"La noche ya
ha caído sobre Helsinki cuando, en la estación donde esta periodista espera el
tren para regresar a su casa, hacen acto de aparición varios coches de policía,
un camión de bomberos y una ambulancia. Los agentes iluminan las vías sumidas
en penumbra con unos focos enormes, mientras uno de ellos camina junto a los
raíles. Rastrea la zona con la ayuda de una linterna. Busca algo. “Busca a
alguien”, precisa un viajero.
Unos minutos más
tarde, desde el andén opuesto, donde ha ido reuniéndose un grupo cada vez más
numeroso de personas, puede verse cómo los policías cubren un cuerpo que yace
entre las vías. Sobre el apeadero, la gente comienza a impacientarse. Algunos
miran las pantallas que anuncian que el tráfico se reanudará en pocos minutos;
otros consultan sus relojes una y otra vez. Por la megafonía un mensaje pide
disculpas repetidamente por los retrasos, provocados por “daños
personales”.
Este suicidio no
se publicará mañana en la prensa local. Como mucho, se informará de un
accidente ocurrido en una estación de tren de la región de Helsinki. Sin fotos,
sin detalles y, sobre todo, sin mencionar la palabra suicidio
Este suicidio no
se publicará mañana en la prensa local. Como mucho se informará de un accidente
ocurrido en una estación de tren de la región de Helsinki. Sin fotos, sin
detalles y, sobre todo, sin mencionar la palabra “suicidio”. Los medios de
comunicación finlandeses intentan por todos los medios de evitar el “efecto
contagio” entre la población. Con tal fin, utilizan una guía que insta a los
periodistas a pensarse dos veces si merece la pena convertir un suicidio en
noticia. Si deciden informar sobre ello, la guía les explica cómo hacerlo
correctamente.
Un total de 861
personas se quitaron la vida en Finlandia el año pasado, lo que supone un 5%
más que en 2012. La tasa de muerte por suicidio en este país supera la media de
los miembros de la Unión Europea, con 9,5 muertos más al año por cada mil
habitantes. No obstante, “Finlandia no está entre los diez peores países del
mundo. La situación es peor en Corea del Sur, Lituania, Letonia, Japón, Rusia y
otros países de la antigua Unión Soviética”, asegura a El Confidencial el
psiquiatra Timo Partonen, investigador y jefe de unidad en el Instituto
Nacional para la Salud y el Bienestar de Finlandia. “Si quisiéramos establecer
un ranking, Finlandia estaría entre el puesto 15º y el 20º, así que no se
encuentra entre los peores países del mundo. Solía estarlo, pero ya no”,
insiste.
Un grupo de
personas observa la catedral de Helsinki iluminada (Reuters).Un grupo de
personas observa la catedral de Helsinki iluminada (Reuters).
¿Por qué la tasa
es tan alta?
La razón del
descenso en las cifras reside, en parte, en un plan nacional de prevención para
el que no se escatimaron esfuerzos entre los años 1986 y 1996. Y, si bien es
cierto que las causas del elevado número de suicidios que registra Finlandia
pueden analizarse desde diferentes puntos de vista, las razones psicológicas
son comunes a los casos que se dan en cualquier parte del mundo. “En el 90% de
los casos de suicidio, la víctima tenía algún trastorno psiquiátrico:
depresión, psicosis, esquizofrenia o trastorno maníaco-depresivo, por ejemplo,
aunque no siempre estuvieran diagnosticados y en tratamiento”, explica
Partonen. Este trastorno o enfermedad mental suele ir acompañado de un
acontecimiento estresante para quien decide quitarse la vida, como la pérdida
de empleo, un divorcio o la muerte de un familiar.
Pero el suicidio
es un fenómeno complejo cuyo análisis no puede limitarse a una lista de
características psicológicas. Para comprender las peculiaridades de este acto,
se deben conocer las razones sociológicas que se esconden tras el elevado
número de muertes buscadas en Finlandia.
Un total de 861
personas se quitaron la vida en Finlandia el año pasado, lo que supone un 5%
más que en 2012. La tasa de muerte por suicidio en este país supera la media de
los miembros de la UE
“En este país
existe un concepto difícil de traducir que ha sido muy importante en la cultura
finlandesa”, cuenta a este diario Netta Mäki, investigadora y profesora de
Sociología en la Universidad de Helsinki. Se refiere al pärjäämisen eetos, que
puede traducirse como “el espíritu de afrontar y solucionar las cosas por uno
mismo”. Sólo en finés existe un término para definir este fenómeno cultural.
“El pärjäämisen eetos es sentir que tienes que ser fuerte si tienes un problema
y resolverlo tú mismo sin molestar a nadie más”, explica.
La vida y los
quehaceres diarios en Finlandia dejan entrever situaciones en las que puede
apreciarse esta conducta. “Los niños pasan mucho tiempo solos después del
colegio; los jóvenes se independizan muy pronto, alrededor de los 20 o 21
años”, enumera Mäki. Además, “los lazos familiares entre padres e hijos no son
muy fuertes. Aunque la relación entre unos y otros sea buena, los hijos no
suelen ver a sus padres con frecuencia cuando son jóvenes ni tampoco cuando se
hacen adultos y sus progenitores ya son ancianos”, cuenta.
Otro factor
importante que influye en la elevada tasa de suicidios es el consumo de
alcohol. “El consumo de alcohol no es especialmente alto en Finlandia si lo
comparamos con España, por ejemplo, pero la forma de hacerlo es diferente. No
se bebe muchos días pero, cuando se hace, la cantidad que se consume es
muchísima. Es el estilo de beber típico de los finlandeses”, asegura Mäki. Esta
forma de beber está directamente relacionada con el suicidio impulsivo, por lo
que el hecho de quitarse la vida no estaría relacionado con el alcoholismo en
sí, sino con esa forma tan característica de consumir alcohol.
Por otra parte, el
acceso a medios para quitarse la vida es otro factor a tener en cuenta porque
“en Finlandia hay bastantes armas de caza, la gente ha vivido durante muchos
años en el campo, tiene armas de fuego. Si una persona se dispara la
probabilidad de que muera es muy alta porque se trata de un método violento”, explica
Mäki. Asimismo, destaca el hecho de que en este país no existe el tabú
religioso que acompaña a la muerte por suicidio en otras religiones. La Iglesia
luterana permite que personas que se han quitado la vida sean enterradas en el
cementerio de una parroquia.
Aumento de
suicidios durante el 'boom' económico
Un aspecto muy
peculiar de este fenómeno es que los suicidios aumentan en Finlandia durante
los años del auge económico. La cultura de la supervivencia individual se
acentúa aún más durante estos periodos. “Los finlandeses que se quedan sin
trabajo en tiempos de bonanza, cuando todo el mundo tiene empleo, se encuentran
con el estigma social”, explica Mäki.
El 'pärjäämisen
eetos' es sentir que tienes que ser fuerte si tienes un problema y resolverlo
tú mismo sin molestar a nadie
La situación
económica que atraviesa el país tiene en Finlandia una repercusión clara en la
tasa de suicidios, que desciende cuando hay recesión, algo totalmente opuesto a
lo que ocurre en otros países del mundo. “Aquí se acepta mucho mejor estar en
paro cuando otras muchas personas también lo están, porque quien está
desempleado ya no piensa que es culpa suya”, cuenta la investigadora. Además,
añade Mäki, el consumo de alcohol “aumenta durante el boom económico, porque la
gente tiene más dinero. El alcohol es muy caro en este país”.
El perfil del
suicida finlandés es un hombre de edad media, clase social baja y bajo nivel
educativo. Su trabajo, si tiene, es físico, no intelectual y ha sufrido el
desempleo en algún momento de su vida. Es soltero, divorciado o viudo, bebe
mucho alcohol y, posiblemente, padece algún tipo de enfermedad mental. Sin
embargo, hay un nuevo grupo en riesgo: las chicas de entre 15 y 19 años. “La
tasa de suicidio en estas edades es muy baja, pero es la única que está
aumentando”, afirma Mäki. Las jóvenes adolescentes perciben una inmensa presión
externa y se exigen mucho a sí mismas, dado que deben alcanzar un elevado
rendimiento en la escuela o en la universidad. A la vez, piensan que la
sociedad les reclama que estén guapas y en buena forma.
Las adolescentes
han pasado a formar parte de los grupos de riesgo que los poderes públicos
tienen en cuenta en sus labores de prevención. Los proyectos para luchar contra
los suicidios se desarrollan desde diferentes ámbitos, empezando con programas
de concienciación para el personal sanitario de atención primaria, y buscan
detectar los grupos de alto riesgo. Los enfermos mentales deben ser tratados
con fármacos y psicoterapia. A la vez, los expertos consideran fundamental
desarrollar programas contra el alcoholismo y realizar un seguimiento médico de
las personas que hayan intentado quitarse la vida. La restricción al acceso a
medios letales, como drogas y armas de fuego, y una correcta cobertura
mediática también desempeñan un punto importante en la prevención” (texto do ElConfidencial, com a devida vénia)