A medida que se disipa el humo va emergiendo una imagen más clara de lo
sucedido este martes en Cumaná, capital del estado venezolano de Sucre: decenas
de saqueos de comercios impulsados por la búsqueda de comida, que se han
saldado con al menos dos muertos -que se suman a otros dos ocurridos en la
misma región esta semana por los mismos motivos-, numerosos heridos y
cuatrocientos detenidos. Un reflejo de la dificilísima situación que atraviesa
Venezuela. Según la Cámara de Comercio de Cumaná, más de cien establecimientos
fueron saqueados, sobre todo mercados, panaderías y restaurantes. Un extremo que niega el Gobernador de Sucre, Luis Acuña, quien afirma
que “los actos vandálicos fueron orientados mayormente contra licorerías,
ópticas y tiendas de ropa”, como parte de un plan desestabilizador orquestado
por parte de la oposición. Según él, los disturbios se debieron a la
“articulación de bandas delictivas que lograron soliviantar a un grupo de
personas”. “No me cabe duda de que les pagaron, esto estuvo planeado”, afirmó
ayer.
Acuña, además, minimizó lo sucedido. “La ciudad de Cumaná se encuentra
hasta este momento sin ningún foco de vandalismo… Lo de ayer fue un hecho
aislado, no hubo enfrentamientos ni muertos ni heridos”, dijo en una entrevista
telefónica con la cadena Globovisión. “Hay dos personas fallecidas por
diferentes hechos [que] no están vinculados a los hechos del día de ayer, un
taxista murió en un enfrentamiento entre bandas El Gobernador rechazaba así las
acusaciones de violencia por parte de las fuerzas de seguridad, a las que la
oposición responsabiliza de las otras dos muertes que han tenido lugar en Sucre
esta semana, un joven y una mujer presuntamente fallecidos por disparos de la
Policía y la Guardia Nacional. Acuña afirma que Cumaná ha vuelto a la
normalidad. “Aquí no hay ningunos enfrentamientos, todo está funcionando, el
servicio de transporte, el suministro de gas, llegan los aviones, la gente se
mueve libremente, no tenemos dificultades de esta naturaleza”, comentó.
Un problema creciente
Y sin embargo, los intentos de saqueo se están convirtiendo en un
verdadero problema para el ejecutivo de Nicolás Maduro: según el Observatorio
Venezolano de Violencia, cada día se producen una decena de episodios de este
tipo a lo largo y ancho del país. La imagen de grupos de personas gritando
“¡Queremos comida!” y las protestas empiezan a ser algo habitual en Venezuela. Ayer, la localidad de Barcelona fue una de las más afectadas. Se
asaltaron algunos comercios en su avenida principal, y varios ciudadanos han
tuiteado imágenes del saqueo de un camión de pollos.
Y mientras, los comerciantes temen ser víctimas de la masa que trata de
asaltar sus establecimientos, como le sucedió este martes al panadero Carlos
Colón. Por ello, el desabastecimiento es la norma en lugares como Cumaná. “Este
estallido nos agarró con lo que teníamos en la nevera. Aquí no hay para comprar
comida, aquí todo está destruido. Amanecimos sin nada que comer. No hay ni un
lugar donde comprar”, declaró Carolina Bermúdez al diario “El Nacional” de
Venezuela. “No sé por qué hay que mezclar el hambre con el vandalismo. Los
motorizados salieron a la calle y a quien se encontraban les arrebatan las
carteras o robaban a la gente en sus carros. Esto está horrible, no sé en qué
va a terminar”, comentó. Esa misma noche, en la localidad de Lagunillas también se produjeron
disturbios importantes, en los que murió un adolescente de 17 años y se quemaron
la sede del gobernante Partido Socialista Unificado de Venezuela y la puerta
del Ayuntamiento, según informa el diario "El Universal". Un almacén
estatal de alimentos también resultó saqueado. Los incidentes se desencadenaron
cuando a un grupo de personas, tras haber esperado durante diez horas para
poder comprar leche en polvo, se les informó de que no se les vendería el
producto. Un ejemplo de mala gestión que, en el contexto actual, resulta
sumamente peligroso para el Gobierno (El Confidencial)
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