Segundo o
ABC, “los pozos canarios podrían llegar a cubrir en torno al 10% de la demanda
nacional de hidrocarburos. Las catas se prevén llevar a cabo a una distancia
aproximada de 50 y 117,4 kilómetros de las costas orientales. El posible
hallazgo de bolsas de petróleo y gas en alta mar comercialmente rentable frente
a las costas de Canarias representaría la punta de lanza para reducir la
abultada factura energética de España. Las prospecciones petrolíferas previstas
para el segundo semestre del 2014, a un mínimo de 50 kilómetros de distancia
del litoral de Lanzarote y Fuerteventura, de tener éxito, supondrían no solo un
revulsivo para el modelo energético español, sino un espaldarazo para la
balanza de pagos del país, lastrada por millonarias importaciones de crudo. Conforme
a los cálculos de Repsol, de prosperar el proyecto, los caudales de extracción
en la cuenca de Tarfaya podrían llegar a alcanzar los 5,2 millones de toneladas
al año, unos 140.000 barriles diarios durante 20 años, lo que significaría una
reducción bruta de la factura exterior española de unos 36.000 millones de
euros —28.000 millones de euros, si se descuentan las importaciones de bienes
de equipos necesarios para la realización de los trabajos—. Su impacto
socioeconómico no termina ahí. El pronóstico es que, de hallarse hidrocarburos,
este proyecto podría ser el embrión de una industria especializada en el sector
energético que podría posicionarse en el mercado internacional. La operadora
estima, a priori, que los pozos canarios podrían cubrir en torno al 10% de la
demanda nacional de hidrocarburos, un escenario que elude el Gobierno de
Canarias y los Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, especialmente, cuando se
trata de atacar la investigación autorizada por el Ministerio de Industria,
Energía y Turismo. Las instituciones canarias implicadas desoyen
sistemáticamente cualquier alusión a su impacto positivo, aun menos si tiene o
no trascendencia nacional, enarbolando presuntos perjuicios hacia el
monocultivo isleño por excelencia: el turismo. Sector, por otra parte, que en
esta crisis ha demostrado adolecer de músculo suficiente capaz de aplacar el
imparable desempleo que ha sacudido Canarias. En su retórica, rara vez ponen de
relieve que Marruecos ha taladrado amplias áreas en tierra, su costa y la del
Sahara buscando el «oro negro» en la misma cuenca, en la misma roca madre que
comparte con Canarias. Mientras las catas próximas a las Islas deben salvar
rigurosos planes medioambientales y ajustarse a las estrictas medidas de
protección y de seguridad medioambiental europeas, el Gobierno marroquí ha
hecho sus deberes.
Marruecos
ya está ahí
De norte a
sur, y hasta donde la mediana imaginaria con España le permite, el país vecino
ha autorizado decenas de permisos de exploración, nueve de ellos en las aguas
que rodean Lanzarote y Fuerteventura, y que abarcan una extensión 13 veces
mayor que las otorgadas por España. Los bloques más cercanos son los de Foum
Draa (el primer pozo está en curso y debería iniciarse a finales de 2013); Sidi
Moussa (la primera exploración está prevista para 2014); Tarfaya «Offshore»;
Juby Maritime I, II y III (entre dos y cuatro operaciones de exploración entre
2013 y 2014), y Boujdour Offshore Shalow I. Las razones técnicas que llevaron a
explorar esta área del Atlántico norte se remontan a estudios geológicos que
permitieron a Repsol identificar, en 1998, la fracción oriental del océano,
entre el Reino de Marruecos y Canarias, como un área de interés, tras los
descubrimientos de Mauritania, Sierra Leona y Ghana, y su alta analogía con las
cuencas productivas en la costa noreste de Canadá, explica el Estudio de
Impacto Ambiental, en fase de exposición pública. Repsol lleva
invertidos más de 14 millones de euros en los trabajos previos a la
exploración, alrededor de 10 millones en la campaña sísmica y más de 4 millones
en el citado estudio. La justificación estratégica de la exploración planeada,
a un mínimo de 50 kilómetros del litoral canario, se fundamenta en la necesidad
de obtener datos más precisos e imprescindibles de la cuenca para determinar la
existencia de hidrocarburos y, en caso positivo, definir si su explotación es
comercialmente viable. Para ello, la investigación propuesta se centrará en
descubrir una posible roca madre de edad cretácica-jurásica —roca madre de edad
Albense-Cenomanense-Turonense (ACT)—, así como la acumulación de los
hidrocarburos procedente de ésta en las trampas estructurales y estratigráficas
existentes. De entre las seis localizaciones planificadas —«Sandía-1»,
«Chirimoya-1», «Zanahoria-1», «Plátano-0», «Cebolla-1», «Naranja-1»—, se
seleccionarán dos o tres como emplazamientos definitivos. El tercer sondeo
dependerá de los resultados de la perforación de los dos primeros. Ahora,
mientras no se acometan los trabajos, existen más interrogantes que certezas.
Buena parte de las primeras quedará despejada cuando se perfore el pozo
«Sandía». Es el primero de la cuenca. Se prevé llevar a cabo a una distancia
aproximada de 54 y 62 kilómetros de las costas canarias y alcanzará una
profundidad final estimada de 3.500 metros. Los datos que se obtengan durante
la exploración se consideran de suma importancia para el futuro exploratorio de
toda la cuenca. La estructura que se investigará con «Sandía» es la más grande
de un grupo de tres («Sandía», «Plátano» y «Chirimoya»). Este cierre
estructural común duplica el volumen de roca que ha sido utilizado para los
cálculos de expectativas de reservas de hidrocarburos, pero, dada la semejanza
y proximidad de las tres culminaciones citadas, este pozo aportará información
valiosa para evaluar las tres culminaciones estructurales mencionadas. A
excepción del bloque «Zanahoria», los otros cinco están planificados para el
segundo semestre del 2014. La duración máxima estimada de los trabajos es de
380 días”