sábado, março 29, 2014

El Papa se confiesa en público en la basílica de San Pedro

Segundo o ABC, "al término de su homilía en la basílica de San Pedro sobre la parábola del hijo pródigo y la importancia de la confesión, el Papa Francisco pasó inesperadamente a dar ejemplo. Cuando el maestro de ceremonias le llevó hasta el lugar donde debería ponerse a escuchar las confesiones de los fieles, el Santo Padre le dijo «Espera» y se fue a confesarse él mismo en un confesonario cercano. El Papa se arrodilló delante de un confesor desconocido y realizó su confesión durante tres o cuatro minutos, hasta recibir la absolución. Acto seguido se fue con la misma naturalidad al confesonario asignado para él donde comenzó escuchar la confesión de una mujer que prefirió la rejilla lateral. A continuación seguirían otros fieles utilizando la rejilla lateral o bien arrodillándose enfrente, según las propias preferencias. El Santo Padre, que recuerda continuamente la misericordia de Dios, ha confesado fieles en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro y dedica siempre media hora a esta actividad en las visitas a las parroquias que realiza algunos domingos. Ésta ha sido la primera vez que lo hace en la basílica. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI solían bajar a confesar a la basílica de San Pedro un día de la Semana Santa, pero no se recuerda en tiempos recientes ver a un Papa que se confiesa delante de los demás fieles. En varias ocasiones, el Papa Francisco ha dicho que acude a confesarse cada quince días, pero nunca ha comentado cuándo lo hace o quien es su confesor. El ejemplo cundió enseguida. El cardenal Ángelo Comastri fue enseguida a confesarse también, lo mismo que otros cardenales, obispos y sacerdotes que participaban en la ceremonia penitencial.
El Papa confesó y charló con los fieles
El programa consistió en la lectura de algunos pasajes del Evangelio y una homilía del Papa, seguida por confesiones individuales. Como los confesionarios no iban a ser suficientes, muchos sacerdotes se instalaron con dos sillas en los ángulos de las columnas, donde inmediatamente se formaban colas puesto que el acto consistía precisamente en acudir al sacramento de la reconciliación. Desde lejos se veía que el Papa no se limitaba solo a escuchar sino que hacia comentarios y preguntas, manteniendo un diálogo en buena parte de los casos, sobre todo hacia el final del encuentro con cada uno de los fieles antes de darles la absolución. Al cabo de media hora, el maestro de ceremonias intentó sacarle del confesonario, pero la cola de penitentes era larga, y el Papa continuó casi otros diez minutos. Al final de la ceremonia comentó que «hemos podido sentir en este sacramento la bondad de Dios por nosotros. Que el Espíritu Santo nos llene de paz, y que sepamos dar siempre razón de nuestra esperanza».