segunda-feira, dezembro 07, 2009

Opinião: "Los periodistas invisibles de Irak"

"Cada mañana, Ahmed al Mahmud recorre las calles beirutíes que separan su vivienda de las oficinas del canal de televisión Al Mansur con Bagdad en su memoria. Consume las horas escrutando las imágenes llegadas desde Irak en monitores, ante la imposibilidad de poder analizarlas 'in situ', e imaginando entrevistas con políticos a los que no puede interrogar. Su trabajo consiste en preparar los informativos de un canal iraquí destinado al público iraquí pero emitido y producido desde El Líbano. Como ocurre con la mayor parte de las televisiones del Irak invadido, la situación aconseja a Al Mansur TV resguardarse en la seguridad de la conexión por satélite para seguir trabajando y no abandonar su exilio, so pena de perder a sus empleados.
Al Mahmud, jefe de informativos de la cadena, abandonó su país natal —donde llegó a ejercer como responsable de la Unión de Periodistas de Irak durante la dictadura— el 1 de septiembre de 2003. Durante años había sido responsable de la televisión oficial iraquí y un analista conocido en ciertos círculos, "y eso me catalogó como baazista", dice. "Aquel día, un grupo de milicianos llegaron a mi casa. Me amenazaron de muerte, dieron que nos matarían a mí y a mi familia si no abandonábamos Irak", explica desde la sede del canal. Eso fue lo que hizo: sumarse a un incipiente exilio que no tardaría en convertirse en una marea humana, 4.2 millones de desplazados y refugiados, según ACNUR, desde 2003. La huída era especialmente recomendable para médicos, periodistas, profesores e intelectuales, los sectores profesionales más amenazados por los múltiples peligros del nuevo Irak. Según Reporteros Sin Fronteras, centenares de informadores huyeron amenazados "por las milicias sectarias, las fuerzas de Seguridad [durante años, controladas por las citadas milicias] los grupos insurgentes, las tropas de ocupación, Al Qaeda y por delincuentes comunes" dedicados a la industria del secuestro. Ahmed al Mahmud no tardó en constatarlo cuando se dio cuenta de que sólo en el país donde había elegido exiliarse se escondían más de 300 periodistas iraquíes en su misma situación.
"Nuestros nombres aparecían en listas negras redactadas por las milicias, así que decidimos organizarnos desde el exilio. No se trata de ninguna broma, ya han sido asesinados 233 periodistas", recuerda. El nombre de la última víctima está fresco en su memoria: Imad al Abadi, presentador en el canal por satélite Al Diyar del programa Ideas Sin Fronteras y activista de DDHH, tiroteado en la cabeza y el cuello el 23 de noviembre cuando conducía cerca de la Zona Verde. Las cifras las corrobora Reporteros Sin Fronteras y explican la contradicción del nuevo Irak, con más canales de televisión que nunca en su historia ('The Guardian' estima que hay 47 canales, mientras que en la era de Sadam Husein sólo había dos) pero con varios establecidos fuera del país y dependientes del satélite para emitir. Sus periodistas sobre el terreno ocultan su identidad y trabajan arriesgando sus vidas para enviar las imágenes que serán tratadas desde la distancia, pero cada vez se encuentran con más dificultades para ejercer su trabajo gracias al Ejecutivo iraquí.
Eso no es el único quebradero de cabeza de los medios. El Gobierno de Bagdad ha cerrado varios canales —como Al Yazira, cuyas oficinas iraquíes
fueron clausuradas en 2004— y ha mandado a sus fuerzas armadas contra las emisoras con cuyos contenidos disienten. En el 2006, no era extraño presenciar asaltos armados contra oficinas informativas, lo que llevó a parte de ellas a esquivar los problemas alejándose de la antigua Mesopotamia. Otras sólo abrieron una vez en el exilio. El ejemplo más reciente lo constituye Al Lafeta o Al Arabi, el canal que hace unos días sorprendió emitiendo imágenes de Sadam Husein con motivo de la festividad del Eid al Adha, sagrada para los musulmanes si bien eso no evitó que el Gobierno iraquí decidiera ejecutar al dictador por esas fechas. Acusada inmediatamente de baazista, la estación emitía desde Siria —dejó de hacerlo tres días después de su lanzamiento— y ni siquiera está confirmada la identidad de sus responsables. Pero hay casos anteriores y más graves, como el destino de Al Sharqiya, cerrada en 2007 gracias a una oportuna aplicación gubernamental de la ley antiterrorista iraquí. Hoy en día, el canal —fundado por un empresario baazista suní residente en Londres— emite desde Dubai y Londres. Al Bagdadiya, para quien trabaja Muntazar al Zubeidi —el mismo que le lanzó sus zapatos a la cara a George W. Bush— lo hace desde El Cairo, Al Sumaria, con 300 empleados en Irak y 150 en el Líbano, sale al aire desde Beirut. Al Babiliya lo hace desde Amán, Al Zawra, considerado el canal de la resistencia y creado por el líder del Frente Arabe Suni Meshaan al Yiburi, lo hace desde Siria, Al Fayha sale al aire desde Emiratos Árabes Unidos. Entre los que emiten desde el propio Irak están Al Iraqiya, el canal gubernamental iraquí creado por Estados Unidos y financiado por el Pentágono, los canales kurdos establecidos en el norte del país y Al Forat, órgano de expresión del Consejo Supremo para la Revolución Islámica y, según la agencia AP, principal fuente de noticias en Irak. Incluso estos canales, que representan a las facciones chiíes y kurdas en el poder, requieren enormes medidas de seguridad para defenderse de eventuales ataques de sus enemigos.
De ahí que muchos informadores perseguidos consideren más conveniente seguir trabajando desde fuera del país. El equipo de Al Mansur TV, el canal que lleva el nombre del califa abasí que gobernó entre los años 754 y 775 y que fundó Bagdad, lleva trabajando un año en este proyecto que salió al aire por primera vez el 11 de septiembre mediante Panamá, desde donde se emite la señal a Nilesat. Su misión, según el jefe de informativos, es "unificar a los iraquíes en contra de EEUU, nuestro verdadero enemigo, y promover el regreso de Irak a lo que fue, la cuna de las civilizaciones". Sus recursos son escasos —"no tenemos archivo, más que las imágenes de los crímenes que cometen los americanos y el material que nos llega de agencias"— pero suficientes para cubrir su principal objetivo, "presentar cómo era antes Irak y en qué ha sido transformada por la invasión". Mientras tanto, sueñan con un regreso a Irak que aún ven difícil
" (texto de MÓNICA G. PRIETO no El Mundo)

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