Un Escocia independiente mantendría la libra
británica como moneda, a la reina Isabel II y seguiría siendo miembro de la
Unión Europea, aunque tendría sus propias fuerzas de defensa y recaudaría sus
impuestos, según ha explicado el ministro principal escocés, Alex Salmond,
quien presenta hoy en Glasgow el llamado Libro Blanco de la Independencia, un
documento histórico donde, supuestamente, se van a despejar todas las dudas sobre
cómo sería Escocia fuera del Reino Unido. El país seguiría con la libra y
dependiendo del Banco de Inglaterra porque "es lo mejor para Escocia y
para el Reino Unido", en palabras de Salmond. En cuanto a la Unión
Europea, solicitará ser estado miembro en las mismas circunstancias que las
actuales como parte del Reino Unido. El ministro principal escocés aspira a
tener silla en las negociaciones de Bruselas para el año 2017. La Comisión, por
su parte, ha eludido hoy comentar el plan alegando que se trata de un
"asunto interno de Reino Unido", pero ha repetido que Escocia deberá
volver a pedir la adhesión a la UE si se independiza.
Según Salmond, los impuestos básicos no se
incrementarán y el salario mínimo subirá en relación "al coste de la
vida". La respuesta de Londres ha sido clara: la independencia costaría a
los escoceses un aumento de 1.000 libras anuales per cápita en impuestos. En el
documento, que busca convencer a los escoceses de que voten a favor de la
independencia en el referéndum del 18 de septiembre, Salmond asegura que no
será necesario subir los impuestos si Escocia rompe su unión con Inglaterra de
306 años.
El líder del Partido Nacional Escocés (SNP) ha
advertido que los impuestos escoceses no se gastarán en programas nucleares y
que los misiles de Reino Unido serán retirados de Escocia. "La
independencia pondrá a los ciudadanos de Escocia a cargo de nuestro propio
destino", ha dicho. "Nuestra visión es la de una Escocia
independiente que pueda recuperar su lugar como un miembro más de la familia de
naciones. No buscamos la independencia como un fin en sí mismo, sino más bien
como un medio para el cambio para mejor”, ha asegurado Salmond, quien
recientemente apuntó que “me gustaría estar vivo en 2062 para saber quien
estaba en lo correcto y quien no”. En cuanto a los llamados benefits, habrá
treinta horas por semana de cuidado de niños en el período lectivo para los de
tres y cuatro años, así como para los de dos años en circunstancias
“vulnerables”. Y sobre las pensiones, Salmond quiere establecer el llamado
"triple-locked", es decir, que las pensiones estén aseguradas por
tres vías distintas. En Escocia aumentarán al nivel máximo que haya alcanzado
la inflación, las ganancias medias o un mínimo de un 2,5%. La Ley de Pensiones
que ha presentado este año el Gobierno de David Cameron recoge que sólo se
comprometen a elevar las pensiones en línea con los ingresos medios, es decir,
que ya no sigue el "triple-locked". El líder nacionalista promete que
Escocia garantizará este sistema.
El libro cuenta con 670 páginas para dar
respuesta a 650 preguntas planteadas por personas que viven o trabajan en
Escocia. Está divido en cinco secciones y contiene 170.000 palabras que serán
claves de cara al referéndum del próximo septiembre. Las últimas encuestas
señalan que la mayoría de la población escocesa, alrededor del 47%, apoya la
permanencia en el Reino Unido, pero muestran también un alto número de
indecisos, sobre el 24%. A continuación, se detallan las claves para comprender
un escenario que Bruselas observa con atención y que ha despertado especial
interés en Cataluña.
La antesala de un referéndum histórico
- El origen: La primera vez que se empezó a
hablar en serio de un referéndum fue en mayo de 2011. Salmond, líder del
Partido Nacionalista Escocés (SNP), se hacía con la mayoría absoluta en las
elecciones autonómicas arrebatando el poder a los laboristas, que siempre
habían dominado el norte. Era la primera vez que una fuerza política de este
cariz conseguía el logro desde que se constituyó la Asamblea escocesa en 1999.
- Más competencias: En un intento por
dulcificar las relaciones entre Londres y Edimburgo, el Gobierno británico
llegó a ofrecer más competencias en materia presupuestaria e impositiva. Salmond
no aceptó la propuesta.
- Constitución: el Reino Unido no cuenta con
una Constitución. La autoridad legal para celebrar un referéndum recae en el
parlamento de Westminster. En octubre de 2012, tras un largo periodo de
negociación, David Cameron y Alex Salmond finalmente firmaron un acuerdo por el
que se transfirió temporalmente esa autoridad al Parlamento escocés, con
llamada Sección 30 de la Ley de Escocia de 1998. El primer ministro británico
siempre ha apelado a la unidad, pero accedió a celebrar el plebiscito alegando
que la incertidumbre sobre la secesión repercutiría en el parqué londinense.
- Las preguntas de la consulta: El principal
escollo en las negociaciones fue el número de preguntas que se plantearían en
el plebiscito. Salmond quería introducir dos: una sobre la independencia y otra
para otorgar al Parlamento escocés más poderes para recaudar impuestos. Era una
manera de guardarse las espaldas en caso de que el pueblo rechace la secesión.
Finalmente, Cameron logró imponer su criterio y tan sólo se planteará una
pregunta para responder con un sí o un no.
- Una pregunta “tendenciosa”: En un principio,
la pregunta iba a ser "¿Está usted de acuerdo con que Escocia debería ser
un país independiente?". Pero la Comisión Electoral ordenó a Salmond
cambiarla por considerarla “algo tendenciosa”. Los expertos señalaron que la
cuestión podía inducir a votar afirmativamente. Al buscar el acuerdo,
apuntaron, "se daba por hecho que la independencia era algo bueno",
por lo que sugirieron un formato mucho más neutral. Su propuesta fue: "¿Debería
Escocia ser un país independiente? Sí o no". La fecha se fija para el 18
de septiembre de 2014, para hacerla coincidir con el 700º aniversario de la
Batalla de Bannockburn, en la que los escoceses ganaron a los ingleses.
- ¿Quién votará?: Votarán los mayores de 16
años que vivan en Escocia. Esto significa que los 800.000 escoceses que viven
en otras partes del Reino Unido no tendrán derecho a voto, mientras que las
400.000 personas que no tienen pasaporte escocés, pero viven en Escocia, sí
decidirán el futuro de la nación. Tanto Londres como Edimburgo consideraron que
se trataba de la manera más justa.
- Día de la Independencia: En caso de que se
votase a favor de la secesión, Salmond quiere que el día oficial de la
independencia sea el 24 marzo de 2016, para hacerlo coincidir con el
aniversario de la unión de las coronas de 1603. El día anterior se disolvería
el Parlamento actual y en mayo se convocarían elecciones por primera vez para
una Escocia independiente.
- Cataluña: El ministro británico para
Escocia, Alistair Carmichael, señaló que, mientras en el Reino Unido el debate
corresponde a los escoceses, en España, “tal y como está planteada la
Constitución”, este se debe plantear “a un nivel más amplio”, es decir, a todo
el país. El liberal-demócrata rehusó hacer comparaciones alegando que los
escenarios “no tienen nada que ver”. Además, negó haber mantenido contactos con
la Generalitat sobre la organización de un plebiscito y señaló que, en
cualquier caso, “las conversaciones sobre este asunto serían con el Gobierno
español, no con el regional”.
Los puntos de fricción en caso de ruptura
- La moneda: Es la cuestión que genera más
tensiones entre el sector independentista. Salmond pretende seguir utilizando
la libra esterlina y depender de la política monetaria del Banco de Inglaterra.
Asegura que la libra es un activo a cuyo valor ha contribuido Escocia. Sin
embargo, desde Londres consideran que es prácticamente imposible que sigan
compartiendo moneda. El Instituto Nacional de Investigación Económica y Social
también ha puesto serias objeciones y, puesto que el líder nacionalista se
niega a apostar por el euro, se le ha recomendado que opte por su moneda
propia.
- El gasto público: Las cifras del Tesoro
señalan que en el ejercicio de 2012/13 el coste por persona en Escocia fue de
10.152 libras, es decir, 1.364 más que la media del Reino Unido. La cifra sería
de 1.623 libras más si se comparara el gasto sólo con Inglaterra, donde la
media fue de 8.529. De todas las regiones del Reino Unido, el gasto público
sólo es mayor en Irlanda del Norte (10.876 libras). Gales tuvo 9.709 libras por
cabeza, es decir, 1.180 más que el inglés. La brecha de gasto transfronteriza
entre Escocia e Inglaterra es casi del 11% en sanidad y del 6% en educación.
Las estadísticas también demuestran que los ayuntamientos escoceses gastan un
20% más por persona que los ingleses. Desde Londres advierten que la independencia
les saldría muy cara.
- Las pensiones: Con la independencia, las
bajas perspectivas de migración significan que el porcentaje de mayores de 65
años aumentaría del 16,1% actual al 27,7% en 2062, en comparación con el
aumento del 15,9% al 25,4% para el Reino Unido en su conjunto. El ratio de
dependencia actual es del 1,9% en Escocia con respecto al 2,2% en el Reino
Unido. Salmond quiere establecer el llamado "triple-locked", es
decir, que las pensiones estén aseguradas por tres vías distintas. En Escocia
aumentarán al nivel máximo que haya alcanzado la inflación, las ganancias
medias o un mínimo de un 2,5%. La Ley de Pensiones que ha presentado el
Gobierno de Cameron este año recoge que sólo se comprometen a elevarlas en
línea con los ingresos medios, es decir, que ya no sigue el
"triple-locked". Salmond promete que Escocia garantizará este
sistema.
- La deuda: Una Escocia independiente debería
asumir una parte proporcional de la deuda del Reino Unido, estimada en 1,3
billones de libras. Salmond señala que sólo negociaría asumir una parte de la
deuda a cambio de poder usar la libra. La cifra que baraja el Instituto
Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR) es de 153.000 millones de
libras. El Gobierno escocés ha rebajado la estimación a 92.000. El NIESR
asegura que los intereses que debería pagar una Escocia independiente que
siguiera utilizando la libra esterlina podrían ser de entre 72 y 165 puntos
básicos (entre un 0,72 y un 1,65%) por encima de los del bono británico a diez
años.
Asimismo, Escocia tendría también que recortar
su gasto un 5,4% para alcanzar los objetivos de la deuda europea. Por su parte,
el Instituto de Estudios Fiscales señala que para que el nivel de deuda pueda
ser sostenible, a principios de 2020 se tendrían que recaudar seis mil millones
de libras, es decir, el doble de lo que hasta ahora siempre había prometido el
líder nacionalista. En otras palabras, la independencia incrementaría los
impuestos un 16% y reduciría un 12% el gasto público. Las cifras no incluyen el
impacto de las promesas de Salmond para reducir el impuesto de sociedades,
reformar el sistema de prestaciones o introducir una pensión estatal más
generosa.
- El petróleo del mar del Norte: Las reservas
estimadas son de 15.000 a 24.000 millones de barriles de crudo, es decir, el
equivalente a otros 30 o 40 años de producción, sin tener en cuenta los nuevos
pozos en fase de exploración de las Shetland. Se podría hacer frente a la deuda
en mejores circunstancias si se lograse el 95% de los ingresos por la
explotación petrolera del Mar del Norte, como plantea Salmond.
En su contra, el debate acerca de dónde acaban
las aguas escocesas y dónde las inglesas. El Partido Nacionalista Escocés
(SNP), la formación de Salmond, alega que si se traza una línea hacia el este
desde el punto en el que la frontera de Escocia e Inglaterra llega a la costa
norte de Berwick, la división del fondo marino daría a Escocia el control sobre
casi todos los yacimientos de petróleo y gas del mar del Norte. El Gobierno
escocés, que reclama el 90% de los yacimientos, afirma que el mar del Norte
generará alrededor de 54.000 millones de libras de ingresos en los próximos cinco
años, mientras que su base de activos está valorada en alrededor de 1 billón de
libras incluidas las reservas restantes.
- Unión Europea: Edimburgo reclama su derecho
a permanecer como miembro de pleno derecho de la Unión Europea en caso de que
consiga la independencia. Salmond llegó a decir que tenía informes que avalaban
su postura. Más tarde admitió que había mentido. El presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Barroso, sin embargo, advierte de que Escocia quedaría
fuera y tendría que ponerse a la cola para solicitar su ingreso. Londres ha
llegado a amenazar con vetarla como estado miembro si llega el caso, pero
Salmond quiere tener silla en la mesa de negociaciones para 2017.
- Fuga de capitales: Del mismo modo que
algunas compañías, como Nissan, ya han advertido de que podrían cerrar sus
plantas y trasladarse a otro sitio si el Reino Unido abandona la UE (dejarían
sin trabajo a 6.500 empleados), a Escocia le podría pasar lo mismo en el caso
de la independencia. Al fin y al cabo, la región dejaría de estar bajo la
tutela de Londres, con todo lo que eso supone a nivel económico y de influencia
política.
- OTAN: El Partido Nacional Escocés siempre
había mantenido una postura beligerante sobre la permanencia en la OTAN. Sin
embargo, en la conferencia anual de 2012 se aprobó una resolución para el
ingreso en la Alianza. La resolución, que afirmaba que Escocia pertenecería a
la OTAN pero sin albergar armas nucleares, fue presentada por la cúpula del
partido y aprobada tras un intenso debate por 426 votos a favor y 332 en
contra. Salmond recalcó entonces que era “perfectamente factible” pertenecer a
la OTAN y rechazar las armas nucleares. Una Escocia independiente supondría,
por tanto, el cierre de la base de Clyde, a 25 kilómetros de Glasgow, y la salida
de los submarinos nucleares equipados con miles Trident.
- Monarquía: El Partido Nacional Escocés nunca
ha sido oficialmente republicano, pero sí arrastra una tradición no demasiado
apegada a los royal. Con todo, Salmond quiere que una Escocia independiente
siga con la reina Isabel II como cabeza de Estado, al igual que ocurre con los
países de la Commonwealth. La soberana tiene su residencia oficial para
periodos estivales en Balmoral, pero sería una situación bastante atípica que
siguiera pasando sus vacaciones en una región que ha querido separarse del
Reino Unido.
- Impuesto de habitación: El "bedroom
tax" es una de las medidas más drásticas de los recortes sociales del
Gobierno de Cameron, que decidió gravar con 17 euros a la semana a 660.000
familias que tienen una habitación vacía en sus viviendas sociales. Salmond
promete abolirlo en el primer año de independencia” (texto do El Confidencial,
com a devida vénia)