Espíritu Santo. Baja California Sur (México)
La Paz, capital de Baja California del Sur, es una tranquila y agradable ciudad que vive de cara a su malecón, asomado al Mar de Cortés. En uno de sus flancos se encuentran la isla de Espíritu Santo, reserva de la biosfera, con farallones donde dormitan los leones marinos y estrechas ensenadas que servían de abrigo a los corsarios holandeses que acosaban a los galeones españoles en la ruta entre Manila (Filipinas) y Acapulco (México), como Boris von Spilbergen, el pirata Pichilingüe. De sus placeres arenosos, donde vive la Pintada mazatlánica, una variedad de madreperla, proceden las famosas perlas negras que lucen en algunos retratos los reyes y reinas españoles. El escritor estadounidense John Steinbeck la visitó en la primavera de 1940 a bordo de un barco sardinero; de su experiencia nació La perla, un cuento conmovedor sobre los buscadores de madreperlas de la bahía de La Paz, llevado al cine por el mexicano Emilio Fernández. FOTO: ISIDORO MERINO
Queimada Grande (Brasil)
Esta isla de la costa oriental de Brasil, frente a Sao Paulo, es uno de los lugares con mayor concentración de serpientes venenosas del mundo: entre uno y cinco ejemplares por metro cuadrado, así que ya te puedes llevar una flauta, para encantarlas. Todas son de la misma especie: yarará dorada (Bothrops insularis), endémica de Queimada, muy agresiva y, al parecer, con un veneno cinco veces más potente que su prima continental, la serpiente terciopelo (Bothrops asper), causante de la mayoría de las muertes por picadura de serpiente en Sudamérica. FOTO: MICHAEL KERN
Isla de Navidad (Australia)
Cada año, la isla australiana de Navidad (no confundir con la isla homónima en el archipiélago de Kiribati) se convierte en escenario de una de las grandes epopeyas animales: la migración del cangrejo rojo (Gecarcoidea natalis), endémico de la isla. Al comienzo de la temporada de lluvias (octubre o noviembre), millones de crustáceos abandonan al unísono las selvas del interior para dirigirse hacia el mar y aparearse, en rojas oleadas que sortean todos los obstáculos, obligando a cerrar temporalmente las carreteras. FOTO: ROGER GARWOOD
Tristán da Cunha (Reino Unido)
Que te descubra un marinero llamado Tristán es casi una premonición de que nunca serás una isla con mucha marcha, una Ibiza, por citar un ejemplo. Que seas casi inaccesible, con acantilados de más de 600 metros de altura y figures en el Libro Guinness como el sitio habitado más remoto (la población más cercana está en la isla de Santa Elena, a 2.110 kilómetros al norte), tampoco ayuda, aunque tu capital se llame Edimburgo de los Siete Mares. Según Wikipedia, solo ocho apellidos --Glass, Green, Hagan, Laverello, Repetto, Rogers, Swain y Patterson-- y 80 familias se reparten los 200 kilómetros cuadrados de este grupo de tres islas (Tristán da Cunha, Inaccesible y Ruiseñor) en el Atlántico Sur, a 2.816 kilómetros de Suráfrica y a 3.360 kilómetros de Suramérica, donde, misterios de la endogamia, no conocen los resfriados. FOTO: MICHAEL CLARK / WIKIMEDIA
Pukapuka (Islas Cook)
Buscando el sueño de los mares del Sur, el viajero y escritor estadounidense Robert Dean Frisbie recaló en 1924 en Pukapuka, un remoto atolón de las islas Cook también conocido como Danger Island (isla peligrosa). Bajo un magnolio, hizo buenas migas con una joven belleza polinesia llamada Desire (Deseo). Se casó con ella, tuvo varios niños y contó en dos libros su experiencia. En The Island of Desire (La isla del deseo), describe Pukapuka como un paraíso donde la desnudez es algo natural, el sexo se vive como un juego y no existe una palabra para referirse a los celos. FOTO: WIKIMEDIA (fonte: El Pais)