


Cuarenta años después, la Prensa escrita se interroga sobre su papel en un universo de comunicación instantánea, multimedia y democrática. No pocos de sus debates –como el relativo a los soportes- son relativamente estériles. Cientos de millones de personas llevamos ya tres lustros pasando buena parte de nuestra vida en el ciberespacio, así que nadie nos va a descubrir América. Es obvio que la Prensa del siglo XXI debe llegar a su público por tierra, mar y aire: en soporte web, en soporte tableta (tal vez el más prometedor) y, mientras haya quien así lo reclame, en soporte papel. Pero mientras abundan hasta la extenuación las profecías de anteayer sobre los odres, escasean las reflexiones sobre el vino del pasado mañana. ¿Qué tipo de contenidos garantizarán el futuro del periodismo escrito?
Soy de los que creen que el ser humano, desde su infancia, tiene una sed insaciable de historias, y las reales, las que le ocurren a gente de carne y hueso, le resultan irresistibles. Así que sospecho que tendrá futuro el periodismo escrito que las cuente con esa mayor rapidez y exactitud posibles que son consustanciales al oficio, con la empatía con los débiles y las víctimas que cabe esperar de un cuarto poder y con una calidad literaria que intente acercarse más a Gay Talese que a Belén Esteban. También encontrará un público el periodismo que investigue los desmanes de los poderosos como lo hizo el Post con Watergate, y aquel que, como decía Max Frankel, que fue director de The New York Times, proponga mas las claves de lo que pasará mañana que el recuento de lo que ocurrió ayer y ya conoce todo el mundo por la radio, la tele e Internet. Y ello en soporte digital, por supuesto, y, mientras aguante, en soporte papel. Y de pago.
En fin, volvamos al allanamiento del edificio Watergate de la madrugada del 17 de junio de 1972. La primera respuesta de la Casa Blanca al incidente llegó pocos días después de la boca de su jefe de Prensa, Ronald Ziegler: "Estamos ante un robo de tercera". De tercera? Los cinco arrestados estaban relacionados con la CIA, el exilio cubano en Florida y el Comité para la Relección de Nixon. ¿Qué hacían en la sede del Partido Demócrata? Quién los había enviado? Woodward y Berstein se pusieron a buscar respuestas a esas y otras preguntas, fueron apoyados por su director y la dueña del periódico y encontraron un filón en una fuente secreta de Woodward a la que llamaron Deep Throat (Garganta Profunda) y cuya identidad no fue revelada hasta 2005, en el momento de su muerte. Era Mark Felt, un alto directivo del FBI. Garganta Profunda dio la pista clave: la irrupción en Watergate había sido planeada por dos asesores de Nixon, Haldeman y Ehrlichman, y con su aval.
Las cosas se torcieron definitivamente para Nixon cuando se descubrió que tenía un sistema de grabación en la Casa Blanca. En su obsesión enfermiza por el espionaje, él mismo se había puesto la soga al cuello. Allí estaban las conversaciones con sus pretorianos que demostraban que, como mínimo, había intentado obstruir la acción de la justicia y encubrir el delito. El Tribunal Supremo de Estados Unidos sentenció que tenía que entregar esas cintas.
Cuando estaba a punto de ser procesado para su cese (impeachment) por la Cámara de Representantes, Nixon dimitió. Lo primero que hizo su sucesor, Gerald Ford, fue indultarle preventivamente de cualquier delito que hubiera podido cometer.
Estos días, en el especial que The Washington Post está dedicando al cuarenta aniversario del comienzo del caso, Woodward y Bernstein afirman que Nixon era mucho peor que lo que podían imaginarse entonces. "Cuando lo forzaron a dimitir, Nixon había convertido su Casa Blanca en una empresa criminal", escriben.
P.S. El caso Watergate es muy cinematográfico. En 1976, Alan Pakula rodó Todos los hombres del presidente (All the President's Men), con Dustin Hoffman y Robert Redford haciendo de Bernstein y Woodward. En1994 Forrest Gump satirizó el episodio del allanamiento en el edificio Watergate. En 1995 Oliver Stone retrató en Nixon al único presidente norteamericano que tuvo que dimitir. Y en 2008 Frost vs. Nixon recreó las entrevistas que el periodista británico David Frost le hizo a Nixon en 1977" (texto publicado no El Pais, do jornalista Javier Valenzuela, com a devida vénia)
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