domingo, junho 02, 2013

El Vaticano de África



Segundo o El Pais, Costa de Marfil, el primer productor de cacao mundial, puede alardear de tener 550 kilómetros de playas, ocho parques naturales -dos de ellos Patrimonio de la Humanidad-, 60 etnias y un clima benigno (con una media de 26º)... pero también de su propia Ciudad del Vaticano (sin Papa, claro). Una experiencia religiosa. Eso es lo que se siente cuando uno está en Costa de Marfil y aparece frente a sus ojos la Basílica de Nuestra Señora de la Paz, es decir, la réplica de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano. Bendiciones, las del papa Juan Pablo II, no le faltan. Mármol italiano y grandiosidad tampoco. Es, de hecho, con sus 195 metros de largo y 150 de ancho y su cúpula de 158 metros de altura, más grande que la original. Emplazada en Yamusukro, capital administrativa del país desde 1983 en sustitución de Abiyán, su origen se lo debe al ex presidente Félix Houphouët-Boigny, el mismo que logró la independencia del país y mantuvo el francés como lengua oficial. Él mismo pagó de su bolsillo -dicen- los casi 300 millones de dólares que costó su construcción, realizada entre 1986 y 1989. Al arquitecto libanés Pierre Fakhoury se le encargó la tarea de emular a Miguel Ángel, pero también a Bernini porque este alter ego africano del Vaticano también presume de columnata. De hecho, puede albergar hasta 300.000 fieles en su explanada exterior. Dicen que en un principio el Vaticano de verdad se negó a aceptar a la Basílica de Nuestra Señora de la Paz por ostentosa... pero cual hijo pródigo -y previo cumplimiento de ciertas condiciones, a saber: que se construyera un hospital para los más pobres junto a la Basílica y que se levantara una Universidad Católica- acabó recibiéndola en el redil de la cristiandad. Es la religión, de hecho, un motivo que atrae hasta Costa de Marfil almas por doquier. Pero Costa De Marfil tiene mucho más que ofrecer. Sus atractivos han sido silenciados durante una década por el panorama político pero tras la investidura del presidente Alassane Ouattara este destino africano vuelve al panorama viajero por derecho propio (y con la aspiración de hacer del turismo un factor de cohesión social y motor de desarrollo económico). Sus reclamos son variados: Desde sol y la playa (550 kilómetros de bellos arenales) hasta cultura (las de sus 60 preservadas etnias), pasando por el ecoturismo gracias a su flora y fauna, al agroturismo (como primer productor de cacao mundial, la agricultura está onmipresente), o el turismo deportivo. Sin olvidar, por su puesto, la religión y su Vaticano, aunque en éste no haya cónclaves ni fumatas.