Segundo
o El Pais, Costa de Marfil, el primer productor de cacao mundial, puede
alardear de tener 550 kilómetros de playas, ocho parques naturales -dos de
ellos Patrimonio de la Humanidad-, 60 etnias y un clima benigno (con una media
de 26º)... pero también de su propia Ciudad del Vaticano (sin Papa,
claro). Una experiencia religiosa. Eso es lo que se siente cuando uno
está en Costa de Marfil y aparece frente a sus ojos la Basílica de Nuestra
Señora de la Paz, es decir, la réplica de la Basílica de San Pedro de la
Ciudad del Vaticano. Bendiciones, las del papa Juan Pablo II, no le faltan.
Mármol italiano y grandiosidad tampoco. Es, de hecho, con sus 195 metros de
largo y 150 de ancho y su cúpula de 158 metros de altura, más grande que la
original. Emplazada en Yamusukro, capital administrativa del país desde 1983 en
sustitución de Abiyán, su origen se lo debe al ex presidente Félix
Houphouët-Boigny, el mismo que logró la independencia del país y mantuvo el
francés como lengua oficial. Él mismo pagó de su bolsillo -dicen- los casi 300
millones de dólares que costó su construcción, realizada entre 1986 y 1989. Al
arquitecto libanés Pierre Fakhoury se le encargó la tarea de emular a Miguel
Ángel, pero también a Bernini porque este alter ego africano del
Vaticano también presume de columnata. De hecho, puede albergar hasta 300.000
fieles en su explanada exterior. Dicen que en un principio el Vaticano de
verdad se negó a aceptar a la Basílica de Nuestra Señora de la Paz por
ostentosa... pero cual hijo pródigo -y previo cumplimiento de ciertas condiciones,
a saber: que se construyera un hospital para los más pobres junto a la Basílica
y que se levantara una Universidad Católica- acabó recibiéndola en el redil de
la cristiandad. Es la religión, de hecho, un motivo que atrae hasta Costa de
Marfil almas por doquier. Pero Costa De Marfil tiene mucho más que ofrecer.
Sus atractivos han sido silenciados durante una década por el panorama político
pero tras la investidura del presidente Alassane Ouattara este destino africano
vuelve al panorama viajero por derecho propio (y con la aspiración de hacer del
turismo un factor de cohesión social y motor de desarrollo económico). Sus
reclamos son variados: Desde sol y la playa (550 kilómetros de bellos arenales)
hasta cultura (las de sus 60 preservadas etnias), pasando por el ecoturismo
gracias a su flora y fauna, al agroturismo (como primer productor de cacao
mundial, la agricultura está onmipresente), o el turismo deportivo. Sin
olvidar, por su puesto, la religión y su Vaticano, aunque en éste no haya
cónclaves ni fumatas.