Segundo o El Pais, Wall
Street es un mundo hostil, una especie de selva donde se pasa de héroe a
villano en un suspiro. Henry Blodget fue el analista estrella de la meca del
capitalismo durante la burbuja tecnológica. Corrían los felices años noventa
del siglo XX y sus informes con el membrete de Merrill Lynch encumbraban o
hundían cualquier valor. La burbuja estalló y se llevó por delante a Blodget,
acusado de malas prácticas por el supervisor bursátil estadounidense (SEC, por
sus siglas en inglés). Ahora el ángel caído de los mercados, de 47 años, busca
expiar sus pecados. La vía elegida para la redención es, nada menos, que el
periodismo, profesión que ejerce como redactor jefe de la publicación online
Business Insider. Su infancia
transcurrió en el Upper East Side neoyorquino. Su padre era banquero y su madre
profesora. Tras finalizar sus estudios en Yale su carácter aventurero le llevó
a vivir un año como profesor de inglés en un pequeño pueblo a siete horas en
coche de Osaka (Japón). Tras esta aventura probó suerte como escritor en San
Francisco. Ninguna editorial se fijó en él y regresó a Nueva York. En 1994 tuvo
su primer contacto con el mundo financiero al lograr un contrato en prácticas
en Prudential Securities. De ahí pasó a Oppenheimer & Co donde se empezó a
especializar en el análisis de las compañías de tecnología e Internet.
Siente la presión del
mercado: debe hacer rentable ‘Business Insider’
Su salto a la fama
empezó a fraguarse en 1998. Mientras la mayoría de los analistas criticaban la
ausencia de beneficios de Amazon, Blodget publicó varios informes positivos
sobre la compañía en los que pedía mirar más a su futuro que a su presente. En
estos informes predijo la gran explosión que tendría el negocio de Amazon y
aventuró que su cotización pasaría en poco tiempo de 240 dólares a 400 dólares.
El vaticinio de Blodget fue criticado por el entonces analista estrella de
Merrill Lynch, Jonathan Cohen, quien tuvo que comerse sus palabras porque en
menos de un mes el precio de Amazon en Bolsa había rebasado los 500 dólares. Había
nacido una estrella. En 1999 Blodget reemplazó a Cohen en Merrill Lynch. Sus
grandes dotes comerciales y su facilidad para explicar modelos de negocio de
incipientes empresas tecnológicas le convirtieron en el descubridor para el
gran público de Amazon, Yahoo, eBay o Nestcape. La revista Institutional
Investors le eligió durante tres años seguidos en el All Star de analistas y su
presencia en la CNN o en la CNBC era constante. La fama, obviamente, tuvo
reflejo en su cuenta corriente: pasó de ganar 3 millones de dólares en 1999 a
12 millones en 2001. Su poder era tal que hasta sus más sonoros patinazos —dijo
que la fusión entre AOL y Time Warner crearía en poco tiempo la empresa de
mayor capitalización del planeta— le eran perdonados.
Lanzó a Amazon al
estrellato hace una década; ahora Bezos le devuelve el favor
La ascensión
profesional de Blodget coincidió con el despegue de la banca de inversión en
Wall Street. Los analistas, antes figuras grises que aconsejaban a los
brókeres, fueron convertidos en poco menos que figuras pop con las que atraer a
clientes corporativos. Las murallas que separaban el área de banca de inversión
del departamento de análisis empezaron a hacerse porosas. Los días de vino y
rosas llegaron abruptamente a su fin. La burbuja puntocom estalló causando un
agujero en la riqueza de las familias de cinco billones de dólares. Pronto
empezó la caza de culpables. El entonces fiscal general de Nueva York, Eliot
Spitzer, se erigió en la punta de lanza de la investigación y eligió a Blodget
como una de sus dianas, ya que le acusaba de que sus recomendaciones de compra
o venta sobre los valores variaban en función de los intereses de Merrill
Lynch. Spitzer descubrió en correos electrónicos privados que Blodget utilizaba
las siglas POS (“pedazo de mierda”, por sus siglas en inglés) para describir a
muchas compañías cuyas acciones recomendaba comprar a sus clientes. La SEC
lanzó su propia investigación y, en abril de 2003, concluyó que el gurú de
Internet había publicado informes de siete compañías que “expresaban una visión
inconsistente con la realizada por el analista en privado”. Blodget llegó a un
acuerdo con el supervisor, pagó una multa de cuatro millones y aceptó no volver
a trabajar en la industria bursátil.
Merrill Lynch le
fichó y se convirtió en el oráculo de la era ‘putocom’
Empezaba una travesía
por el desierto para Blodget. En 2004 se ofreció al editor de Slate para
comentar el juicio de la empresaria Martha Stewart, acusada de información
privilegiada. Esta colaboración puntual se extendió en el tiempo y sirvió para
que Kevin Ryan, un emprendedor del sector de la tecnología que había dado el
pelotazo con la venta de Doubleclick, ofreciera al exanalista dirigir un
proyecto de revista digital que tenía en mente. En 2007 echaba a andar Business
Insider, una publicación que combina sesudos análisis financieros —Blodget
publica en torno a cinco comentarios al día— con informaciones más ligeras,
poco o nada relacionadas con el mercado. El objetivo es ganar audiencia a toda
costa, sin descartar ciertos tics sensacionalistas, y competir tanto con The
Wall Street Journal como con The Huffington Post. El nombramiento de Blodget
como redactor jefe suscitó muchas críticas. En determinados sectores no le han
perdonado sus oscuras maniobras durante la burbuja tecnológica. Él, sin
embargo, parece estar encantado con su faceta de periodista y espera recuperar
con ella parte del prestigio perdido una década atrás. Con la misma vehemencia
que defendía entonces valoraciones desorbitadas defiende ahora la primacía del
periodismo digital. “Internet ha transformado muchas industrias. El negocio de
la prensa escrita ha sido destruido. Esta revolución llega ahora también a la
televisión. La Red está cambiado el comportamiento de los consumidores”,
explicaba en un reciente reportaje publicado en The New Yorker.
En público alababa
una compañía; en privado decía que era una “mierda”
El problema es que
predicar es más fácil que dar trigo. Ryan y Blodget se enfrentan al reto de
traducir sus lectores en ingresos. Según Google Analytics, la publicación tiene
24 millones de usuarios únicos al mes. Entre los diarios online solo Wall
Street Journal, Forbes y Bloomberg tienen más visitas, pero el proyecto aún dista
de ser rentable. “La publicación, que cuenta con cerca de cien empleados,
facturó 10 millones de dólares el pasado año y perdió tres millones, de acuerdo
con fuentes familiarizadas con sus finanzas. Este año la previsión es tener
unas ventas de 15 millones, pero probablemente no se logren números negros”,
según explicó Bloomberg en un reportaje. En el mundo de los negocios los
favores se suelen pagar con otros favores. Blodget, que contribuyó al despegue
de Amazon, vio cómo en abril pasado el consejero delegado del gigante de
Internet, Jeff Bezos, inyectaba cinco millones de su bolsillo en Business
Insider. Esta operación valora la publicación, según fuentes del mercado, en 50
millones. “Blodget tendrá que demostrar pronto que cuenta con un modelo de negocio
sostenible, pero el apoyo de Bezos le da algo de tiempo extra para lograrlo”,
explicaban desde Forbes. El analista es ahora analizado.