
Armado hasta los dientes aparecía y al otro lado del alambre se mostraba calculador, frío y arrogante. "No le corría sangre por las venas", dice la señora Polanco a quien Jojoy la llamaba enemiga por hacer parte del Estado (era parlamentaria cuando fue plagiada). "Siempre me respondía que todo era consecuencia de la guerra. Le insistía que por qué me había separado de mis hijos, que me los había arrancado de mis brazos, que mi alma y mi corazón estaban despedazados, que me moría...", recuerda la ex secuestrada que ante el temor de verlo armado, con voz firme y sin ánimo de ayudarle prefería tragarse los sapos y orar a Dios. Lo mismo pasó con Orlando Beltrán Cuéllar, quien por poco muere tras un tumor en su cabeza y un paludismo agudo producto del secuestro. El Mono Jojoy lo recibió cuando lo secuestró la guerrilla y tras invitarlo a un tamal con chocolate colocó una cadena sobre el cuello del político colombiano y la ajustó con un candado. "Me dijo que permanecería muchos años en poder de las FARC. Desde ahí empezó un calvario que duró seis años y medio. Siempre que aparecía Jorge Briceño, todos se llenaban de miedo y él nos decía que si nos rescataban a sangre y fuego ordenaba nuestro asesinato y que ni los cadáveres los entregaría a nuestras familias", precisa Beltrán. A Consuelo González de Perdomo, hoy Representante a la Cámara por el Huila, le notificó de su secuestro, le insistió en que era político y que sólo una negociación con el Gobierno de Álvaro Uribe terminaría con sus cadenas en la selva. La negociación jamás llegó y quedó en libertad tras casi siete años de secuestro por intermediación del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El 'Rambo de las FARC', como también lo llaman, era todo un personaje. En las reuniones con secuestrados evidenciadas en imágenes los sentaba en sillas de madera y él, armado hasta los dientes, se acomodaba de frente como en una clase de un colegio cualquiera.
"Tendrán que pasar mucho tiempo secuestrados", les anunció a Luis Eladio Pérez, Consuelo González de Perdomo, Gloria Polanco, Jorge Eduardo Gechem, Orlando Beltrán y los tres norteamericanos secuestrados. "Tienen que prepararse para largo tiempo", insistió. Uno de ellos levantó su mano y pidió un radio para estar informado a lo que Jojoy respondió que lo había pedido, pero no se podía porque no entraba señal. "Uno acá recuerda la época de la esclavitud. Esto es una humillación muy grande", le replicó un secuestrado. Jojoy respondió que seguramente era así "pero voy analizar qué sucede. Vamos a mejorar, en eso tiene razón, pero tengo que mirar la seguridad". Y ordenó al secuestrado callarse porque iba a hablar otro. Con los norteamericanos secuestrados Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves hablaba a través de traductores. "Si como prisioneros quieren hablar mal de la guerrilla en las cámaras pueden hacerlo, no están obligados a hablar bien. Les pido prudencia en lo que digan para la televisión, que no vayan a salir ustedes de acá y se vayan a las cárceles del Estado por unas frases mal dichas. Piensen en sus vidas", les dijo antes de hacer las pruebas de supervivencia. Ingrid Betancourt, colombo francesa, también ex rehén de las FARC, piensa que Jojoy era un hombre que buscaba la guerra a cualquier costo y quería poder a través de una rebelión armada. Lo mismo piensa Alan Jara, ex Gobernador del Meta a quien Jorge Briceño insultó cuando se dio cuenta de que su estatura era inferior a la que imaginaba. Mientras que Luis Eladio Pérez, también ex secuestrado, aún no puede borrar de su mente las veces en que el líder guerrillero ordenaba suspenderles la crema de dientes, medicamentos, jabones, radios, pilas y demás elementos personales en medio de la manigua (selva). Las víctimas del secuestro no están felices tras su muerte porque piensan que era un ser humano, pero sí sienten tranquilidad porque sus barbaries se terminaron. Los que temen son las familias de quienes aún se pudren secuestrados en los 'cambuches' (escondites) de las FARC". Ainda sobre a operação militar que o matou, leia esta notícia no Canárias-7. Mas pode ser outro perfil deste terrorista morto, no La Província, com o título "Liderazgo y crueldad sin límites": "El símbolo del terror". Así describió el preside, nte Juan Manuel Santos a Víctor Julio Suárez Rojas, alias 'Mono Jojoy', comandante del ala militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y uno de los más importantes miembros del Secretariado de esa guerrilla, quizá el segundo en la estructura del grupo armado ilegal, después de 'Alfonso Cano', cuyo verdadero nombre es Guillermo León Sáenz Bargas. La muerte en combate del 'Mono Jojoy', uno de los indudables símbolos del miedo generado por esa guerrilla, es el golpe más fuerte dado a ese grupo armado ilegal, incluso por encima de la baja de Luis Édgar Devia Silva, alias 'Raúl Reyes', considerado el 'ex número dos' de las FARC, y quien perdió la vida tras un bombardeo en territorio ecuatoriano. También conocido como 'Jorge Briceño Suárez', 'Mono Jojoy', vestía uniforme de camuflaje, con boina negra, botas militares, fusil, machete y pistola al cinto, brazalete guerrillero en el hombro izquierdo y, generalmente, una toalla en el mismo costado. Era comandante del temido Bloque Oriental de las FARC, pero el poder de 'Jojoy' no se limitaba a ese bloque. Como comandante militar, sus órdenes llegaban a los hombres de la base guerrillera, pues no sólo dirigía, sino definía la suerte de los civiles que debían ser secuestrados y planeaba los más duros ataques contra la Fuerza Pública y las poblaciones urbanas y rurales en distintas partes del país. También se ha dicho que 'Jojoy' fue quien dispuso en determinado momento la renuncia de todos y cada uno de los alcaldes y funcionarios de distintos municipios colombianos so pena de ser asesinados o secuestrados. No sólo salvó los intentos militares por darle de baja o capturarle, sino que también hay evidencias de que seis de sus hombres de mayor confianza lo intentaron asesinar en mayo de 2008, para cobrar la jugosa recompensa que se ofrecía por su cabeza. Por este frustrado intento, según la inteligencia militar, fueron ejecutados tres de los guerrilleros que fraguaban la muerte, los otros tuvieron que escapar. Su imagen de sanguinario no cambió nunca, ni siquiera durante los dos últimos años, cuando existieron evidencias suficientes de que estaba muy enfermo, por el avance de la diabetes y la dificultad de que las medicinas que necesitaba le llegaran, debido a los operativos militares en su contra".
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