa se había fugado sin explicarse. Para entonces, Horne ya estaba con Sean Cunningham, un empleado de banca con el que se desposó en Leeds en febrero de 1999 y al que enseguida dejó para irse a vivir con un amigo de la infancia: Simon Thorpe.
Matrimonio por el juzgado
Thorpe al principio no fue más que un compañero de piso, pero enseguida cayó en sus redes y le pidió que se casara con ella. Un matrimonio que no llegó a materializarse por diferencias insalvables sobre la ejecutoria: él quería boda por la iglesia y ella por el juzgado. Un revés que no desanimó a Horne, que enseguida encontró un tercer objetivo: el diseñador de páginas web Chris Barrett, con el que contrajo matrimonio en Rotherham en diciembre de 2000. Para entonces, la policía ya estaba detrás de su pista y en agosto de 2001 le advirtieron que su conducta podía llevarla a prisión.
Una advertencia que no le impidió dejar a su tercer esposo tres meses después de la boda y trabar relación con James Matthews, un guardarraíles al que conoció durante un viaje en tren. La pareja no tardó ni siquiera un mes en casarse y todo fue más o menos bien hasta que él descubrió que ella le había engañado. No sólo seguía casada con su tercer esposo. También lo estaba con los dos primeros. La denuncia llegó a manos de un juez y Horne pasó seis meses entre rejas tras un juicio que reveló cómo había burlado a las autoridades cambiando sus apellidos en los certificados para evitar que alguien la detectara. Aquello parecía el final de la escapada pero no lo fue. Horne retomó su carrera de actriz porno bajo el apodo sugerente de Amileannya Carmichael y no tardó en hallar una nueva víctima. Esta vez le tocó a Ashley Baker, un viajante de York que se enteró del turbulento pasado de su esposa en una conversación durante su luna de miel. "Me ha tratado como a un imbécil", se lamenta Ashley, "me dijo que nos casáramos porque tenía muchos problemas de salud. Llegó a decirme que tenía cáncer de pulmón. Nadie de su familia vino a la boda. Ahora ya sé por qué". Para que luego digan que las mujeres ya no quieren casarse".

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