
Arte de puertas abiertas
Lo que antes era un barrio degradado y marginal donde no era muy aconsejable asomar, ahora es el epicentro cultural y ocioso de Madeira. Hablamos del centro histórico más puro, la Zona Velha (Zona Vieja), convertido desde hace apenas un año en una especie de Barrio Alto lisboeta por obra y gracia de los artistas locales, encabezados por uno madrileño, José María Montero. ¿Qué han hecho? Utilizar las puertas de las antiguas casonas, maltrechas y andrajosas, como lienzo para plantar su huella y así regenerar el barrio. Objetivo cumplido. La primera que formó parte del proyecto, llamado Arte de Puertas Abiertas, fue la del número 207 de la calle Carreira. Pero ya suman más de 180. Detrás de ellas: boutiques, galerías de arte, talleres artesanales, tiendas de delicatessen, salas de conciertos, pastelerías, cafés...
Culto (sibarita) al vino
Una: se refuerza añadiéndolo coñac en la fermentación. Dos: se calienta. Son las principales señas de identidad del vino de Madeira, que suma hasta 30 variedades. Eso sí, el más famoso es el malvasía, dulce a rabiar. Si le tienta degustarlo en un delicioso monasterio del siglo XVI reconvertido en bodega, basta pasarse por la de San Francisco (Avenida Arriaga, 28), en pleno centro de Funchal. Si busca algo más sofisticado, el hotel The Vine (Rua dos Aranhas 27-A) es su sitio, centrado en el mundo enológico, ya sea en el spa, en la carta de su restaurante, en su decoración, en su terraza... En definitiva, el sitio de moda en la isla.
Tapear en una mercería
Se le puede añadir maracuyá, naranja, fresa o cualquier líquido imaginable. O si no, así, poncha a secas. Es decir, aguardiente de caña de azúcar con miel y limón, la bebida más típica de Madeira (con permiso del vino) y la especialidad de la casa en los bares de la Zona Velha. Por ejemplo, en Venda Velha (Rua de Santa Maria, 170), un original local que recrea una mezcla entre una mercería o una tienda de ultramarinos de toda la vida. O de la vida madeirense de principios del siglo XX. Con sus balanzas, sus transistores, sus molinillos de café, sus vitrinas de cristal o sus mesas de madera. Incluso se puede comprar el kit de poncha, con aguardiente, limón, dos copas, removedor, cacachuetes (no pueden faltar en un bar de la Zona Velha) y receta incluidos. Precio: 30 euros.
Diseño entre gallos
Lo único que se escucha desde el jardín es a los gallos de la granja de al lado. O como mucho, a algún caballo relinchando. Poco más ruidos disturbian la paz de la Galería de los Prazeres (Sítio da Igreja), levantada en una antigua casa colonial de dos plantas en el pueblo del mismo nombre, Prazeres, de apenas 700 habitantes, en el municipio de Calheta, al suroeste de Madeira. Allí, a unos 40 minutos en coche de Funchal, decidió Patrícia Sumares, directora de la galería, montar su refugio a base de exposiciones, muestras interactivas y proyectos pedagógicos. No han faltado artistas como Paula Rego o José de Guimaraes, dos de los artistas portugueses más reconocidos. Por algo, en su primer año, recibió más turistas que el museo más visitado de Funchal, el de Quinta das Cruces. Otro imprescindible: Casa das Mudas, un centro de arte actual.
Una quinta con 200 años
Una escapada a Madeira debe completarse con al menos una noche en una típica quinta. O lo que es lo mismo, una de esas antiguas casas de campo de estilo inglés reconvertidas en hoteles con encanto. Y de lujo. Al menos, ése es el caso de la Quinta do Palheiro (Rua da Estalagem, 23), un antiguo pabellón de caza rodeado de jardines, para muchos, los más hermosos de la isla. Para muchos, el jardín que rodea la quinta es uno de los más hermosos de Madeira. Y les damos la razón. Un desayuno en ellos es, simplemente, impagable. Si prefiere cenar, el menú cuesta 40 euros. Los 200 años de historia de la quinta, incluida dentro de los Relais & Chateaux , se colarán entre las fotos en blanco y negro del vestíbulo, con poses del conde de Carvalhal, su primer y rico dueño.
El único con Estrella Michelin
Tiene nombre italiano, pero está en Funchal y su chef (Benoît Sinthon) es francés. Falta otro dato clave: es el único restaurante con Estrella Michelin de toda la isla, galardón conseguido de forma consecutiva los últimos tres años. Se trata de Il Gallo d'Oro, situado en el hotel The Cliff Bay (Estrada Monumental, 147). Su base es la cocina aromática con toques mediterráneos e ibéricos. Es más, Sinthon acude personalmente al Jardín Esmeralda, cercano al hotel, para seleccionar las hierbas y plantas comestibles con las que elabora sus platos. Algunos: ensalada de bogavante con espárragos verdes, cítricos y vinagreta de naranja, risotto cremoso de queso y flores, cordero con moussaka de verdura...
Noche con conciencia ecológica
Club-zapatería. Y si nos ponemos, hasta sala de exposiciones. Es el concepto de Sneakers Delight (Rua da Alfândega, 7), una moderna tienda que de día dispensa playeras de las marcas del momento y de noche, copas con DJ incorporado. La responsable del invento es Helena Baeta, una profesora que decidió renovar la noche de Funchal a base de fusión vanguardista. En la misma calle (número 3) está el Mini Eco Bar, considerado el primer bar ecológico del país, lo que se traduce tanto en los productos que ofrece como en la decoración (pinturas ecológicas) o la iluminación (Led). Y de fondo, jazz, bossa-nova, chill-out...
La ruta de los cafés
Es el típico sitio al que intelectuales y artistas acuden. También aquellos que quieren ver y ser vistos tomando un café durante el día y una copa por la noche. Su ubicación (en pleno centro de Funchal: Avenida Arriaga), su diseño (modernito) y su programa (encabezado por sesiones de música electrónica con dj) tienen la la culpa. Hablamos del Café del Teatro. Faltaría un motivo: sus cócteles. Otro café obligatorio es el del Museo (Rua do Bispo, 21), con una agradable terraza en la que probar alguna especialidad local, como el carpaccio de atún. De postre, triple chocolate. Si quedan tiempo y ganas, la ruta tiene que seguir en el Number 2, un popular bar de poncha que ya cuenta con sucursal en Lisboa".
Sem comentários:
Enviar um comentário