Segundo o El Confidencial, “el anterior gobierno de Castilla-La Mancha, liderado
por el socialista José María Barreda, dejó una herencia envenenada en forma de otro
de esos proyectos megalómanos que entran dentro de la categoría de los desmanes
del despilfarro autonómico. Se trata del nuevo Hospital de Toledo, un esqueleto
de ladrillo y cemento cuyos sobrecostes ya se han disparado pese a que sólo se lleva
realizado un tercio proyecto total. Se adjudicó por 299 millones de euros pero cuando
se llevaba ejecutada un 34% de la obra el coste ya ascendía a los 362 millones de
euros. “De haber seguido con esta dimensión, estimamos que se hubieran superado
los 500 millones de euros”, explica Amparo Carrión, directora general de Gestión
Económica e Infraestructuras del servicio de Salud (Sescam) de Castilla-La Mancha.
Con pólvora del Rey… acabados de lujo que más bien encajarían en un residencial
de cinco estrellas o en un hotel de primera clase pero no en un centro sanitario
que, por sus dimensiones, está llamado a convertirse en el más grande de Europa.
Para una ciudad como Toledo, de sólo 77.000 habitantes.
“Para que nos hagamos una idea, si este centro se instalara en el centro
de la ciudad de Toledo, abarcaría más de la mitad de la ciudad”, añade Carrión,
que ejerce de guía dentro de esta especie de parque de atracciones de lo que fue
la fiebre de la burbuja y la locura del vivir por encima de nuestras posibilidades.
La obra, diseñada por Taller de Arquitectura Sánchez Horneros, es, por ejemplo,
tres veces más grande que el hospital Rey Juan Carlos de Madrid o el doble de grande
que el centro Puerta de Hierro de Majadahonda, que atiende a un área de influencia
de 677.000 habitantes. Los datos del proyecto, ejecutado por una UTE formada por
Ferrovial (40%), Acciona (40%) y Contratos La Mancha (20%) son abrumadores. 126.000
metros cuadrados de fachada, 494 despachos, 21.500 metros de superficie acristalada
que costaría unos 20.000 euros sólo su limpieza cada vez que se realizase, 2.500
kilómetros de cableado eléctrico, 12 tramos de escaleras mecánicas, una calle interna
que vertebra todo el proyecto que mide una hectárea, casi 10.000 toneladas de acero,
un lucernario de diseño de 750.000 euros de factura, una plaza principal de 7.500
metros cuadrados que será, el día de mañana, la plaza mayor de Toledo… Y así, un
continuo suma y sigue de magnitudes desproporcionadas y megalómanas. Medio kilómetro
de distancia separan los quirófanos de la habitación más lejana de todo el complejo.
Harían falta entre 15 o 20 minutos para trasladar a un paciente en esas condiciones.
“Realmente no hay ningún otro hospital en nuestro país que tenga estas características
y esta dimensión. El coste de mantenimiento anual de toda esta estructura superaría
los 25 millones de euros”, explica la responsable del Sescam. El gusto por el refinamiento
en los acabados es una de las muchas razones de los gastos desbocados de este proyecto.
A modo de ejemplo, la misma casa de obras, cuya construcción costó cuatro millones
de euros, o algunos detalles como el azulejo portugués utilizado en varias estancias
de los edificios y cuyo coste asciende a casi medio millón de euros o los zócalos
de mármol a 43 euros la unidad. Y hay más de 9.000 puertas. Paralizadas las obras, el Gobierno de María Dolores de Cospedal estudia cómo
dar punto final a este proyecto sin que la obra siga siendo un pozo sin fondo para
el erario. En los próximos días, la Junta sacará a concurso los nuevos pliegos de
licitación que parten de la base de que varios de los edificios ya construidos quedarán
cerrados y sin uso a la espera de mejores tiempos.
“El futuro va a ser abrirlo en el menor plazo posible”, explica Amparo Carrión.
“Los edificios que están sin hacer no se van a terminar y de lo que está terminado
hay algunas zonas que se quedarán en reserva”. Aproximadamente, 100.000 metros cuadrados
de obra quedarán sin terminar y sólo sobre la maqueta original”.