fonte: El Confidencial
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quinta-feira, março 19, 2015
sábado, janeiro 21, 2012
quarta-feira, janeiro 19, 2011
Tunísia: familia da 'primeira dama' controlava toda a economia...

"Cuando compras un ordenador, un teléfono móvil, un coche o la pasta de dientes, se lo estás comprando a la familia", asegura Rim Ben Smail, catedrática de Empresariales de la Universidad de Túnez. Trabelsi. Es un apellido que conviene pronunciar en voz baja en las vigiladísimas calles de Túnez . Es el apellido de la esposa del presidente Zine el Abidine Ben Ali, asociado a la cleptocracia en que -según denuncia todo ciudadano sin vínculos con el partido en el poder- se ha convertido el régimen. Túnez es un país próspero respecto a lo que se estila en el norte de África. El turismo, el sector textil, la industria manufacturera, los fosfatos prometían un futuro alentador. Hasta que explotó la crisis mundial de 2008. A partir de entonces, se esfumó el próspero provenir. Porque a la catástrofe financiera global se ha sumado un proceso de privatizaciones que, iniciado pausadamente a mediados de la década de los ochenta, ha degenerado en una concentración descomunal de poder económico en poquísimos bolsillos: los de los Trabelsi, y especialmente en el de Sajer el Materi, el yerno todavía no treintañero de Ben Ali. La inversión extranjera marchaba viento en popa hasta 2009. Francia -1.250 empresas presentes en Túnez- es el principal socio económico, pero Italia, Alemania, Bélgica, Reino Unido, Países Bajos y España también han destinado cuantiosos fondos a proyectos en el país árabe. En 2009, la inversión foránea en los sectores turístico, inmobiliario, energético, agrícola y en servicios se desplomó un 33%. Pero, varapalo incluido, el producto interior bruto creció un 3,7% en 2010. No es un mal registro. Pero los datos macroeconómicos -la inflación alcanzó el año pasado un aceptable 3,7%- no son el problema.
La corrupción desbocada y el desempleo son la madre del cordero. "Las grandes empresas han pasado a muy pocas manos, las de los Trabelsi y otros grupos cercanos a la familia del presidente y a la Asamblea Constitucional Democrática, el partido de Ben Ali. Se han expropiado empresas alegando el interés nacional para dárselas a la familia. Ahora están especulando. Compran empresas a bajos precios y las revenden con enormes ganancias después de despedir a empleados. Hay una enorme concentración de la riqueza, pero sin redistribución, como sucedía antes. Lo único que hay son asociaciones de solidaridad. ¿Y quién las controla? La familia del presidente y el partido oficial", explica Buzaina Fersiu, profesora de Ciencias Empresariales de la Universidad de Túnez. O se es obediente o uno queda al margen de cualquier respaldo institucional. Bancos, cadenas de radio, grandes centros comerciales protegidos ahora por el Ejército -hoy ha sido incendiado un supermercado Monoprix, propiedad de los Trabelsi, en Elaouina, un suburbio de la capital-, concesionarios de automóviles, intereses inmobiliarios. Los Trabelsi participan en todo. Cuentan muchos profesores que, a menudo, con malas artes. "Cuando saben de una empresa próspera, exigen ser socios", dice Ben Smail. Mejor aceptar. Pero existen escollos añadidos. "La crisis de mundial de 2008 ha impactado en el turismo y en el sector textil, y los demás sectores tienen poco valor añadido. Además, teníamos muchas industrias, pero el aumento de los precios de las materias primas y la competencia de productos más baratos de otros países han afectado a muchas industrias", precisa Fersiu. Y, cómo no, el desempleo. El paro se sitúa en el 13%, pero el dato que ofrece la profesora resulta estremecedor: "Alrededor del 30% de los jóvenes no encuentran trabajo, y ese porcentaje se eleva al 60% entre los titulados universitarios". Y cuando dan con un empleo, es difícil aceptar que merezca la pena. El salario de un catedrático de universidad ronda los 700 euros, pero hay titulados que acuden al trabajo por 150 euros al mes. "Tenemos que confiar en nuestras fuerzas para acabar con la Cosa Nostra, la mafia que nos gobierna, porque al final abandonarán el país", sentencia, enfurecido, el profesor de inglés, Ahmed Maarufi”. (pelo jornalista do El Pais, JUAN MIGUEL MUÑOZ, com a devida vénia)
La corrupción desbocada y el desempleo son la madre del cordero. "Las grandes empresas han pasado a muy pocas manos, las de los Trabelsi y otros grupos cercanos a la familia del presidente y a la Asamblea Constitucional Democrática, el partido de Ben Ali. Se han expropiado empresas alegando el interés nacional para dárselas a la familia. Ahora están especulando. Compran empresas a bajos precios y las revenden con enormes ganancias después de despedir a empleados. Hay una enorme concentración de la riqueza, pero sin redistribución, como sucedía antes. Lo único que hay son asociaciones de solidaridad. ¿Y quién las controla? La familia del presidente y el partido oficial", explica Buzaina Fersiu, profesora de Ciencias Empresariales de la Universidad de Túnez. O se es obediente o uno queda al margen de cualquier respaldo institucional. Bancos, cadenas de radio, grandes centros comerciales protegidos ahora por el Ejército -hoy ha sido incendiado un supermercado Monoprix, propiedad de los Trabelsi, en Elaouina, un suburbio de la capital-, concesionarios de automóviles, intereses inmobiliarios. Los Trabelsi participan en todo. Cuentan muchos profesores que, a menudo, con malas artes. "Cuando saben de una empresa próspera, exigen ser socios", dice Ben Smail. Mejor aceptar. Pero existen escollos añadidos. "La crisis de mundial de 2008 ha impactado en el turismo y en el sector textil, y los demás sectores tienen poco valor añadido. Además, teníamos muchas industrias, pero el aumento de los precios de las materias primas y la competencia de productos más baratos de otros países han afectado a muchas industrias", precisa Fersiu. Y, cómo no, el desempleo. El paro se sitúa en el 13%, pero el dato que ofrece la profesora resulta estremecedor: "Alrededor del 30% de los jóvenes no encuentran trabajo, y ese porcentaje se eleva al 60% entre los titulados universitarios". Y cuando dan con un empleo, es difícil aceptar que merezca la pena. El salario de un catedrático de universidad ronda los 700 euros, pero hay titulados que acuden al trabajo por 150 euros al mes. "Tenemos que confiar en nuestras fuerzas para acabar con la Cosa Nostra, la mafia que nos gobierna, porque al final abandonarán el país", sentencia, enfurecido, el profesor de inglés, Ahmed Maarufi”. (pelo jornalista do El Pais, JUAN MIGUEL MUÑOZ, com a devida vénia)
Tunísia: "O desempregado que derrubou um ditador"

Mohamed Bouazizi teria pouco mais de 20 anos e era um apaixonado pelas Ciências Informáticas (ao contrário do que foi inicialmente avançado, a imprensa francófona não garante que o jovem se tenha licenciado na área). Sonhava com uma carreira no mundo das novas tecnologias. Só não contava com a pena actualmente imposta a cerca de 60% dos diplomados tunisinos. Num país onde o ditador Ben Ali e a sua família ainda controlam a economia após uma vaga pouco transparente de privatizações, o trabalho está reservado àqueles que têm sorte ou aos que gozam de relações privilegiadas com a diminuta e poderosa elite de Tunes. Na Tunísia, como em outros tantos países, não são as qualificações ou o mérito que determinam o sucesso. É antes o nome, o casamento ou a filiação partidária. No desemprego, Bouazizi viu-se forçado a vender frutas e legumes nas ruas da sua cidade natal do centro-oeste, Sidi Bouzid, para alimentar a família. Mas não tinha a necessária licença de comércio, difícil de obter no labirinto da burocracia e corrupção tunisina. A 17 de Dezembro de 2010, a polícia confiscou-lhe a banca e a balança. Segundo testemunhos locais, terá sido agredido e humilhado pelas autoridades.
Nessa mesma sexta-feira, Bouazizi deslocou-se à autarquia de Sidi Bouzid para tentar regularizar a situação. Não conseguiu. Com o dinheiro que restava, comprou um litro de gasolina. Despejou o combustível sobre a cabeça e imolou-se pelo fogo. Com ele, incendiou a revolta dos tunisinos. A notícia do radical protesto foi inicialmente censurada pela imprensa estatal, mas a história espalhou-se pelas redes sociais da Internet, como o Facebook, o Twitter e o YouTube. Milhares de jovens desempregados começaram a sair às ruas. Vários licenciados sem trabalho, como Houcine Néji, de 24 anos, seguiram o exemplo de Bouazizi e cometeram suicídio pelo fogo ou subindo a postes de alta tensão. Apesar dos ferimentos graves, Bouazizi não morreu de imediato. Foi transferido para unidade de queimados do hospital de Ben Arous, nos arredores da capital tunisina Tunes. Quando o regime pensava ainda poder conter a vaga de contestação, o Presidente foi visitá-lo. Desejou-lhe as melhoras e prometeu prestar-lhe todo o auxílio possível. Mas Ben Ali e Mohamed Bouazizi eram dois homens condenados que se olhavam mutuamente. O jovem de 23 anos morreu a 4 de Janeiro. Milhares compareceram no funeral, no dia seguinte. «Hoje choramos a tua morte, amanhã vamos fazer chorar quem te matou», era um dos slogans na cerimónia transformada em comício. Não se sabe se Bouazizi se terá apercebido da revolta que despoletara. O que é certo é que não assistiu à sua conclusão. Ao fim de quase um mês de violentos protestos que vitimaram perto de uma centena de pessoas (pouco mais de 20, segundo o regime), o Presidente Ben Ali dissolveu sexta-feira o Parlamento e fugiu do país. Segundo as últimas informações, o ditador deposto encontra-se na Arábia Saudita. A Tunísia, pela primeira vez após séculos de colonialismo e décadas de autoritarismo, encontra-se entregue aos cidadãos" (pelo jornalista do Sol, Pedro Guerreiro, com a devida vénia). Um tema também noticiadio pela jornalista GLORIA RODRÍGUEZ-PINA, do El Pais, com o título "El joven mártir que cambió el destino de un país".
Reportagem: "Las mujeres tunecinas han tenido un papel clave en la lucha contra Ben Ali"


"En Túnez la revolución y, mucho antes, la lucha contra el régimen del presidente Zine el Abidine Ben Ali, han sido en gran parte femeninas. No hay un país árabe en el que hayan desempeñado un papel similar. "Las mujeres han sido numerosas en las manifestaciones aunque solían retirarse cuando empezaban los choques con los antidisturbios", señala Fathia Hizem, portavoz de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, una organización legal. Su papel en la lucha "es la consecuencia del llamado Estatuto Personal", explica Hizam, que el presidente Habib Burguiba promulgó en 1957. Otorgó derechos a las mujeres de los que no gozan en otros países árabes. Ben Ali los amplió acaso presionado por su segunda esposa, Leila Trabelsi, que tenía 20 años menos que el presidente y que, se susurraba en Túnez, soñaba con sustituirle en la jefatura del Estado, para lo cual estudió el bachillerato con 50 años y se licenció en Derecho por correspondencia.
Mucho antes de que estallase la revuelta, el 17 de diciembre, en la ciudad de Sidi Bouzid (40.000 habitantes), ya había un puñado de mujeres en primera línea. Entre las más conocidas figura la abogada Radhia Nasraoui, presidenta de la Asociación Tunecina de Lucha contra la Tortura. Nada más enterarse de la sublevación de Sidi Bouzid Nasraoui creó un comité de apoyo a su población.
A lo largo de los últimos años Nasraoui ha padecido el acoso de la policía secreta del régimen. Más de una vez su despacho fue saqueado y los neumáticos de su coche reventados sin que las fuerzas de seguridad abrieran nunca una investigación. El 4 de octubre de 2009 se llevó su último gran susto cuando el coche en el que su marido, un amigo y su hija de 10 años acudieron a buscarla al aeropuerto de Túnez tuvo dificultades para arrancar. En el depósito se había añadido un líquido inflamable a la gasolina que hubiese podido provocar una explosión. Sihem Bensedrine, la portavoz del Comité Nacional para las Libertades en Túnez, exiliada en Barcelona, donde fue acogida por el grupo Pen Català, fue víctima, ya en 1993, de una modalidad de ataque que la policía política dedicaba a las disidentes. Colocó su rostro en lugar del de una actriz pornográfica y distribuyó miles de ejemplares del fotomontaje.
Doce años después, la prensa oficialista la acusó de "prostituirse y practicar la sodomía con extranjeros y sionistas". Circuló entonces por Internet otro montaje en el que Bensedrine la Criatura del diablo, el apodo con el que la bautizaron los diarios Al Hadath y Achourouk, era la protagonista de un vídeo pornográfico. La afición policial por ese género les llevó a fabricar en sus laboratorios otros cortos en los que llegaron a introducir en la imagen el rostro de alguna reportera europea que se encontraba de paso por Túnez. Bensedrine es periodista de profesión, como también lo fue Oum Ziad, la directora del periódico Al Rai, el primer rotativo que cerró Ben Ali tras su toma del poder en 1987. Ni siquiera las mujeres dirigentes de partidos legales de oposición se libraron de la represión. Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), se puso en huelga de hambre en 2007, junto con Nejib Chebbi, para evitar que la expulsaran de la sede de su partido. "No soy candidata al suicidio", explicaba entonces a EL PAÍS, "sino que libro una batalla por existir políticamente". Su huelga apenas duró tres semanas. El récord del ayuno como protesta en Túnez lo ostenta la abogada Radhia Nasraoui que, en 2003, no probó bocado durante 57 días. "Lo hice para desenmascarar el carácter dictatorial y policial del régimen de Ben Ali y su empeño por seguir siendo presidente de por vida". La Asociación de Lucha contra la Tortura de Nasraoui nunca fue legalizada, "pero no por eso hay que pensar que las organizaciones legales tienen una existencia más fácil", recalca Hitzem, de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas. "Nuestras militantes han tenido con frecuencia dificultades para acceder a nuestras sedes y nuestras cuentas corrientes están bloqueadas desde hace años", se lamenta” (pelo jornalista do El Pais, IGNACIO CEMBRERO, com a devida vénia)
Mucho antes de que estallase la revuelta, el 17 de diciembre, en la ciudad de Sidi Bouzid (40.000 habitantes), ya había un puñado de mujeres en primera línea. Entre las más conocidas figura la abogada Radhia Nasraoui, presidenta de la Asociación Tunecina de Lucha contra la Tortura. Nada más enterarse de la sublevación de Sidi Bouzid Nasraoui creó un comité de apoyo a su población.
A lo largo de los últimos años Nasraoui ha padecido el acoso de la policía secreta del régimen. Más de una vez su despacho fue saqueado y los neumáticos de su coche reventados sin que las fuerzas de seguridad abrieran nunca una investigación. El 4 de octubre de 2009 se llevó su último gran susto cuando el coche en el que su marido, un amigo y su hija de 10 años acudieron a buscarla al aeropuerto de Túnez tuvo dificultades para arrancar. En el depósito se había añadido un líquido inflamable a la gasolina que hubiese podido provocar una explosión. Sihem Bensedrine, la portavoz del Comité Nacional para las Libertades en Túnez, exiliada en Barcelona, donde fue acogida por el grupo Pen Català, fue víctima, ya en 1993, de una modalidad de ataque que la policía política dedicaba a las disidentes. Colocó su rostro en lugar del de una actriz pornográfica y distribuyó miles de ejemplares del fotomontaje.
Doce años después, la prensa oficialista la acusó de "prostituirse y practicar la sodomía con extranjeros y sionistas". Circuló entonces por Internet otro montaje en el que Bensedrine la Criatura del diablo, el apodo con el que la bautizaron los diarios Al Hadath y Achourouk, era la protagonista de un vídeo pornográfico. La afición policial por ese género les llevó a fabricar en sus laboratorios otros cortos en los que llegaron a introducir en la imagen el rostro de alguna reportera europea que se encontraba de paso por Túnez. Bensedrine es periodista de profesión, como también lo fue Oum Ziad, la directora del periódico Al Rai, el primer rotativo que cerró Ben Ali tras su toma del poder en 1987. Ni siquiera las mujeres dirigentes de partidos legales de oposición se libraron de la represión. Maya Jribi, secretaria general del Partido Democrático Progresista (PDP), se puso en huelga de hambre en 2007, junto con Nejib Chebbi, para evitar que la expulsaran de la sede de su partido. "No soy candidata al suicidio", explicaba entonces a EL PAÍS, "sino que libro una batalla por existir políticamente". Su huelga apenas duró tres semanas. El récord del ayuno como protesta en Túnez lo ostenta la abogada Radhia Nasraoui que, en 2003, no probó bocado durante 57 días. "Lo hice para desenmascarar el carácter dictatorial y policial del régimen de Ben Ali y su empeño por seguir siendo presidente de por vida". La Asociación de Lucha contra la Tortura de Nasraoui nunca fue legalizada, "pero no por eso hay que pensar que las organizaciones legales tienen una existencia más fácil", recalca Hitzem, de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas. "Nuestras militantes han tenido con frecuencia dificultades para acceder a nuestras sedes y nuestras cuentas corrientes están bloqueadas desde hace años", se lamenta” (pelo jornalista do El Pais, IGNACIO CEMBRERO, com a devida vénia)
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