domingo, setembro 21, 2014

História: "La mayoría de los principales jerarcas del nazismo acabó quitándose la vida"

"Tras el suicidio de Hitler y la ca­pitulación incondicional de Alemania, los principales je­rarcas nazis, sabiendo que se les exi­girían responsabilidades por sus actos durante la guerra, buscaron la salva­ción en el suicidio o en la huída. Uno de los primeros en poner fin a su vida fue el Ministro de Propaganda, Joseph Göbbels. Aunque Hitler le había ordenado abandonar Berlín y ocupar su puesto en el gabinete de Dönitz, al día siguiente de la muerte de Hitler dispuso que sus seis hijos fueran seda­dos y envenenados en el Führerbunker. Luego, él y su esposa Magda subieron al jardín de la Cancillería, donde se suicidaron. Esa noche el resto de los habitan­tes del búnker trató de escapar de la capital, entre ellos Martin Bormann, mano derecha de Hitler como jefe de la Cancillería del NSDAP (el partido nazi) y Secretario del Führer. La ma­drugada del 2 de mayo, habiendo per­dido la esperanza de poder escapar, se envenenó en la Invalidenstrasse para evitar caer prisionero. Durante mucho tiempo se especuló con que podría haber huido a Sudamérica, siendo condenado a muerte en Nuremberg in absentia. Sólo en 1998 una prueba de ADN confirmó que los restos des­cubiertos en 1972 por unos obreros en Berlín pertenecían efectivamente a Bormann. Heinrich Himmler, el otrora todopo­deroso Reichführer de las SS, a quien Dönitz había despojado de todos sus cargos el 6 de mayo, fue detenido por los ingleses ante los que se hizo pasar por un sargento del ejército. El 23 de mayo, después de revelar a sus capto­res su verdadera identidad, cuando un médico militar que le registraba tra­tó de quitarle la ampolla de cianuro potásico que escondía en su boca, la mordió y pereció en pocos minutos. Hermann Göring fue detenido por los norteamericanos el 9 de mayo cerca de Berchtesgarden. Fue juzgado en Núremberg y condenado a morir en la horca. La noche del 15 de octubre de 1946, para eludir al verdugo, se suicidó con una ampolla de cianuro potásico. En 2005, un soldado norteamericano confesó haber entregado al prisione­ro sesenta años antes una pluma es­tilográfica que, según le dijeron una hermosa mujer y unos hombres que contactaron con él, contenía una me­dicina para aliviar las dolencias del antaño mariscal del Reich.
Rudolf Hess, encarcelado desde su vuelo a Escocia en mayo de 1941, cuan­do pretendía negociar por iniciativa propia un acuerdo de paz con Reino Unido, fue condenado en Núremberg a cadena perpetua. Se suicidó en 1987, a los 93 años, ahorcándose con el cor­dón de una lámpara en la prisión de Spandau, en Berlín, de la que era el único inquilino. La prisión sería de­molida ese mismo año para evitar que se convirtiese en un santuario neonazi. Albert Speer, el ministro de Arma­mento y Producción de Guerra, aceptó en Núremberg su responsabilidad por los crímenes nazis, siendo condenado a 20 años de cárcel que cumplió en su totalidad. Convertido en un autor de éxito, Memorias y Diario de Spandau le produjeron enormes ganancias que donó en parte a organizaciones bené­ficas judías. Falleció en 1981 a los 76 años.
Karl Dönitz, el sucesor de Hitler, fue condenado a 10 años de cárcel que cumplió integramente. Falleció en 1980, a los 89 años. No tuvieron esa fortuna otros altos mandos militares, Keitel y Jodl fueron ahorcados el 16 de octubre de 1946 después de ser consi­derados culpables en Núremberg. No obstante, Jodl sería rehabilitado en 1953 por un tribunal alemán de des­nazificación.
Los arquitectos de la Solución Final
Reinhard Heidrich, organiza­dor de la conferencia de Wannsee donde coordinó la planificación de la Solución Final, fue asesinado en Praga el 27 de mayo de 1942 por agentes británicos. La represión posterior fue brutal: los pueblo de Lídice y Lezeky, falsamente acu­sados de haber colaborado con los asesinos, fueron devastados y todos sus habitantes asesinados o depor­tados. Adolf Eichmann, un oscuro y eficiente “asesino de despacho,” encargado de organizar los trans­portes hasta los campos de exter­minio, huyó a Argentina al termi­nar la guerra. En 1960, localizado y secuestrado por agentes del Mos­sad, fue trasladado a Israel para ser juzgado. Hallado culpable, fue ahorcado el 31 de mayo de 1962. El doctor Josef Mengele, respon­sable de despiadados experimentos con seres humanos en Auschwitz, logró huír a Brasil, donde se ahogó el 7 de febrero de 1979 tras sufrir un infarto cerebral mientras nadaba en el mar, sin llegar a responder nunca de sus crímenes. Enterrado con nombre falso, las pruebas de ADN confirmaron en 1992 su ver­dadera identidad" (texto do ABC, com a devida vénia)