Los guías turísticos de Gran Canaria muestran su preocupación por la habitual presencia de carteristas en distintas zonas de la geografía insular, sobre todo aquellas de importante afluencia como las grandes áreas turísticas del sur o al casco histórico de Las Palmas de Gran Canaria, además de los días de mercadillo. A su juicio, se han convertido en una «plaga», que si bien no son violentos, sí han provocado ya algún altercado cuando estos profesionales, miembros de la Asociación de Guías de Turismo de Gran Canaria, les han recriminado su actitud para proteger a sus clientes.
«Puede afectar a la imagen de la isla», señala la guía María Lezcano, «los turistas son comprensivos y entienden que es un mal que existe en todo el mundo, pero para Gran Canaria es un fenómeno nuevo que no he visto en 24 años de profesión y que nosotros hemos detectado en las dos últimas temporadas altas turísticas». No obstante, a la Guardia Civil no le consta un aumento de hechos delictivos de esta tipología.
Estos profesionales han percibido como puntos calientes Vegueta y el Jardín Botánico, sobre todo en los días de llegadas de cruceros, el Puerto de Mogán, Teror, Arucas, el Pico de Bandama y el entorno de las dunas o la Degollada de las Yeguas en San Bartolomé de Tirajana. «Están por todos lados y se mueven por toda la isla», señala Lezcano, «hace poco pillé a uno abriendo la mochila a uno de los turistas de mi grupo en el Jardín Botánico».
Al mismo problema se enfrenta el guía Carmelo P., quien hace unas tres semanas tuvo un desafortunado encuentro con un carterista en el Pico de Bandama y acabó con el teléfono móvil roto. «Veía cómo uno acechaba a mi grupo y esperaba el momento para robar, entonces le dije que no esperara nada y hubo un enfrentamiento porque me decía que no iba a robar, entonces le dije que llamaría a la policía y saqué el móvil para hacerle una foto, y me lo tiró al suelo; fue una forma de reaccionar espontánea por mi parte que quizá no debí haber hecho», explica. Eso sí, reconoce, esto ha sido un caso aislado. Carmelo P. relata cómo en varias ocasiones ha visto a grupos de carteristas en el mirador de las dunas de Maspalomas, esperando a que los turistas se despisten tomando fotos o esperando en la cola del baño. El guía también ha cazado a varios ladrones con la mano en la mochila de los clientes. «Entre todos los guías estamos intentando fastidiarles el trabajo para que se vayan».
«Tiramos de humor»
Relatan los guías que los carteristas tienden a camuflarse como unos turistas más: con gorros, gafas de sol, cámaras fotográficas, coche de alquiler y que van en pareja; uno de ellos hurta la cartera y metros más adelante se lo pasa al otro para, cuando es señalado y se ha avisado a la policía, evitar tener el dinero encima cuando se acercan los agentes. Señala Carmelo P. que la presencia de carteristas además perjudica a estos profesionales en su labor, porque pierden la concentración durante su trabajo al estar en alerta para que ningún turista sufra robos.
Por su parte, la guía Vera Sheljasov, también tuvo otro encontronazo con estos amigos de lo ajeno en Bandama. «Cuando los turistas salían de la guagua empezaron a acercarse, les dije que se fueran pero empezaron a atacarme y a montar un show para despistar a la gente», señala. «Hemos optado por avisar a los clientes durante el trayecto en la guagua para que tengan cuidado porque hemos pasado tiempos difíciles y puede haber personas interesadas en nuestros bolsos», señala. Eso sí, los avisan de una forma suace y sosegada, para no alertarles o crear la sensación de inseguridad en este destino.
Para evitar los hurtos, buena parte del colectivo de guías ha optado por tirar de ingenio y de humor y se han armado con un silbato que llevan junto a su carné profesional y que tocan cuando sospechan de la presencia de carteristas para recordar a sus grupos que sean más precavidos. «Tenemos que proteger a nuestros grupos, al principio no sabíamos muy bien cómo afrontar la situación así que nos hemos decantado por ser políticamente correctos y abordarlo de forma amigable, por eso usamos el silbato», cuenta por su parte la guía Selene Álvarez.
«En muchas ocasiones se nos cuelan en el grupo de forma descarada; hace poco en la Casa de Colón se nos juntaron dos y lo que hice fue apartar al grupo y decirles amablemente que continuaran, que no queríamos retrasarlos en su camino, que disfrutaran de sus vacaciones, y se quedaron un poco a cuadros, no se lo esperaban», relata la guía, «preferimos hacerlo así para no dejar mala vibra en el grupo». También coincide Selene álvarez con que esta situación afecta a la imagen de Gran Canaria. «Si un turista se va y cuenta su mala experiencia, eso puede ser un motivo para que otros cambien de destino, y tenemos a Madeira muy cerca y con el mismo clima que nosotros», manifiesta.
La experiencia de estos cuatro guías turísticos, cuentan, se extiende a otros muchos profesionales del sector en Gran Canaria. Relatan una presencia de carteristas que se contrarresta con la colaboración de los distintos cuerpos policiales. «Según llamamos, vienen, son muy colaboradores», destacan.
La percepción de estos guías la corroboran también varios comerciantes de Teror y Arucas, que prefieren guardar el anonimato. Explican que cuando llegan los turistas de los cruceros, algunas dependientas están ojo avizor porque se cuelan en las tiendas junto a los grupos de turistas y operan cuando éstos están despistados buscando algún recuerdo que llevarse. Por otro lado, se ha dado el caso de que los turistas entran en las tiendas a pedir ayuda a las dependientes para informarse de dónde está la Policía Local o la Guardia Civil. Las Policías Locales de municipios como Teror y San Bartolomé de Tirajana refuerzan la vigilancia en los días de mercadillo y llegada de cruceros, en el caso de la villa, y colaboran con la Policía Nacional en el control en paseos marítimos y playas, en caso de la localidad turística.
Datos oficiales de hurtos
El número de hurtos ha crecido en el último año en buena parte de los municipios. En municipios con más de 20.00 habitantes, en San Bartolomé de Tirajana, con datos del tercer trimestre de 2023, últimos disponibles, esta tipología delictiva subió un 20,3% al pasar de los 1.115 del mismo período de 2022 a los 1.341, mientras que en Las Palmas de Gran Canaria creció un 13% de los 3.318 a los 3.748, según datos del Balance de Criminalidad publicado por el Ministerio del Interior. No obstante, el documento no muestra datos desagregados y en este concepto no solo se incluyen carteristas sino también otro tipo de delincuencia de baja intensidad. Por su parte, en Mogán creció un 20,3% de los 404 a los 486, en Arucas un 14,7% de los 109 a los 125. (La Provincia, Canárias, texto do jornalista Rubén Torres)
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