El 27 de mayo del próximo año, último domingo del mes, los ciudadanos serán convocados a las urnas para elegir concejales, miembros de Diputaciones y cabildos insulares y diputados autonómicos de doce Cámaras regionales —todas menos las de Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía— más las de Ceuta y Melilla. Se pondrán en juego el poder autonómico y local y los dos principales partidos, PSOE y PP, se disputarán, además, las posiciones de salida para las elecciones generales de marzo del año siguiente, si es que no se adelantan. Ese domingo es la gran cita política del año, que a partir de Navidad absorberá la actividad de los partidos y marcará la actuación del Gobierno y de la oposición. Será la reválida para los planes del PSOE de mantener su actual hegemonía y también el examen de la alternativa del PP, que encabeza Mariano Rajoy.
El empate que en la práctica se dio entre socialistas y populares de las elecciones de 2003 —seis autonomías se quedaron en manos del PP y otras cinco fueron para el PSOE mientras que en las municipales apenas hubo cambio— parece difícil que se vaya a romper en esta ocasión, según los cálculos de los propios partidos. Pero las variaciones en el voto de unos y otros no dejará de ser una macroencuesta real, no de pronósticos, sobre la marcha de cada cual.
Después de las elecciones generales del 14-M que el PSOE ganó por 5,4 puntos de diferencia sobre el PP los únicos comicios de ámbito nacional celebrados fueron los europeos de junio de ese mismo año que los socialistas ganaron pero por sólo 2,2 puntos, un eurodiputado de diferencia y apenas 348.000 votos.Aunque son parámetros difíciles de comparar, ni las elecciones autonómicas después celebradas en el País Vasco, Galicia y Cataluña ni los sondeos privados y del CIS permiten al PSOE suponer que han mejorado posiciones electorales desde que están en el poder. Más bien al contrario; lejos de consolidar su ventaja del 11-4, fruto en buena parte de la convulsión del 11-M, no han dejado de retroceder desde que alcanzaron su momento de mayor gloria ante la opinión pública con la retirada de las tropas españolas de Irak.
El Gobierno ha cerrado el año en «empate técnico» con el PP en intención de voto. El último barómetro del CIS, órgano dependiente del propio Ejecutivo, deja la ventaja de los socialistas sobre los populares en 1,4 puntos, la menor de toda la legislatura. Y para algunos analistas del PSOE adscritos a la revista «Temas», que dirige Alfonso Guerra, el desgaste del Ejecutivo de Zapatero hace que la diferencia se quede ya en décimas.
Negociación estancadaCon ese ambiente general de deterioro de la imagen del Gobierno, el PSOE afronta el largo periodo preelectoral que se abre en enero y acaba en el último domingo de mayo en su peor momento, sobre todo por el estancamiento de la negociación con ETA, su gran apuesta para esta legislatura, e incluso la siguiente si sigue en el poder.Los socialistas dan por hecho que mantendrán los gobiernos autonómicos que ahora controlan: Asturias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón. Además, aspiran a reeditar el ejecutivo de coalición con los regionalistas en Cantabria, donde en 2003 hicieron presidente al dirigente del PRC, Miguel Ángel Revilla, para evitar que reeditara la antigua alianza con el PP.En Canarias, con la candidatura del ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, el PSOE aspira a ser más votado y pactar después con CC para formar gobierno. Pese a la retirada de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en Extremadura, los socialistas no creen que tengan en peligro el control de la Junta y lo mismo ocurre en Castilla-La Mancha, donde por primera vez José Bono deja de ser la cabeza de cartel del PSOE en unas elecciones autonómicas.Los feudos del PP —Murcia, La Rioja, Castilla y León, Baleares y Comunidad Valenciana— se presentan, en principio, como obstáculos insalvables para los socialistas. No obstante, con los escándalos urbanísticos como ariete contra Francisco Camps y Jaume Matas y con los pactos con los grupos locales de izquierdas de ambas Comunidades preparados por si no hay mayorías absolutas del PP, el PSOE dará la batalla. Fonte: ABC, Abril 2007
El empate que en la práctica se dio entre socialistas y populares de las elecciones de 2003 —seis autonomías se quedaron en manos del PP y otras cinco fueron para el PSOE mientras que en las municipales apenas hubo cambio— parece difícil que se vaya a romper en esta ocasión, según los cálculos de los propios partidos. Pero las variaciones en el voto de unos y otros no dejará de ser una macroencuesta real, no de pronósticos, sobre la marcha de cada cual.
Después de las elecciones generales del 14-M que el PSOE ganó por 5,4 puntos de diferencia sobre el PP los únicos comicios de ámbito nacional celebrados fueron los europeos de junio de ese mismo año que los socialistas ganaron pero por sólo 2,2 puntos, un eurodiputado de diferencia y apenas 348.000 votos.Aunque son parámetros difíciles de comparar, ni las elecciones autonómicas después celebradas en el País Vasco, Galicia y Cataluña ni los sondeos privados y del CIS permiten al PSOE suponer que han mejorado posiciones electorales desde que están en el poder. Más bien al contrario; lejos de consolidar su ventaja del 11-4, fruto en buena parte de la convulsión del 11-M, no han dejado de retroceder desde que alcanzaron su momento de mayor gloria ante la opinión pública con la retirada de las tropas españolas de Irak.
El Gobierno ha cerrado el año en «empate técnico» con el PP en intención de voto. El último barómetro del CIS, órgano dependiente del propio Ejecutivo, deja la ventaja de los socialistas sobre los populares en 1,4 puntos, la menor de toda la legislatura. Y para algunos analistas del PSOE adscritos a la revista «Temas», que dirige Alfonso Guerra, el desgaste del Ejecutivo de Zapatero hace que la diferencia se quede ya en décimas.
Negociación estancadaCon ese ambiente general de deterioro de la imagen del Gobierno, el PSOE afronta el largo periodo preelectoral que se abre en enero y acaba en el último domingo de mayo en su peor momento, sobre todo por el estancamiento de la negociación con ETA, su gran apuesta para esta legislatura, e incluso la siguiente si sigue en el poder.Los socialistas dan por hecho que mantendrán los gobiernos autonómicos que ahora controlan: Asturias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón. Además, aspiran a reeditar el ejecutivo de coalición con los regionalistas en Cantabria, donde en 2003 hicieron presidente al dirigente del PRC, Miguel Ángel Revilla, para evitar que reeditara la antigua alianza con el PP.En Canarias, con la candidatura del ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, el PSOE aspira a ser más votado y pactar después con CC para formar gobierno. Pese a la retirada de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en Extremadura, los socialistas no creen que tengan en peligro el control de la Junta y lo mismo ocurre en Castilla-La Mancha, donde por primera vez José Bono deja de ser la cabeza de cartel del PSOE en unas elecciones autonómicas.Los feudos del PP —Murcia, La Rioja, Castilla y León, Baleares y Comunidad Valenciana— se presentan, en principio, como obstáculos insalvables para los socialistas. No obstante, con los escándalos urbanísticos como ariete contra Francisco Camps y Jaume Matas y con los pactos con los grupos locales de izquierdas de ambas Comunidades preparados por si no hay mayorías absolutas del PP, el PSOE dará la batalla. Fonte: ABC, Abril 2007
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